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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

lunes, marzo 08, 2010

Terremoto chileno movió el eje de la tierra

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Terremoto chileno movió el eje de la tierra




El Laboratorio a Propulsión a Chorro de la NASA en California calculó que el sismo acortó el día en 1.26 microsegundos.


03 de marzo 2010 


(Agencias)- Luego de las horas de terror vividas en Chile por el terremoto que afectó a gran parte de su territorio, la NASA dio a conocer que el movimiento telúrico desbalanceó y movió el eje de la tierra unos 2.7 milisegundos -cerca de ocho centímetros-.

A partir de esto, según el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California,  la duración de los días se acortará 1.26 microsegundos -un microsegundo equivale a una millonésima de segundo-.

Un día dura el tiempo en que el planeta completa una vuelta sobre su propio eje, es decir, 86.400 segundos o 24 horas. Al igual que los patinadores aceleran sus giros al acercar los brazos al cuerpo, un terremoto hace que la Tierra gire más rápidamente al acercar parte de la masa del planeta a su eje.

Asimismo, causa una desaceleración y alarga el día si aleja la masa respecto del eje, según señalaron los científicos. El cambio estimado de la longitud del día es permanente, "pero también muy pequeño".

Dichos cambios son tan pequeños que los científicos no los pueden registrar directamente.

 

FUENTE: www.altonivel.com.mx
Saludos,
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIMIENTO DE ONU
Renato Sánchez 3586, of 10 teléfono: 56-2451113
Celular: 93934521
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desertificacion:

Foto a color de un paisaje desértico.
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El Problema de la Desertificación

El problema de la desertificación se asocia a la pérdida de biodiversidad lo que contribuye al cambio global del clima debido a la disminución de la capacidad de captación de carbono y al aumento en el albedo de superficie.

En la Conferencia de Naciones Unidas para el Medioambiente y Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Río de Janeiro, en 1992, se definió la desertificación como el proceso de degradación de la tierra (suelo) de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, debido a factores climáticos y actividades humanas entre otros.

Lo complejo de la situación se debe a que estas zonas forman parte de los ecosistemas más frágiles de todo el mundo.

A través de la historia, el ser humano asentado en estas zonas, que por lo general eran poblaciones pobres, desarrolló complejos sistema para producir los alimentos, y reducir las amenazas de las hambrunas debido a las sequías y la desertificación.

Hoy en día, y a pesar de los años y de los avances tecnológicos, esta situación se mantiene. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la mayoría de los 800 millones de personas del mundo que no tienen acceso a una alimentación adecuada, vive en tierras secas. Y, la situación es especialmente grave en África, cuya superficie consiste en un 66% de desiertos o tierras secas, y donde el 73% de las tierras agrícolas secas ya han sufrido degradación.


Mecanismos generadores de la desertificación
Desde el momento en que el ser humano llega a un ecosistema o desarrolla alguna actividad en él, ejerce una influencia que modifica el ambiente natural.

El desarrollo tecnológico unido a una presión de una población cada día más grande, ha obligado al ser humano a transformar intensamente los ecosistemas -en forma directa o indirecta- explotando los recursos naturales de su entorno, en su beneficio inmediato.

Sin embargo, y hasta hace poco tiempo, en las decisiones de extracción de los recursos naturales no eran estimados los efectos a largo plazo, ya que se consideraba que los recursos naturales eran inagotables.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), la degradación de las tierras y la desertificación ocurre actualmente en todo el mundo y a ritmo acelerado, amenazando con ello la subsistencia de millones de personas.

Entre las causas de la desertificación se encuentran el cultivo y el pastoreo excesivos, las prácticas de riego deficientes y la deforestación, a lo que se agrega las variaciones permanente del clima.

Uso de la tierra
El uso intensivo de la tierra modifica al ecosistema incrementando las pérdidas por escurrimiento superficial y reduciendo la capacidad de almacenamiento hídrico en el perfil del suelo. La cubierta vegetal protectora del suelo afecta la infiltración del agua de lluvia, y el desarrollo radicular (crecimiento de la raíz) determina la estructura de las partículas y poros del suelo, lo que influye directamente en las tasas de infiltración y en las tasas de retención de agua.

Pérdidas de agua por evapotranspiración y escurrimiento
En ambientes secos, y cuando las condiciones del uso del suelo y el manejo de cultivos y praderas no son las adecuadas, se producen importantes pérdidas de agua.

A diferencia de lo que ocurre en sistemas bien manejados, donde la cubierta vegetal está formada por especies de valor ecológico y productivo más eficientes en el uso del agua disponible, en las zonas áridas de nuestro país (como el valle central de Chile), la cubierta vegetal suele ser pobre y más bien rala, y por tanto no suficiente para regular la infiltración y acumulación de agua en el perfil del suelo, lo que origina importantes pérdidas de agua por evaporación desde el suelo desnudo, en lugar de transpiración. Por otra parte, cuando un suelo de ambiente seco no se cultiva (no laboreo), el suelo permanece prácticamente descubierto incrementándose las pérdidas por escurrimiento superficial.

Fragilidad del ecosistema
La pendiente del suelo, la reducción de la cubierta vegetal y la erosión derivada de estas condiciones hacen que un ecosistema sea más o menos propenso a la desertificación. A su vez, en ambientes áridos, la presión demográfica por parte de la población, junto a las mayores necesidades de producción de la tierra, obliga a cosechar indiscriminadamente los recursos vegetales del sistema ecológico, con lo cual el grado de protección es cada vez menor, y el sistema pierde información (especies) y quedan numerosos nichos desocupados.

Uso de las tierras de secano
Los cultivos intensivos en terrenos de secano –aquellos que dependen solo del agua de lluvia-, reducen la cubierta vegetal protectora del suelo, constituyendo el escenario ideal para desencadenar el proceso de desertificación. La repetición de estas condiciones, cada vez más frecuentemente, termina por destruir la cubierta vegetal y degradar la estructura del suelo, reduciendo simultáneamente su fertilidad.

Abandono de cultivos  e incendios forestales
Cuando se abandonan las labores de cultivo y se detienen las actividades agrícolas o forestales, los terrenos son invadidos por vegetales anuales, que aunque son consumidas por el ganado, son de bajo valor de pastoreo y no tienen valor como recurso maderero, pero que forman una eficiente cubierta protectora del suelo.

El crecimiento de las hierbas anuales efímeras asociadas al matorral, en condiciones de marginalidad ganadera, incrementa el volumen de combustible de fácil ignición durante el período seco. La combinación del volumen de combustible con las altas temperaturas y brisas o vientos, hace que el riesgo de incendio sea alto. Durante las últimas décadas y en las regiones de alto riesgo, donde la presión de cosecha de leña se ha reducido, los incendios forestales se han ido incrementando. Esto se explica por el aumento de la oferta de combustibles alternativos derivados del petróleo, especialmente en países de ingresos elevados a moderados, que ha favorecido la acumulación de restos de cubierta vegetal y ramas sobre el suelo, como materia seca y son altamente combustibles.

Contaminación química
La contaminación química que se produce como consecuencia de la aplicación de fertilizantes minerales y de residuos de la minería, se concentran finalmente, en los cursos de agua y en los depósitos lacustres y embalses. El daño que esta contaminación provoca en la fauna, puede llegar a producir la muerte de las especies acuáticas, y el aumento de la concentración de CO2, la disminución del oxígeno y en el aumento de las poblaciones de bacterias.

Operaciones mineras
Las operaciones mineras desertifican el suelo debido a que necesitan erradicar la cubierta vegetal, animal y edáfica para extraer los recursos subyacentes, y por otro lado, generan además una competencia con el sector agrícola por el uso del agua y su posible contaminación.

Las faenas que no se cierran adecuadamente según las normas medioambientales vigentes, dejan al descubierto el subsuelo con un aspecto desertificado, donde la regeneración natural de la vida requiere de tiempo y de acciones concretas de recuperación.

Urbanización
La urbanización de zonas áridas para la construcción de ciudades o por la expansión del área ocupada, desertifica extensas áreas de tierras de cultivo de alta calidad, tal como ocurre en el Valle Central de Chile.

La desertificación se caracteriza por la presencia de procesos donde las relaciones causa-efecto ocurren con desfases temporales de gran escala. El proceso comienza con alguno de los mecanismos descritos anteriormente que sumados a la fragilidad de los ecosistemas, hacen que el deterioro sea irreversible una vez que se traspasan ciertos niveles de degradación.

La etapa final del proceso de desertificación es el agri deserti, en que ocurre la pérdida de información del ecosistema, en procesos como la denudación de especies herbáceas y leñosas, deterioro del hábitat, extermino de fauna, erosión, acidificación, aridización, pérdida de la estructura edáfica y del relieve natural, y erosión genética.

El resultado final de la desertificación es el deterioro de la calidad del suelo como recurso natural productivo, como hábitat y como belleza escénica. La desertificación es el mecanismo que desencadena el despoblamiento y la pobreza.

Erosión y desertificación

La erosión constituye el problema de mayor relevancia en el sector silvoagropecuario. La erosión hace que disminuya la calidad y capacidad productiva de la mayor parte de los suelos de secano, y además está asociada a intensos procesos de desertificación y problemas de pobreza rural.
Los impactos ambientales de los procesos de erosión se traducen en la pérdida parcial o total de la fertilidad natural y productividad de los suelos, alteración del flujo hídrico de los cauces de agua, y procesos de embancameinto y sedimentación de ríos, lagos y mares, afectando su navegabilidad.

La erosión se origina cuando el ser humano destruye la cubierta vegetal que cubre el suelo. Al quedar el suelo desnudo, pierde su capacidad para retener humedad, y en consecuencia la lluvia escurre, arrastrando partículas de suelo consigo. La erosión o "cáncer del suelo", es un proceso de degradación paulatino que solamente es detectado en situaciones finales.


Efectos de la desertificación en los ecosistemas
La desertificación ha provocado los siguientes problemas a la estructura y funcionamiento de los ecosistemas:

Alteración de los ciclos biogeoquímicos
El ciclo de numerosos elementos se ha ido alterando como consecuencia del mal manejo de los suelos, por la extracción excesiva de biomasa y debido a la alteración del ciclo hidrológico (excesiva escorrentía). La disminución de la cantidad circulante de un elemento lleva al ecosistema a un estado de equilibrio cada vez menos eficiente y productivo. Dentro de estos ciclos, el del nitrógeno es probablemente uno de los más afectados.

Desarrollo de agricultura y ganadería en áreas frágiles
Cultivar zonas frágiles ha roto en forma permanente los equilibrios funcionales haciendo, en muchos caos, irreversibles la restauración de los ecosistemas. Uno de los problemas que más ha contribuido a la desertificación, en particular en Chile, es el uso de presiones de pastoreo superiores a las tolerables por los ecosistemas.

Reducción del banco de germoplasma natural de los ecosistemas
Los ecosistemas han perdido importante de parte de sus reservas de semillas, que guardan no sólo parte de su diversidad genética, sino también su capacidad para regenerarse luego de intensos episodios de sequía.

Denudación del suelo
Las pérdidas de la cobertura vegetal por extracción de biomasa con fines artesanales, industriales o energéticos, ha alcanzado niveles críticos en áreas extensas. Estos factores no sólo dejan estas áreas como improductivas, sino que además se expone el suelo a la erosión y a cambios del ciclo hidrológico, reduciendo los recursos hídricos disponibles.

Alteración de cadenas tróficas
Como una consecuencia de la caza o de la extracción de fitomasa se han interrumpido cadenas tróficas que están arriesgando la estabilidad de importantes ecosistemas y especies.


Medidas para el control de la desertificación
A nivel Internacional
Ya son 176 los países, incluido Chile, que han ratificado la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD). La Convención se basa en un conjunto de principios, entre los que destacan dos:

1. Principio de participación: que permite que los propios afectados se involucren en la toma de decisiones.

2. Principio de asociación: que promueve el desarrollo de actividades conjuntas entre organismos de gobierno, organizaciones no gubernamentales (ONG) y organizaciones sociales. Este tratado internacional obliga a los gobiernos, ricos y pobres, a dedicar más recursos técnicos y financieros a la lucha contra la desertificación.

A nivel Nacional
La desertificación ha sido catalogada como uno de los problemas socio-ambientales más agudos de Chile. Los territorios áridos y semiáridos, afectados por estos procesos de desertificación superan el 60% del territorio nacional, y en ellos se concentran los mayores daños a los suelos, a la biodiversidad y a la productividad silvoagropecuaria en general.

Desde noviembre de 1997 Chile, forma parte de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (UNCCD). CONAF es el punto focal de esta Convención y le corresponde el trabajo de coordinar su implementación a través del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PANCD). El Programa forma comités, los cuales articulan, focalizan e integran la labor de las distintas organizaciones nacionales que administran instrumentos de fomento para la lucha contra la desertificación en Chile.

Actualmente el país cuenta con varios instrumentos y disposiciones legales que pueden contribuir directamente al control o mitigación de los efectos de la desertificación y la sequía:

- INSTITUTO DE DESARROLLO AGROPECUARIO (INDAP)
Transferencia tecnológica
Créditos
Proyectos de Desarrollo Rural en Comunas Pobres (PRODECOP)

- CORPORACION NACIONAL FORESTAL (CONAF)
DL 701 de Fomento Forestal
Áreas Silvestres Protegidas (Parques y Reservas Nacionales)
Programa de Forestación a Pequeñas Propiedades

- SERVICIO AGRÍCOLA Y GANADERO (SAG)
Fomento a la Recuperación de la Productividad de los Suelos (SAG-DEPROREN)

- MINISTERIO DE AGRICULTURA
Oficina de Emergencias Agrícolas- Comisión Nacional de la Sequía

- COMISION NACIONAL DE RIEGO
Ley de Fomento al Riego

- COMISION NACIONAL DEL MEDIO AMBIENTE (CONAMA)
Plan Nacional de Conservación de Suelos
Ley de Bases del Medio Ambiente

FUENTE:
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RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
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Cómo incide el cambio climático en la salud

Cómo incide el cambio climático en la salud
 
El cambio climático constituye "una nueva e importante amenaza para la salud", y modifica la manera en que debemos considerar la protección de las poblaciones vulnerables, dijo a Salud y Bienestar el médico especialista en Epidemiología Pablo Basso. Niños, ancianos y discapacitados son los más vulnerables "ya que están más expuestos a los problemas emergentes".

 

En tanto, el doctor Darío Argain, médico especialista en Pediatría y Neonatología, detalló a Salud y Bienestar que "el cambio climático afecta en general la salud de la población, y en este contexto, los niños, ancianos y discapacitados son los más vulnerables ya que están más expuestos a los problemas emergentes. Ellos son los que están más vulnerables a la necesidad de cambio de hábitos de vida".

Argain recordó que en los últimos dos años "nos sorprendimos por la aparición de epidemias emergentes y reemergentes, y por eso debemos trabajar sobre los cambios de hábitos de vida. Es decir, cómo se puede atacar la problemática de los vectores, por ejemplo, los mosquitos, las ratas, las inundaciones, que son los que provocan la problemática en salud y que no se soluciona ni con más médicos, ni con más hospitales y sólo se revierte con cambios de hábitos de vida".

Cambio climático y fertilidad
Para Argain, "los fenómenos climáticos que alteran la vida diaria de las comunidades provocan estrés. Automáticamente el estrés y el desencaje por la disminución de la calidad de vida como consecuencia  fenómenos naturales no previstos, afecta la fertilidad".

La palabra oficial

El secretario de Salud provincial, Pablo Basso, comentó a Salud y Bienestar  que "deben considerarse algunas patologías que están relacionadas con la estacionalidad. Lo que ha hecho el cambio climático es modificar los climas. En el caso concreto de Entre Ríos, existe más humedad y más calor por temperaturas extremas que provocan patologías muchas veces productoras de diarreas, como la gastroenteritis viral o bacteriana, que han se aumentado".

Además, Basso advirtió que el cambio climático provocó desastres en el medio ambiente, con resultados que están a la vista. "Hay casos de leptospirosis, dengue, leishmaniasis y hantavirus, en definitiva, enfermedades  relacionadas con el cambio climático".
    
El secretario de Salud destacó que "por la exposición a las altas temperaturas se presume que los casos de cánceres de piel han crecido, y la ecuación es simple: si hay más exposición a los tiempos de calor y de sol, lógicamente esta patología aumentará".


Si bien aclaró que no hay registros en la provincia sobre la prevalencia de estos cánceres, detalló que "se pueden presumir, pero hay que tener estudios científicos para corroborar tal presunción".

Sin embargo, Basso aseguró que "hay enfermedades que están como consecuencia del cambio climático, como por ejemplo, la leishmaniasis, que es una patología que antes no estaba y ahora si. De todas maneras, hay cosas que son atribuibles al crecimiento de roedores producto de las inundaciones, situación directamente relacionada al cambio climático".

Prevención
El especialista destacó que existen numerosas políticas y opciones individuales que pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y reportar importantes beneficios colaterales para la salud. Por ejemplo, el fomento del uso seguro del transporte público y de formas de desplazamiento activas -caminar o ir en bicicleta como alternativa a los vehículos privados- podría reducir las emisiones de dióxido de carbono y mejorar la salud.

"Hay que bregar por la sensibilización, es decir, fomentar la toma de conciencia sobre la gran amenaza que supone el cambio climático para la salud", dijo.

Por eso aconsejó la coordinación con organismos asociados del sistema de las Naciones Unidas, a fin de  procurar que "la salud ocupe el lugar que merece en la agenda del cambio climático". "Es prioritario también revisar la evidencia científica existente sobre la relación entre el cambio climático y la salud, y elaborar una agenda de investigación mundial y fortalecer los sistemas de salud para ayudar a los países a determinar los puntos vulnerables de sus sistemas sanitarios y crear capacidad para reducir la vulnerabilidad de la salud al cambio climático".

Qué dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)
El informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático confirma que hay pruebas abrumadoras de que la actividad humana está afectando al clima mundial, y pone de relieve toda una serie de consecuencias para la salud humana.

El cambio climático y la variabilidad del clima provocan muertes y enfermedades debidas a desastres naturales, como olas de calor, inundaciones y sequías. Además, muchas enfermedades importantes son muy sensibles a los cambios en las temperaturas y las precipitaciones. Entre ellas figuran enfermedades comunes transmitidas por vectores, como el paludismo y el dengue, y otras mortíferas, como la malnutrición y la diarrea. El cambio climático incide ya en la carga mundial de morbilidad, y su influencia será seguramente mayor en el futuro.

Las repercusiones del clima en la salud humana no se harán sentir de manera uniforme en todo el mundo. Se considera que la población de los países en desarrollo, sobre todo de los pequeños Estados insulares, las zonas áridas y de alta montaña y las zonas costeras densamente pobladas, es especialmente vulnerable.

Afortunadamente, gran parte de los riesgos sanitarios se pueden evitar con las intervenciones y los programas sanitarios de que ya se dispone. Una acción concertada para fortalecer los componentes fundamentales de los sistemas de salud y promover opciones de desarrollo saludables puede contribuir a mejorar la salud pública ahora y reducir la vulnerabilidad al cambio climático en el futuro.

La OMS respalda a los Estados Miembros en su labor de protección de la salud pública frente a las repercusiones del cambio climático y representa la voz del sector sanitario en la respuesta global de las Naciones Unidas a este desafío mundial.

Datos y cifras
* El cambio climático influye en los requisitos básicos de la salud, a saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura.

* El calentamiento mundial que se ha producido desde los años setenta estaba causando un exceso de más de 140.000 defunciones anuales en 2004.

* Muchas de las enfermedades más mortíferas, como las diarreas, la malnutrición, la malaria y el dengue, son muy sensibles al clima y es de prever que se agravarán con el cambio climático.

* Las zonas con malas infraestructuras sanitarias -que se hallan en su mayoría en los países en desarrollo- serán las menos capacitadas para prepararse ante esos cambios y responder a ellos si no reciben ayuda.


* La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante mejoras del transporte y de las elecciones en materia de alimentos y uso de la energía pueden traducirse en mejoras de la salud.

Plan de trabajo de la OMS sobre cambio climático y salud
Durante los últimos 50 años, la actividad humana, en particular el consumo de combustibles fósiles, ha liberado cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero suficientes para retener más calor en las capas inferiores de la atmósfera y alterar el clima mundial.

En los últimos cien años el mundo se ha calentado aproximadamente 0,75 ºC. Durante los últimos 25 años el proceso se ha acelerado, y ahora se cifra en 0,18 ºC por década.

El nivel del mar está aumentando, los glaciares se están fundiendo y los regímenes de lluvias están cambiando. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más intensos y frecuentes.

¿Qué repercusiones tiene el cambio climático en la salud?
Aunque el calentamiento mundial puede tener algunos efectos beneficiosos localizados, como una menor mortalidad en invierno en las regiones templadas y un aumento de la producción de alimentos en determinadas zonas, los efectos globales para la salud del cambio climático serán probablemente muy negativos. El cambio climático influye en los requisitos básicos de la salud, a saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura.

 
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
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Argentina: ¿Qué es este fenómeno del cambio climático?

SOCIEDAD

¿Qué es este fenómeno del cambio climático?

Cómo cambiará nuestras vidas. El impacto en el país y en Junín.


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¿Qué es este fenómeno del cambio climático?

Por el ingeniero agrónomo Héctor Daniel Ginzo

Hace unos 20 años atrás, el 'cambio climático' no existía en las noticias de todos los días. Hoy está casi hasta en la sopa, tanto que cualquier cosa rara o inesperada que pase como, por ejemplo, episodios de lluvias torrenciales o períodos de sequía más o menos prolongados o una sucesión de días muy calurosos (o muy fríos) se la cargan al Gran Responsable, que no es otro que el denominado 'cambio climático'.
La actitud es la misma que se tenia hace unos 60 años atrás para con la aparición de enfermedades raras, que los médicos no podían diagnosticar: los responsables de ésas eran los virus.
Pero hoy por hoy, el Cambio Climático (¡con mayúsculas!) está entre nosotros. En algunas partes de la Tierra sus consecuencias se sienten más que en otras, pero que está presente en todas partes, estemos seguros de que lo está.

Entre nosotros

Y está presente porque nosotros, con nuestras actividades cotidianas, producimos unos gases que son los responsables de que se caliente la Tierra, que es, esencialmente, la característica más notable del Cambio Climático; tanto que también se lo refiere como 'Calentamiento Global'.
Cuando usamos el auto consumimos nafta o gasoil. El uso de la nafta resulta en la liberación de mucho dióxido de carbono, el mismo dióxido de carbono que es burbuja en una botella de gaseosa. El uso del gasoil libera mucho óxido nitroso, el mismo que los dentistas de antaño usaban como anestésico y que hacía reír a los pacientes (por esto se lo conoce como 'gas hilarante').
Tanto el dióxido de carbono como el óxido nitroso contribuyen a que se caliente la Tierra. Cuando nos evadimos del calor mediante un potente equipo de aire acondicionado, se lo debemos al compuesto refrigerante del equipo, el que generalmente es un gas que, cuando anda suelto por la atmósfera, también pone su granito de arena para aumentar la temperatura de la Tierra.
Cuando comemos carne y comemos yogures es gracias a las vacas que los producen, las que eructan metano como consecuencia de la rumia. Y el metano es un gas que también favorece el calentamiento de la Tierra. Así es cómo nuestro vivir y nuestras acciones motorizan el Cambio Climático.
El Cambio Climático es el resultado de una compleja interacción entre los denominados 'Sistemas Terrenos' y los 'Sistemas Humanos'. La ilustración que acompaña la nota tiene muchas virtudes didácticas, pero la primera y principal es que representa muy bien - mediante flechas que conectan dos rectángulos vecinos entre sí - la naturaleza recíproca de las relaciones entre los componentes de esos dos sistemas.
Un componente influye sobre otro - una flecha va del primero al segundo - y éste último influye sobre el primero - la flecha apunta en dirección contraria a la primera flecha.

Los gases de efecto invernadero (GEI)


La Tierra no tiene una temperatura de 35 grados bajo cero porque la atmósfera impide que la energía del sol que llega a la Tierra retorne a la atmósfera tan rápido como llegó. Esta especie de chaleco térmico que es la atmósfera se debe al vapor de agua que hay en ella y a los gases que la componen; ese chaleco se denomina 'efecto invernadero'. Gracias a éste, entonces, la Tierra se encuentra en un estado de equilibrio entre la radiación que le llega del sol y la misma Tierra emite al espacio. Para ese estado de equilibrio la Tierra tiene una cierta temperatura; si el estado de equilibrio se modifica, la temperatura de la Tierra se modifica también: puede subir o bajar.
Cualquier factor - molécula química, partícula sólida, lo que fuere - que saca a la Tierra de ese estado de equilibrio produce lo que se llama 'forzamiento radiativo'. Los GEI producen, precisamente, forzamientos radiativos que aumentan la temperatura terrestre.
Hay muchos gases con efecto invernadero, pero los más importantes son: el dióxido de carbono, el óxido nitroso, el metano, varios compuestos usados en refrigeración - denominados genéricamente fluorocarbo-nos e hidrofluorocarbonos - y el hexafluoruro de azufre (se desprende en el proceso de fabricación del aluminio), porque tienen que ver directamente con las actividades humanas. Los tres primeros son gases comunes en la Naturaleza, los últimos son productos tecnológicos.
No todos esos gases tienen el mismo poder para modificar la temperatura. El dióxido de carbono es el menos potente de todos. Con respecto a éste, el metano es unas 25 veces más potente; el óxido nitroso, unas 300 veces más; los gases refrigerantes, entre 1..400 y 15.000 veces más y el hexafluoruro de azufre, alrededor de unas 23.000 veces más.

El Cambio Climático

La pregunta que alguno de ustedes ya se está haciendo es: ¿cómo es que si siempre hemos comido carne, hemos viajado y nos hemos refrescado en los días de calor ahora nos salen con eso de que somos los responsables del Cambio Climático? Una de las respuestas posibles es que cada vez somos más sobre la superficie del globo y nos gusta vivir más cómodamente.
Todo lo cual está muy bien, pero por lo visto tiene su precio, porque como somos más y nos gusta vivir mejor, consumimos más energía para tener más bombitas encendidas, tener aire acondicionado, un televisor de plasma, el auto confortable y veloz y demás cosas que hacen a lo que normalmente se entiende por 'buena vida'.
Y esa energía que consumimos por lo general la proveen los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas natural. Y cuando se quema uno de estos combustibles para producir electricidad o mover un auto o fabricar un plástico, ¡presto! se produce dióxido de carbono. Si a ese dióxido de carbono, cuyo antecesor se encontraba bajo tierra y no molestaba a nadie, no lo captura algún árbol o yuyo o planta de soja, se escapa hacia la atmósfera, para contribuir al Calentamiento Global.
Entonces, ¿deberíamos abandonar el confort y, por ejemplo, reemplazar el lavarropas por la tabla de lavar, el acondicionador de aire por el abanico de una abuelita y el auto por un sulqui?
Andan sueltos por ahí algunos que están convencidos de que así debe ser, de que hay que volver a la Naturaleza. Y hay también otros que creen que todo esto del Cambio Climático es lo más natural del mundo, y aún hay otros que creen que se trata de una gran conspiración contra el progreso y el bienestar.
Ni lo uno ni lo otro, pero lo esencial es hacer un esfuerzo, para no derrochar energía. Lo que, por ejemplo, se haga en Junín no va a permitir que los juninenses evadan las consecuencias del Cambio Climático, sino que lo que se haga en Junín, y también en Nueva York, modificarán esas consecuencias, porque se trata de un fenómeno global.
Los primeros indicios de que la Tierra se encuentra en un proceso de calentamiento se obtuvieron en el Hemisferio Norte, que es donde se encuentran la mayoría de los países industrializados.
Esos indicios fueron tres: el aumento persistente de la temperatura mundial (a nivel del mar) desde más o menos principios del siglo 20; el aumento del nivel del mar a partir de más o menos 1880 - habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y de la costa atlántica: ¡alisten los botes! - y la notable tendencia al achicamiento de la superficie cubierta de nieve desde más o menos 1960 a la fecha.
En los últimos 20 años y como consecuencia de la contracción de los hielos del Ártico, la población de osos polares pasó de 4.000 a 1.500 individuos, que no es más ni menos que una reducción de 62% en ese período. Y lo que es también patético es que esa reducción de la población de osos es consecuencia del aumento del canibalismo entre ellos: los osos adultos se comen sus crías.
Con el correr de los años se han manifestado hechos muy probablemente provocados por el Cambio Climático, como es la cada vez más común manifestación de fuertes tormentas de lluvia y sus secuelas de inundaciones o, por el contrario, sequías prolongadas.
Por ejemplo, para el servicio meteorológico australiano el año 2009 se recordará como el de grandes incendios forestales, tormentas de polvo, sequías prolongadas, zonas inundadas y olas de calor nunca antes sufridas.

La Argentina y el Cambio Climático

¿Qué se podría esperar en Argentina? Predicciones del Estado Nacional y de más o menos unos cinco años atrás, arribaron a las conclusiones siguientes para nuestro país: (a) será un poco más cálido; (b) las lluvias disminuirán en la Cordillera de los Andes, en el noroeste de la Patagonia y el Comahue (las provincias de Neuquén y Rio Negro), pero el régimen de lluvias del resto del país no se modificará y (c) las lluvias muy intensas serán más frecuentes.
Las conclusiones que se pueden obtener de la combinación de estos tres efectos probables del Cambio Climático son: (a) como el país se va a hacer más cálido y las lluvias serán como hasta ahora, es muy probable que en las regiones central - donde se encuentra Junín - y norte del país se experimenten más períodos de sequía que hoy en día; (b) las menores lluvias en la región cuyana y el progresivo deshielo de los glaciares como resultado del aumento de la temperatura no sólo pondrían en riesgo la producción agrícola de la región sino el abastecimiento de agua a las centrales hidroeléctricas conectadas con la red nacional de distribución de energía; (c) es de prever un aumento de las olas de calor, que no sólo repercutiría en la agricultura sino que sería particularmente nocivo en los centros urbanos, por sus consecuencias sobre la salud; y (d) es de prever que las lluvias intensas produzcan episodios de inundación, particularmente graves en un país en el que casi el 90% de la población vive en centros urbanos, una buena parte de los cuales son ribereños y así son proclives a los desbordes de los cursos de agua.

El Cambio Climático y el futuro

Todo lo que se dice acerca de que - como consecuencia de las repercusiones del Cambio Climático - en el futuro (¡en 2030, por ejemplo!) va a ocurrir así o asá se basa en predicciones. Y no se trata de ciencia-ficción, sino de predicciones que tienen un fundamento científico y lógico, que las hace razonablemente creíbles.
Así, la temperatura promedio de la Argentina en 2030 podría llegar a ser entre 1 y 1¼ grados centígrados mayor que la temperatura promedio de aquí y ahora en la Provincia de Buenos Aires, lo que en principio no es un disparate.
Pero los que hacen esas predicciones no tienen la bola de cristal, sino que cuentan con una computadora capaz de procesar muchos números con procedimientos denominados 'modelos'. Un modelo viene a ser la descripción de un sistema - por ejemplo, el que determina la variación de la temperatura - que tiene sus características propias y que, bajo ciertas condiciones impuestas por un científico, se comporta de una manera que permite conocer mejor las características del proceso modelado.
Es así que si las predicciones que se hacen de las repercusiones del Cambio Climático son tan variables, es porque ésas dependen de los modelos empleados más que de los números con los que esos modelos se alimentaron. Y resulta entonces que según sea como se interpreten los resultados de esos modelos las predicciones del futuro pueden ser más o menos catastróficas.
La interpretación del futuro que se elija va a tener consecuencias en la vida de los habitantes de una región o de un país, porque va a determinar qué se va a hacer para mitigar los efectos del Cambio Climático y qué se va a hacer para adaptarse a las condiciones que impondrá el Cambio Climático.

Mitigar en el presente y adaptarse a lo que podría venir

'Mitigación' y 'adaptación' son dos términos inseparables entre sí en el vocabulario del Cambio Climático. Mitigar las repercusiones del Cambio Climático significa tomar medidas hoy para disminuir la emisión a la atmósfera de alguno o todos los gases de efecto invernadero o, sino, quitarle a la atmósfera todos o alguno de los gases de efecto invernadero; por ejemplo, plantando árboles para absorber el dióxido de carbono. La mitigación y la adaptación se pueden hacer en una escala personal o regional o nacional.  
Por ejemplo, en un plano personal Ana y Basilio podrían hacer lo siguiente para mitigar el Cambio Climático.

Cambiar el auto

Tal vez el auto que tienen es muy poco eficiente en cuanto al consumo de combustible en una cierta distancia recorrida. Por ejemplo, ellos tienen un Cafetera Súper del 2005, que consume 14,7 litros de nafta en 100 kilómetros de marcha urbana y desprende 9,2 toneladas de dióxido de carbono por año.
Ana y Basilio pueden optar por otro Cafetera Súper modelo 2009, porque éste consume 12,4 litros cada 100km (16% menos que el auto anterior) de marcha urbana y desprende 7,8 toneladas de dióxido de carbono por año (22% menos). ¡Todo un logro de la tecnología! Pero Ana y Basilio podrían optar por un Cafetera un poco más chico que el Súper y del año 2009, que tenga un consumo urbano de 7,8 litros de nafta cada 100km y desprenda solamente 5,7 toneladas de dióxido de carbono por año.
Con respecto al modelo Súper, este más chico consumiría casi un 60% menos y contaminaría (dióxido de carbono al aire) 27% menos también. No hay duda de que Ana y Basilio deben cambiar su auto modelo 2005 por el modelo más chico de 2009. ¡Un plan canje les vendría de perlas!

Plantar árboles en el fondo de la casa

Los árboles secuestran (¡sí, así se dice!) el dióxido de carbono del aire y, entre otras cosas, lo convierten en madera. Mientras no se queme la madera todo va bien, salvo que se la use como leña en lugar de usar gas o gasoil para calefaccionar la casa.
Si Ana y Basilio habitan un departamento, pueden unirse con otros vecinos para remozar los árboles de las calles, que generalmente están decrépitos y se rompen con facilidad o para pedirle al municipio que plante muchos árboles en las calles y parques.
Mejorar el aislamiento térmico de la casa, la eficiencia del consumo de electricidad de los electrodomésticos y reemplazar las bombitas incandescentes por bombitas de larga vida son otras medidas con las que Ana y Basilio contribuirían a mitigar el Cambio Climático. Ninguna de éstas, sin embargo, es tan eficaz como racionalizar el uso del automóvil.
Por su parte, adaptarse al Cambio Climático significa prepararse hoy para lo que su supone que vendrá en, tal vez, unos 10 ó 15 años. El problema de la adaptación es que no se tiene mucha certeza de lo que va a ocurrir ni con qué intensidad va a ocurrir. Además esta cuestión de la adaptación más que un problema personal es un problema social, porque los cambios que se esperan van a afectar a toda la sociedad y las medidas que haya que tomar para enfrentar esos cambios van a afectar también a toda la sociedad.
Tómese por caso la situación que se podría presentar en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires. Los modelos prevén que para fines del corriente siglo el nivel del mar en el mundo podría aumentar entre 18 y 56 centímetros. Es de esperar entonces que muchos centros urbanos de la costa se verían afectados por ese ascenso del mar. No se prevén grandes avances de las aguas, salvo en los lugares más bajos.
Pero sí se prevé la progresiva desaparición de las playas como consecuencia del aumento del nivel del mar. Ante este panorama, las acciones de adaptación deberían estar orientadas a la construcción de defensas que eviten la erosión de la costa por efecto del ascenso de las aguas. Todo esto costará mucho dinero y deberá contar con el beneplácito de los potenciales afectados, lo que no será tarea fácil de conseguir si no se ve el peligro inminente de una situación catastrófica.
Desafortunadamente, la experiencia reciente muestra que las catástrofes son necesarias para movilizar a una sociedad a tomar las medidas requeridas para, por lo menos, atenuar las posibles consecuencias de catástrofes futuras. Un ejemplo reciente de imprevisión para responder a una catástrofe climática son las dificultades encontradas para reaccionar rápida y eficazmente ante los desastres ocasionados por el huracán Katrina (Estados Unidos, en agosto de 2005), que dejó un saldo de casi 1.500 muertos y unos 150 mil millones de dólares en pérdidas.
El huracán no hubiese sido tan fatal si el sistema de muros de contención del nivel de agua en la ciudad de Nueva Orléans no hubiese sido tan mal diseñado y tan deficientemente construido.

La agricultura y el Cambio Climático

Junín y su región circundante tienen una economía esencialmente agrícola, que muy probablemente va a ser afectada por el fenómeno del Cambio Climático. Un estudio encomendado por el Estado Nacional, que se intitula 'Vulnerabilidad de la producción agrícola en la región pampeana' muestra que, en plazos cortos a medianos la agricultura pampeana no se vería mayormente afectada por el cambio climático. Lo que no deja de ser tranquilizador; sin embargo, no tiene que serlo tanto como para olvidarse de que el Cambio Climático está a la vuelta de la esquina.
Todos los países indus-trializados (salvo los Estados Unidos) tienen hoy la obligación de restringir sus emisiones de gases de efecto invernadero, para que ésas no superen un límite acordado internacionalmente en el denominado Protocolo de Kioto.
La Argentina no tiene esa obligación. Sí la Argentina - como signataria de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático - tiene el compromiso de colaborar y dentro de sus posibilidades - 'las circunstancias nacionales', en la jerga -  en el esfuerzo internacional orientado a mantener las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un nivel que impida que las acciones humanas afecten peligrosamente el sistema climático.
Sin embargo es razonable pensar (¡en serio!) acerca de la posibilidad de que la Argentina asuma un compromiso obligatorio de sea la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, sea el aumento de la producción de bienes y servicios con las mismas emisiones que ahora o tal vez menos
Una de las características singulares de nuestro país en materia de emisiones de GEI es que el total nacional (de 2000) se repartía más o menos en partes iguales entre las emisiones producidas para la producción de energía - esas emisiones provienen del combustible utilizado en las usinas eléctricas y, también, del utilizado en el transporte y en las tareas agrícolas - y la emisiones producidas por las actividades agrícolas, en particular las ganaderas y el uso de ferilizantes minerales de nitrógeno.
Dada la importancia de la agricultura como fuente de emisiones de GEI, ¿cuáles serían las opciones de mitigación y de adaptación para la Argentina?

Opciones de mitigación


Hay unas cuantas, algunas más importantes que otras para Junín y las zonas aledañas. Por ejemplo:
(a) Aumentar el almacenamiento de carbono en la materia orgánica de los cultivos y de las praderas. Hace años que se usa en el país una técnica que favorece la acumulación de carbono en el suelo de los terrenos cultivados con cereales u oleaginosas: es la denominada siembra directa o labranza cero. Al reducirse las labranzas del suelo al mínimo, se disminuye la pérdida de carbono como dióxido de carbono, porque cada labranza del suelo - arada, discado, etc. - favorece la oxidación de aquél. Por el otro lado, las raíces de un cultivo se descomponen y así aumenta la materia orgánica del suelo y con ello la cantidad de carbono almacenada en el mismo.

Sobrepastoreo

En las praderas, el manejo que evita el sobrepas-toreo - y por consiguiente la erosión del suelo - resulta en el incremento de la cantidad de carbono en el mismo. Hay que recordar que la masa vegetal se construye con el dióxido de carbono que las plantas absorben del aire. El censo agropecuario nacional de 2002 registró más o menos 15 millones y medio de hectáreas bajo siembra directa, o aproximadamente el 65% de la superficie implantada con cereales y oleaginosas.
(b) Mejorar el manejo del ganado vacuno y del estiércol para reducir las emisiones de metano. Esto ya no es tán fácil. Empezando por el ganado, la vaca tiene un estómago que es un gran tanque de fermentación del pasto. Las bacterias que digieren del pasto liberan metano, el que la vaca eructa y pasa a la atmósfera, donde contribuye al aumento de la temperatura global.
La alimentación con concentrados disminuye la producción de metano por kilo de carne o de leche producidos. La pulverización de una pradera con ciertas sustancias orgánicas disminuye también la producción de metano. Y los neo-celandeses están desarrollando una vacuna para evitar que las bacterias del rumen produzcan metano.
Pero todo esto se encuentra todavía en una etapa de experimentación, en todo el globo. Así que el agricultor no tiene mucho que hacer al respecto y por ahora. En cuanto al manejo del estiércol, éste desprende metano cuando se lo acumula en cisternas y fermenta, como puede ocurrir en los sistemas de engorde en feed-lot y en los tambos. Se puede recuperar ese metano y usarlo como combustible en lugar de usar gasoil o carbón o gas.
(c) Mejorar las técnicas de aplicación de los fertilizantes nitrogenados, para reducir las emisiones de óxido nitroso. En otras palabras, hay que evitar el derroche de los fertilizantes nitro-genados. Hace años ya que el análisis químico del suelo y el conocimiento de los requisitos de nitrógeno de la mayoría de los cultivos brindan una buena orientación para ajustar la dosis de fertilizante a las necesidades particulares de un cultivo.
(d) Mejorar la eficiencia energética de las actividades agrícolo-ganaderas.  Vale para tanto las actividades mecanizadas que consumen combustibles o electricidad, en las que la eficiencia energética se puede aumentar sea mediante la incorporación de tecnologías modernas, sea poniendo a punto los inyectores del motor del tractor, por ejemplo, como para algunas actividades de carne y hueso, como la ganadería.
¿Cómo? Mejorando la fertilidad de las vacas, por ejemplo. Una vaca que queda preñada y pare una cria viva con regularidad durante su vida fértil emite menos metano por unidad de producto que otra vaca que no queda preñada con facilidad o aborta con frecuencia o se le muere el ternero por X razones. Y más eficiente aún es una vaca productora de mellizos vivos. Y lo mismo vale para el toro: los toros sexualmente perezosos favorecen el calentamiento global. En este caso de la ganadería, el buen rendimiento económico va de la mano con la mitigación del Cambio Climático.
(e) Mejorar los rendimientos de los cultivos, en el sentido de aumentar el rendimiento por unidad de emisión del gas de efecto invernadero desprendido en el proceso productivo. Esto es fácil de decir y complicado de realizar. Pero cuando apriete el zapato, seguramente se divulgará cómo hacerlo.
(f) Plantar todos los árboles que se pueda. Se trata de plantar con la idea de proveer sombra o crear una cortina corta-vientos (y proveer sombra, de paso) o crear un parque alrededor de una casa, pero en ninguno de esos casos con la idea de vender la madera. A menos que la madera que se venda se utilice para construir estructuras permanentes o en mueblería, el carbono alojado en ella podría retornar más o menos rápidamente a la atmósfera como dióxido de carbono porque, por ejemplo, la madera se puede pudrir o puede ser atacada por insectos. Tal vez no esté muy lejano el día en que los agricultores puedan llegar a ganarse unos pesos adicionales con la venta de bonos obtenidos por la conservación del carbono contenido en la madera de esos árboles plantados para sombra o protección del viento. No es que vaya a ser fácil ni pronto, pero conviene estar alerta.

Opciones de adaptación

Las acciones para la adaptación al Cambio Climático muestran resultados en un plazo más largo que las acciones de mitigación. Muchas de estas últimas acciones pueden ser tanto de mitigación como de adaptación; la dificultad que puede haber en diferenciarlas no tiene, sin embargo, mucho sentido práctico.
Por ejemplo, tómese el caso de la plantación de árboles como acción de mitigación. Tanto los árboles específicamente plantados para sombra como los plantados para protección del viento 'refrescarán' a los ganados en condiciones de aumento de la temperatura ambiente.

Opciones

Esto último es una medida de adaptación al Cambio Climático.
Algunas opciones 'puras' de adaptación son, para Junín y sus alrededores:
(a) El ajuste de las fechas de siembra o plantación. Una de las consecuencias que se esperan del Cambio Climá-tico es el aumento de la temperatura mínima promedio. Esto significa que los agricultores podrán adelantar las fechas de siembra de algunos cultivos (por ejemplo, el maíz). Lo mismo vale para los horticultores.
(b) La selección de variedades adaptadas. Como se espera que el Cambio Climático se manifieste con más episodios de sequía, las organizaciones de investigación y desarrollo tanto privadas como públicas tendrán que embarcarse en crear variedades capaces de tolerar esos episodios sin notables disminución en sus rendimientos. En otros países ya se está trabajando en la creación de variedades de trigo adaptadas a la sequía y a la salinidad (los efectos de estas dos condiciones sobre el crecimiento del trigo generalmente van de la mano). En este asunto el agricultor sólo puede tener una influencia indirecta sobre los programas de creación de esas variedades adaptadas.
(c) La conservación de la fertilidad del suelo. Un suelo fértil no solamente significa buenos rendimientos de grano o de pasto, sino también menor uso de fertilizantes nitrogenados y, por consiguiente, menor desprendimiento de óxido nitroso. Un suelo infértil es proclive a la erosión producida tanto por el viento como por las lluvias torrenciales.
El Cambio Climático augura lluvias torrenciales - por ejemplo, del tipo de la inundación de Santa Fe en abril de 2003 o el muy reciente episodio en la isla de Madeira -, que seguramente se llevarán consigo y fácilmente los suelos poco fértiles. Y con la erosión se va parte del carbono del suelo, que al estar muy expuesto al aire se descompone y produce dióxido de carbono, gas que contribuye al Calentamiento Global. 
(d) La plantación de árboles. En este caso, sobre suelos degradados por la erosión, porque los árboles son muy buenos reconstruyendo suelos hechados a perder.
(e) La adopción de sistemas productivos agrofores-tales o silvopastoriles. En el sistema agroforestal se hacen cultivos entre hileras de árboles; la elección apropiada de los árboles puede resultar en hacer innecesaria la fertilización con nitrógeno. En la región pampeana no hay experiencias de este tipo. Pero en otras partes del globo se emplean los sistemas agroforestales para restituir el equilibrio  hídrico en cuencas afectadas por inundaciones, salinidad y alcalinidad. En los sistemas silvopastoriles se crían vacas en un ambiente arbolado.
Este ambiente arbolado puede ser un pastizal natural o una pradera instalada. En el país hay algunos ejemplos de sistemas silvopas-toriles en el Delta del Paraná, la Mesopotamia, el Chaco y en la Patagonia.
Una reflexión final. Lo precedente es solamente un pantallazo de las características esenciales del fenómeno del Cambio Climático y de sus repercusiones sobre el mundo físico y el mundo biológico. La complejidad de los procesos climáticos y las posibles consecuencias de la alteración de aquél por lo que nosotros, la raza humana, hacemos con el ambiente - el que generalmente maltratamos sin mucha consideración por el futuro - ha producido y produce reacciones totalmente divergentes en las personas, los grupos sociales, los políticos y los gobiernos.
Porque en el fondo, bien en el fondo, encarar el desafío del Cambio Climático será vivir mejor que hoy sin desencadenar un fenómeno de calentamiento global con graves consecuencias para la Humanidad y la Naturaleza.
Encarar ese desafío implicará mucho dinero en mitigación, en adaptación, en ayuda económica y comercial para, sobre todo,  esas sociedades muy pobres, que serán las primeras víctimas de las repercusiones del cambio climático, para esas sociedades que habitan islas que corren el riesgo de desaparecer bajo el mar y muchas otras calamidades más.
Atemperar o evitar estas calamidades requerirá un esfuerzo económico global, el que hoy por hoy no pasa de unas cuantas promesas, para colmo insuficientemente financiadas. En mayor o menor grado, directa o indirectamente, todos los países del planeta tendrán que poner su cuota de colaboración para frenar el Calentamiento Global, que no es otro Jinete del Apocalipsis ni es una fantasía para dominar el mundo ni es un 'aquí-no-pasa-nada'. Hay que prepararse para vivir más (en un sentido bien amplio) frugalmente…¡y esto no será fácil ni agradable!

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RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
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¿está la Tierra enfadada con los humanos?

  ¿está la Tierra enfadada con los humanos?
Una joven de Talcahuano, en Chile, camina por el puerto  de su ciudad, destruido por el maremoto que siguió al seísmo. Al lado, imagen del filme «Avatar»
 
Marzo 10 - David Moralejo - Madrid
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La divinización de la naturaleza creada por Cameron y las teorías indigenistas de Evo Morales arrojan la duda: ¿está la Tierra enfadada con los humanos?

Hace una semana, el séptimo mayor terremoto registrado en la Historia (8,8 grados en la escala de Richter) sacudía Chile. Mientras, Europa occidental recibía atemorizada la llegada de «la tormenta perfecta», cuyo nombre científico, ciclogénesis explosiva, hacía presagiar lo peor. Varias personas fallecieron. Días antes, las lluvias torrenciales habían anegado el archipiélago de Madeira y el suroeste de España con consecuencias desastrosas. Anteayer, el desbordamiento del río Quitamayo, en Cuzco, Perú, arrastraba decenas de vidas y las previsiones para estos días en el país andino no parecían dar tregua. El caos, las muertes y la desolación azotan a un planeta que apenas se ha repuesto del terremoto de Haití, una catástrofe que se saldó con casi 200.000 fallecidos. Sobre todas estas tragedias, ocurridas en tan breve lapso de tiempo, planea la alargada sombra del cambio climático y, por qué no, ciertas teorías apocalípticas lanzadas desde los medios. Ahí está «Avatar», la película más taquillera de todos los tiempos, en la que James Cameron presenta un futuro en el que la naturaleza rige los designios de los habitantes del planeta Pandora. El Árbol Madre y el Árbol de las Almas son en el filme los dioses del último lugar del universo que los humanos necesitan conquistar para solucionar los problemas energéticos de la Tierra. El hombre, por tanto, se enfrenta a la naturaleza en esta batalla por la supervivencia. ¿Será que «Avatar» refleja un futuro no tan lejano? ¿Acaso la Tierra está respondiendo con furia a los embistes de la civilización? Quizá, pero esto no es ninguna película.

Tampoco pertenece al argumento de una película (aunque lo parezca) la cruzada del presidente boliviano Evo Morales, quien achaca lo sucedido en Chile al enfado de la «madre Tierra»: «Siento que la madre Tierra se enoja. Los terremotos son consecuencia de políticas neoliberales, y es gravísimo ver a nuestros hermanos muertos por ello. Siento que la naturaleza no aguanta las políticas que destruyen el medio ambiente». Morales defiende además la veneración a la Pachamama, diosa de los incas y representación indígena de la madre tierra. Es decir, que la ley del talión, el clásico ojo por ojo recogido por primera vez en el Código de Hammurabi, cobra fuerza para quienes piensan que si el planeta retumba es por culpa de la maldad humana.

No se trata de obviar que la mano del hombre está resquebrajando el planeta. La deforestación, la incapacidad para solucionar la emisión de residuos y gases, la pesca masiva... Todo ésto es obra del ser humano y no ayuda a que la Tierra se mantenga tan lozanas como la encontramos cuando llegamos. Pero cuidado con lanzar discursos apocalípticos ante tragedias de la magnitud de las vividas en Chile y Haití.


Patrones cíclicos
Mario Picazo, doctorado en Meteorología por la Universidad de California, «hombre del tiempo» de Telecinco y director de la empresa de productos meteorólogicos Atmosférica, nos lo explica con precisión científica: «Siempre ha habido terremotos y siempre los habrá, independientemente de la agresividad del hombre sobre el planeta. Además, es importante saber que los seísmos no se pueden predecir. Por ejemplo, sabemos que la falla de San Andrés, en California, puede activarse en cualquier momento de manera brusca, pero es imposible concretar si  ocurrirá mañana o dentro de cien años». Picazo también se refiere a las lluvias torrenciales, tormentas perfectas y demás fenómenos meteorológicos que tanto nos están inquietando en los últimos meses: «Para empezar, no existe ninguna relación entre la meteorología y los movimientos sísmicos. Por otra parte, las inundaciones que afectan al sur de España, Madeira y Canarias tienen que ver con la oscilación del Atlántico Norte, un patrón cíclico que pasa de positivo a negativo cuando se invierte la situación habitual de formación de borrascas en Islandia y el popular anticiclón de las Azores». Aquí, el meteorólogo aclara que sí puede influir el cambio climático, pero ojo, no de la manera que entendemos a veces: «No podemos trasladar, como estamos haciendo, los problemas del cambio a una escala local. Si llueve mucho en Sevilla este año no es por la acción del hombre, al menos no hasta que exista un patrón de comportamiento que se repita durante años. Lo que sí es cierto es que se están dando anomalías climatológicas, como la subida de la tempertatura del agua en la zona que comprende Madeira, Canarias y Cabo Verde, y eso provoca que las borrascas sean ahora más virulentas. Y en ésto sí tiene que ver la mano del hombre».

Picazo, que precisamente está preparando un programa de televisión sobre climas extremos, confirma esa tendencia apocalíptica del cine y la literatura que presenta un futuro no muy remoto plagado de seísmos, tormentas y huracanes, «pero que quede claro: todavía le queda mucha vida a la Tierra. Es lógico que salten las alarmas cuando aparecen tantas catástrofes naturales seguidas, pero no es nada anormal».

Sin embargo, la ficción sigue dando fuelle a las teorías más radicales surgidas a partir del cambio climático. No sólo las deidades incas a las que clama el presidente Morales parecen dispuestas a enfrentarse al hombre depredador, también historias como «La carretera», de Cormac McCarthy (adaptada recientemente al cine), y los filmes «Hijos de los hombres» y «28 días después».

Emilio Carreño, director de la Red Sísmica española, da la clave de por qué lo que está pasando, aunque no lo parezca, es normal: «Las grandes compañías de seguros suizas y alemanas, que tienen mucho dinero invertido en países iberoamericanos, llevan ya bastantes años realizando estudios y han concluido que no ha habido nada significativo que les haga pensar que se dará un mayor movimiento sísmico en aquella zona».

¿Pura coincidencia? Tal cual. Además, según Carreño «los terremotos son más frecuentes de lo que creemos, pero se da la fatal casualidad de que recientemente hemos visto dos que han afectado a zonas pobladas. Por otra parte, los hombres cada vez ocupamos más terreno del planeta, por eso somos más vulnerables a padecer este tipo de catástrofes». Las predicciones, por más que se haya avanzado en este campo, son imposibles de calcular con exactitud, «ya que no existe ningún aparato que pueda adelantar la fecha, lugar y magnitud de un seísmo. Por ejemplo, sabemos que existen varios tramos en la costa de Chile en situación de alerta, y hace tiempo la misma zona sufrió un terremoto de carácter interno que no hubo que lamentar como éste», explica Carreño.


Miedo y desmemoria
El miedo es la base de muchas religiones, lo que concuerda con la teoría de Morales, que busca culpables de la catástrofe entre los propios humanos. Para Carreño, que ha estudiado esta tendencia, también contribuye al miedo la sobrecarga de información, «porque podemos asistir a las desgracias en directo. Incluso cuando se trata de ficciones, como la inundación de Pico Viejo en la isla de La Palma, que supuestamente podría provocar un tsunami que alcanzaría los Estados Unidos, la gente se aterroriza como si fuera algo real». Además, a dicha sobrecarga de información le sigue la facilidad para olvidar, como aclara el científico: «Tenemos cientos de ejemplos, como las inundaciones de Bangladesh, el tsunami de Indonesia... ¿Quién se acuerda hoy de todas aquellas víctimas?», añade Carreño.

Y es en este punto donde volvemos a intentar desmarañar la trama de «Avatar» y sus conexiones con el catastrofismo. Los humanos son malos, malísimos, depredadores voraces e insaciables en una película que, según Ann McElhinney, autora del documental «Not evil just wrong», «es bella pero peligrosa, una basura anticapitalista que contribuye al adoctrinamiento verde en nuestras escuelas públicas». Tanta polémica coincide con una lectura del filme que podría acercarse a los mismos dictados que defienden los mayores instigadores del cambio climático, como Al Gore. Es decir, que Pandora, la tierra de los «na'vi», es una recreación del Amazonas y de los efectos devastadores de los humanos sobre la selva. Este supuesto es el que ha servido a Evo Morales para apoyar de manera incondicional a Cameron, olvidando que la cinta es en realidad una loa al capitalismo americano porque, no lo olvidemos, ha costado 400 millones de dólares. Y eso también cuenta.


Enfrentarse a la catástrofe
Más allá de planteamientos cinematográficos, la realidad es que la sociedad de la información 2.0 también ha dado un vuelco en su manera de enfrentarse a las catástrofes naturales. Aunque muchos achacan esta tendencia a los atentados del 11-S, que sirvieron para que el mundo entero quisiera ayudar de la manera que fuera posible, lo cierto es que la solidaridad que emergió tras el terremoto de Haití fue sorprendente. Así, organizaciones no gubernamentales como Oxfam Internacional cerraban hace apenas una semana su fondo de recaudación para la isla caribeña tras haber alcanzado unos 75 millones de dólares. Dinero suficiente, según explican desde la ONG, «para financiar nuestro trabajo durante los próximos 3 a 5 años». Porque ni la Tierra está en guerra con los humanos, ni el hombre es lobo para el hombre. Al menos, no en esta película.


José A. Maldonado: «La memoria meteorológica es muy frágil»
Hablamos con José Antonio Maldonado, presidente de la Asociación Meteorológica Española, tras su paso por las XXXI Jornadas Hispano-Lusas sobre Meteorología y Energías Renovables, celebradas estos días en Sevilla. Entre las incesantes lluvias, el «hombre del tiempo» al que más hemos escuchado hablar de borrascas y anticiclones explica qué está sucediendo en la Tierra.
-Tsunamis, temporales, maremotos... Parece que el planeta no quiere dar tregua a sus habitantes.
-Efectivamente, se están produciendo una serie de fenómenos naturales coincidentes en el tiempo, pero es algo que no tiene relación, ya que nada tienen que ver los movimientos sísmicos con la adversidad climática. Simplemente ha ocurrido así.
-En el caso de España no paramos de oír que estamos viviendo un invierno insólito.
-Y así es. Hasta mediados de diciembre padecimos una fuerte sequía acompañada de altas temperaturas, pero enseguida comenzó a llover y prácticamente no ha dejado de hacerlo. Es más, si juntamos la pluviosidad de diciembre, enero y febrero nos encontramos con récords históricos, superiores a los registrados en los últimos cien años, ya que no tenemos constancia exacta de datos anteriores.
-Hace años tampoco existía una información tan detallada y rápida sobre estos temas...
-Ése es otro factor a tener en cuenta, por supuesto. Piensa que en 1961 viví una inundación que anegó todo el centro de Sevilla, algo que ahora no ocurre porque se ponen medios para evitarlo. Pero asistimos a cada cambio climatológico como una noticia de primera magnitud, los telediarios abren con el tiempo y todos sabemos qué va a pasar, como ocurrió hace días con la ciclogénesis explosiva...
-...la tormenta perfecta, ¿no?
-Bueno, creo que eso es utilizar términos sensacionalistas, y lo importante es que la predicción se clavó al cien por cien.
-Este fin de semana el tiempo vuelve a ser noticia por la previsión de nevadas. ¿Tan extraño es?
-Desde luego que no, pero está claro que la memoria meteorológica es muy frágil. Ya nadie se acuerda de que en 2005 alcanzamos temperaturas mínimas históricas en ciudades como Córdoba, que llegó a los -7ºC. Y que en 2003 hubo una ola de calor en toda Europa que se cobró cientos de víctimas.
-¿Nada que temer entonces?
-No, excepto la lluvia incesante, porque eso sí es real. Estamos viviendo un invierno extraordinariamente húmedo.

 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
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