La desertificación es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas. Causada principalmente por variaciones climáticas y actividades humanas tales como el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego, la desertificación no se refiere a la expansión de los desiertos existentes. Sucede porque los ecosistemas de las tierras áridas, que cubren una tercera parte del total de la tierra, es extremadamente vulnerable a la sobreexplotación y a un uso inapropiado de la tierra.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la desertificación amenaza a la cuarta parte de las tierras del planeta, así como a 250 millones de personas y el sustento de más de mil millones de habitantes de cien países a causa de la disminución de la productividad agrícola y ganadera. Estas personas incluyen muchas de los países más pobres, los más marginados y los ciudadanos políticamente más débiles. El PNUMA estima que el 35 por ciento de la superficie de los continentes puede considerarse como áreas desérticas, ya que cada año el avance de este mal se cobra aproximadamente seis millones de hectáreas en todo el mundo que se pierden sin esperanza de recuperación. Otras veinte millones de hectáreas por año quedan debilitadas como para servir de base para actividades productivas de agricultura o ganadería. Miles de millones de hectáreas se encuentran en algún lugar de la escala de degradación continua, entre el extremo de las tierras totalmente productivas y el de las desertizadas fuera de toda esperanza.
La pobreza la causa principal, pues obliga a los campesinos a sacar lo más posible de sus tierras para dar de comer a sus familias en lo inmediato, aunque con ello estén echando a perder su subsistencia a largo plazo.
Desde el PNUMA se calcula que la desertificación cuesta al mundo 42.000 millones de dólares al año. Solamente Africa pierde cada año unos 9.000 millones de dólares. El costo humano se traduce en la subsistencia de más de mil millones de personas (una quinta parte de la población mundial) que ahora están en peligro. Más de 135 millones de seres humanos pueden verse obligados a emigrar. Nadie sabe cuántos han tenido ya que hacerlo, dado que sus tierras quedaron improductivas, pero seguramente son varios millones. Si no se detiene o revierte la desertificación, la producción de alimentos en muchas áreas afectadas disminuirá, lo que puede causar desnutrición y en última instancia,
Rodrigo González Fernández
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