EL NUEVO VIÑEDO DE LA ESPAÑA SECA Por la fertirrigación, al buen vino ALFONSO CASTRO Una premisa básica de obligado conocimiento para quienes se dedican sobre todo al cultivo de la vid es la enorme influencia que las técnicas vitícolas ejercen en la calidad de las producciones. Es obvio que para elaborar un buen vino es necesario disponer de uva de calidad. Una uva con los componentes adecuados para transferir al vino unas cualidades idóneas. En este sentido, los tonos de color, los componentes aromáticos varietales, el extracto o los equilibrios gustativos del vino estarán firmemente relacionados con la composición de la uva empleada en su elaboración. En la era de la viña emparrada y con riego por goteo esa premisa se plasma a través de un concepto nuevo: el de fertirrigación, crucial en la España seca para la viticultura de calidad. La Editorial Agrícola Española S.A. acaba de editar un libro titulado 'La vid y el vino. Jornadas en Ciudad Real', en el que se recogen las distintas intervenciones habidas en unas jornadas celebradas no ha mucho en el campus universitario ciudadrealeño, dedicadas a la tecnología de la vid y el vino, que fueron organizadas por el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias. Por su indudable interés informativo nos hacemos eco del contenido de la ponencia que impartió en dicho foro Teodoro Rincón, ingeniero técnico agrícola de la empresa consultora manchega Ingeniería y Geología S.L. (INGGEO S.L.) en torno a la fertilización y riego del viñedo.
A modo de consideración previa, hagamos éstas: una uva de calidad es una uva sana, pero también debe ser una uva exenta de sustancias extrañas, de tal modo que permita la obtención de vinos carentes de residuos. A estas alturas nadie sería capaz de poner en duda que las técnicas aplicadas al cultivo vitícola van a condicionar de modo decisivo el modelo de desarrollo de la vid y en consecuencia van a determinar la composición final de la uva, determinando de este modo las características del vino final. Aspectos como las modos de actuación en el control de las plagas y enfermedades de la vid, los sistemas de recolección empleados o el análisis de las técnicas de fertirrigación fertilización optimizada mediante el suministro o dosificación de fertilizantes, repartidos durante todos los días del ciclo de cultivo serán determinantes para obtener calidades en el vino, tanto desde el punto de vista organoléptico (características sensoriales) como desde el punto de vista sanitario (ausencia en el vino de restos de pesticidas u otras substancias extrañas a la propia uva).
Centrándonos ya en la ponencia de Rincón, denominada 'Fertilización y riego del viñedo', este ingeniero agrícola fija en primer lugar una serie de criterios en relación al abonado óptimo de materias en viña en aras a aumentar la calidad de las tierras laborables. Criterios que tienen que ver con los principios generales del abonado, la determinación del tipo de abono, las normas básicas para planificarlos y las denominadas leyes del abonado. Algunos de los principios generales, en su opinión, del abonado en viña son la devolución al suelo de los elementos minerales gastados por las cosechas, la formación de una despensa de determinados elementos minerales en el suelo, la mejora de posibles carencias del suelo, la mejora de la estructura de éste y la mejora y mantenimiento de su microfauna.
En cuanto a la determinación del tipo de abonado Rincón considera que antes de procederse a abonar es necesario conocer aspectos como la edad de la plantación, las necesidades de la planta, la variedad de uva, los objetivos de la producción en cantidad y calidad, la fertilidad existente en el suelo (previo análisis de éste) u otros como el sistema de conducción, la poda, la posibilidad de aplicación de agua, etcétera.
Por lo que respecta a las leyes del abonado el conferenciante enumera varias, entre las que cabe citar la ley de la restitución, consistente en que para mantener la fertilidad es indispensable devolver al suelo todos los elementos nutritivos que la cosecha extrae; la ley de la restitución ampliada, según la cual para mantener la fertilidad es necesario devolver al suelo todos los elementos nutritivos que por cualquier causa puedan perderse (extracciones de cosechas, vegetación adventicia, lixiviación, asimilabilidad, etc.); y la ley de la productividad decreciente, concerniente al hecho de que las primeras unidades fertilizantes son las más eficaces y su eficacia va siendo menor a medida que el factor productivo va aumentando.
Normas para planificar el abonado
Además de las leyes, Rincón también recoge en su ponencia las evidencias y normas a tener en cuenta en toda planificación de abonado.
Concretamente refiere que el nitrógeno en su forma nítrica tiene en zonas húmedas o de regadío altas pérdidas de lixiviación -que es el tratamiento de una sustancia compleja con el disolvente adecuado para obtener la parte soluble de ella-; el fósforo, por su parte sufre pérdidas o bloqueos (retrogradación) de mayor intensidad en suelos con elevada caliza activa o suelos con pH básico; una parte del potasio del terreno está en forma no cambiable en función del contenido y tipo de arcillas- y además sufre pérdidas por lixiviación; el calcio (caliza activa) y el magnesio presentan un efecto antagónico frente al potasio; o el hecho de que la materia orgánica contribuya a evitar las pérdidas de macro y microelementos tanto por lixiviación como por bloqueos en el suelo, minimizando los antagonismos y comportándose como una auténtica despensa de fácil acceso para la planta en minerales, agua y aire.
Y otra norma básica a tener en cuenta, según el técnico de INGGEO, para planificar el abonado es que la aparición de clorosis férrica no se debe a una falta de hierro en el suelo sino a un problema de falta de asimilación por parte de la planta, debido a las complicadas condiciones de pH de los suelos por un exceso de caliza y determinadas condiciones de humedad en ellos, siendo por tanto obligada la aplicación de hierro en forma de quelatos.
"Las últimas tendencias en programas de fertilización", señala Rincón, "utilizan los actuales análisis químicos de suelo como una simple orientación sobre las posibilidades de éste, otorgando muchísimo más valor a su concepción como un sistema dinámico que va a mejorar o facilitar la asimilación de los elementos minerales para el cultivo, principalmente en función de la propia estructura del suelo".
Sobre esto mismo este ingeniero sostiene que la falta de homogeneidad de la inmensa mayoría de los suelos obliga a la realización de centenares de análisis químicos en una sola hectárea para llegar a conseguir una fiabilidad próxima al 90%. "Siendo por tanto más adecuado o al menos compatible", en su opinión, "la realización de un buen estudio de la estructura del suelo que nos permita prever cual va a ser la evolución de los principales elementos minerales en el tiempo".
Algo a lo que habría que añadir, prosigue Rincón, "la gran importancia que tiene conocer los contenidos en arcilla, arena, limo y caliza para prever posibles bloqueos y pérdidas por lixiviación o absorción de elementos necesarios para la planta, como el potasio, el fósforo, el nitrógeno o el hierro".
Beneficios de la materia orgánica
Tras repasar someramente el fenómeno de la fotosíntesis proceso capaz de transformar la materia mineral en materia orgánica merced a la intervención de la energía solar-, el ponente enumera algunos de los beneficios de la materia orgánica, que juega un papel muy importante en el suelo, al ser capaz de retener aire (CO2 y O2) y agua, que son los elementos indispensables junto con la energía solar para que la planta pueda realizar la fotosíntesis.
Asimismo sobre la materia orgánica Rincón considera que es conveniente conocer su relación carbono/nitrógeno y su contenido en microorganismos que puedan mejorar su transformación en materia mineral, "porque de lo contrario", comenta, "puede dar lugar al efecto 'fatiga de suelo' al consumir los microorganismos responsables de esta mineralización gran parte del nitrógeno existente en el suelo si éste no es aportado por materia orgánica o por alguna fuente externa".
De hecho, para los inconvenientes de este tipo que puedan darse en la materia orgánica existen en la actualidad abonos orgánicos en el mercado europeo, que nos posibilitan el conocer de una forma bastante fiable -aunque dependiendo de la estructura y características de cada tipo de suelo de cultivo-cómo va a ser el comportamiento o la liberación de cada uno de los elementos minerales que componen estos abonos y que la planta necesita a lo largo del tiempo. Otro factor muy a tener en cuenta para una óptima fertilización es la aplicación del agua de riego en el viñedo. Una función ésta para la que habrá de saberse de antemano que la viña como cualquier otro vegetal va a ser capaz de absorber cualquier tipo de nutriente por medio de un sistema radicular, única y exclusivamente si antes está disuelto en la solución del suelo, así como que es muy conveniente conseguir inicialmente un nivel de humedad en el suelo próximo a la capacidad de campo y mantener este nivel estable a lo largo de todo el ciclo de cultivo.
Agua de riego
Pero también ha de conocerse previamente cuál va a ser el comportamiento del agua aplicada sobre el suelo en base a una serie de sencillos análisis de textura y estructura del mismo.
"Una vez que conocemos los datos anteriores", prosigue Rincón, "es posible la aplicación correcta del agua a nuestros cultivos gracias al uso ya muy generalizado de sistemas de riego localizado de alta frecuencia o riego por goteo, que son capaces de aplicar en una zona bastante definida unas cantidades de agua no muy elevadas pero con una alta frecuencia en el tiempo, que nos van a permitir mantener dentro de los macro y microporos del suelo unas determinadas cantidades de agua y aire, tan importantes para el correcto desarrollo del cultivo".
Frente a este tipo de riegos más medidos, Rincón no oculta su satisfacción por la progresiva erradicación en el viñedo nacional de otro tipo de riegos menos tecnificados, en los que se aplican grandes cantidades de agua con una frecuencia en el tiempo muy baja, provocando en el suelo condiciones de inundación con la consiguiente falta de aire, tan necesario para la fotosíntesis-y por otro lado condiciones de sequía, por falta de agua en determinados momentos.
Situaciones ambas que ocasionan en la planta momentos de stress y paradas de su ciclo vegetativo y que incluso podrían provocar consecuencias más graves en caso de procederse a la aplicación de fertilizantes bajo el sistema de fertirrigación, ya que éste se basa en la aplicación continua y controlada a lo largo del tiempo de unas determinadas concentraciones de nutrientes diluidos en un agua de riego escasa y de alta frecuencia.
Pero al no ser éste el caso podrían generarse hasta problemas de fototoxicidad por exceso de sales y pérdidas por lixiviación o lavado de nutrientes.
De los abonos en circulación en el mercado Teodoro Rincón se inclina sobre todo a favor de los abonos denominados verdes. Unos abonos para cuya aplicación habrá de tenerse muy en cuenta la disponibilidad existente de recursos hídricos y las técnicas de conducción empleadas en el cultivo de las plantas.
Técnicas entre las que destaca expresamente el sistema de conducción tipo espaldera, que permite una mejor mecanización y que al mismo tiempo tenderá a lo largo del tiempo a ir mejorando el nivel de materia orgánica en el suelo evitando con un manejo adecuado la aparición de hierbas adventicias y perjudiciales- y a ir mejorando asimismo el suelo en profundidad y mantenimiento de la humedad cuando la técnica se combina con el riego localizado en profundidad.
Para la consecución de abonados equilibrados el ponente alude a la obligación de emplear abonos de liberación lenta u orgánicos o bien combinaciones de abonos minerales en fertirrigación a lo largo del ciclo de cultivo con una base orgánica previa.
Comportamiento de los elementos metálicos
En el somero repaso del comportamiento de los elementos metálicos (nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y hierro) en la nutrición de la planta Teodoro Rincón destaca la influencia muy positiva del nitrógeno, aplicado en forma orgánica y en las dosis adecuadas, al hacer más intensa y prolongada la actividad asimiladora de la planta, interviniendo en forma decisiva sobre la calidad y producción-; también el papel indispensable del fósforo (aplicado en pequeñas dosis) en la fotosíntesis, en el reforzamiento del sistema inmunológico de la viña frente al frío, las plagas o las enfermedades y en la mejora de los caracteres organolépticos de las uvas; y por supuesto los beneficios del potasio (el elemento más demandado por la viña) aplicado en la floración y en la postfloración, tanto en la asimilación clorofílica, como en la sanidad y en la longevidad de la planta, amén de su papel en el incremento de azúcares en el fruto.
La intervención del calcio en el metabolismo celular es también esencial, equilibrando los ácidos formados y por tanto el pH del jugo celular, creándose con ello una buena estructura y protección para la planta; como asimismo lo es el papel equilibrador del jugo celular que juega el magnesio, siempre que se aplique combinado con otros elementos o procedente de materia orgánica; y finalmente los indudables beneficios del hierro en la respiración, en la fotosíntesis y contrarrestando la aparición de clorosis.
Conclusiones
En la ponencia Teodoro Rincón establece por último una serie de conclusiones sobre la fertilización, a las que ha llegado tras una dilatada e intensa experiencia profesional relacionada con el sector vitivinícola.
Destaquemos, entre otras, el hecho de que la fertilización es necesaria y obligada para mantener estable una producción y obtener una calidad en una explotación y por supuesto en el producto final (el vino).
El abonado, según su criterio, debe ser equilibrado en macro y microelementos, para no perjudicar la calidad y la producción.
Por otra parte, el uso de la materia orgánica es la herramienta más eficaz para mejorar el suelo, crear reservas y optimizar el abonado. Ahora bien, se hace necesaria la realización periódica de análisis de suelo, agua y foliares para conocer en todo momento la situación del cultivo y solucionar posibles carencias.
Rincón concluye también en que en la viña, al ser un cultivo leñoso y por tanto de ciclo largo en el tiempo, es recomendable la aplicación de un buen fertilizante orgánico que permita una liberación lenta de los nutrientes.
Y finalmente que la fertirrigación se hace necesaria en las explotaciones sólo si se tiene en cuenta una base orgánica previa. MÁS INFORMACION EN : http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/viticultura.html
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