En una época de pocas ideas, el libro del ex – presidente Ricardo Lagos, "El Chile que viene" editado en colaboración con Oscar Landerretche, es sin duda una importante y valiosa contribución al debate político chileno en general y de la oposición en particular. La amplitud temática del libro hace necesario el análisis desde varios puntos de vista. El presente comentario es principalmente una reflexión política.
En su introducción el ex – Presidente expresa con claridad su convicción de que "la sociedad tiene que ser convocada para consensuar, más allá de las diferencias políticas, un conjunto de temas que expresan los grandes desafíos del futuro".
Surge inmediatamente la pregunta sobre ¿qué son las diferencias políticas sino visiones distintas respecto de los grandes desafíos y de las opciones para dar cuenta de ello? ¿Qué tipo de visión de la política subyace a esta perspectiva en que los grandes temas se apartan de la decisión democrática mayoritaria?
Asociada a esta visión, aparece el concepto de "políticas de Estado". No existe una definición nítida, aunque normalmente se vinculan con políticas que tienen un apoyo más allá de las diferencias partidarias. Comúnmente están asociadas a situaciones de guerra o de alguna catástrofe. Es un concepto derivado de las políticas bipartidistas de los EEUU. Alude a un término confuso, pues todas las políticas son por definición de Estado (en el sentido que son formuladas, aprobadas e implementadas por los organismos del Estado). Es un concepto extraño pues quiere aludir a políticas que se impulsan más allá de los conflictos políticos, supuestamente menores, que separan a los partidos y que deben ser dejadas de lado cuando se enfrentan los problemas importantes. En general estas políticas surgen de consejos en que tienen un alto predominio tecnócratas con nulo o poco espacio para las organizaciones políticas o de la sociedad civil. De hecho esta manera de hacer política se fue imponiendo progresivamente bajo los gobiernos de la Concertación.
Son numerosos los campos en que el ex – presidente sugiere reeditar la política de consensos. En primer lugar en relación con los cambios constitucionales. En efecto, en la página 28, al tratar las reformas políticas y de la consecuente necesidad de reforma constitucional señala: "Estas modificaciones son muy profundas, y por ello muchos hablan de la necesidad de una Asamblea Constituyente. A lo mejor, como una forma de lograr la necesaria discusión ciudadana debería explorarse esta posibilidad. Lo que ocurre es que aquello puede tomar un largo tiempo y tal vez es más expedito implementar los cambios sobre la base de un acuerdo amplio sobre los puntos señalados, avanzando de inmediato" (El camino en los países que ha habido cambio constitucional en América Latina ha sido otro y parece haber sido muy efectivo).
Esta preferencia es lo que, en el mismo libro, Claudio Fuentes denomina "estrategia de reforma desde arriba" que se caracteriza como la que resulta de "un grupo relativamente reducida de actores de la élite política (que) concuerda un número de reformas significativas y coherentes entre sí, y que buscan resolver los problemas de representación" (página 70).
También en el ámbito de la educación el ex – Presidente afirma que se "requieren grandes acuerdos nacionales". (página 30). Más adelante, insiste en que no le cabe duda de que la reforma tributaria que se requiere para financiar los requerimientos de una mejor educación tendrá la aprobación de los actores más acomodados. Pues "están conscientes que esa argamasa que une la sociedad chilena, que es una buena cohesión social, es el motivo superior que obliga a actuar con grandeza. Los sectores acomodados de nuestro país saben que el interés de Chile lo demanda" (página 31). La proposición no toma en cuenta las grandes diferencias que existen en el país respecto de la educación, lo que nuevamente sugiere que el problema no es de acuerdos amplios sino de hacer valer la mayoría democrática. ¿En qué sentido se puede concordar con el 5% más rico de la población respecto de que una distribución del ingreso más plana es mejor para el país? Hay temas sobre los cuales no se puede llegar acuerdo y debe primar la mayoría democrática, con los resguardos necesario para proteger los derechos de las minorías.
Algo similar ocurre en relación a la lucha por mejorar la distribución del ingreso. El ex – Presidente reconoce que enfatizar la distribución del ingreso es primero una decisión política pero señala "Se necesita una gran política de Estado que sea capaz de mantener y avanzar las inversiones y mejorar la competitividad del sector privado. El tema de la desigualdad de ingresos debe dejar de ser parte de la guerrilla política, para concordar todos en que es preciso hacer un esfuerzo para mejorar una situación que no nos permitirá seguir avanzando si no la abordamos inteligentemente y con una mirada de largo plazo"
La búsqueda permanente de consensos en sustitución de la construcción de mayorías democráticas no toma en cuenta la presencia de visiones ideológicas contrapuestas ni de intereses en conflicto. La derecha considera mejor para el país un sistema educativo estructurado en torno a la educación privada. Para ese sector, el fin de lucro es un buen medio para alcanzar la excelencia en educación. Al mismo tiempo, la educación privada constituye una buena área de negocios. En ese sentido, la lucha política, no puede asimilarse a un debate académico, en que triunfa (conceptualmente al menos) quién tiene los mejores argumentos. En la lucha política se impone quien dispone de fuerza política en la sociedad civil, en las instituciones democráticas y/o recursos económicos y medios de influencia para ganar voluntades. Naturalmente, que la convicción, la calidad de las ideas, la capacidad de argumentación ante la ciudadanía es decisiva para construir fuerza política, pero son sólo una parte del proceso. La insistencia en consensos como mecanismo fundamental para avanzar tiene que ver con el "acostumbramiento" a formas de operación al principio de la transición en que la derecha gracias a los distintos amarres institucionales, impedía la aprobación de cualquier iniciativa que no contara con su visto bueno. Es lo que Carolina Tohá ha denominado la dictadura de la minoría. Los resultados positivos y negativos de esta política, están a la vista. Su agotamiento, también.