Los monumentos o esculturas de piedra caliza cuentan con una epidermis, denominada calcín, que acaba perdiendo su papel protector bajo los efectos de la contaminación y del poder corrosivo de la sal y la humedad. La biomineralización consiste en cultivar en una solución acuosa bacterias capaces de crear calcín de carbonato de calcio y sílice. Al retirarles el alimento, las bacterias mueren, dejando ese calcín que podrá posteriormente pulverizarse en la piedra dañada. Al contrario que los sistemas convencionales, la biomineralización, también conocida como carbonatogénesis bacteriana, es totalmente ecológico: El nuevo "biocalcín" mejora los intercambios gaseosos entre piedra y atmósfera y limita la penetración de agentes de degradación, evolucionando de manera natural con el resto del material. Según sus defensores, se trata de una técnica rentable a corto y largo plazo La primera vez que se utilizó este sistema fue en 1993 en la iglesia francesa de Saint-Médard de Thouars (Poitou-Charentes), gracias a una labor de varios años en la que participaron varios equipos de investigación. Por un lado, en la Universidad Pierre Marie Curie de París se lograba poner en marcha el proceso, con el apoyo del Instituto Pasteur, que seleccionó la especie de bacteria idónea: Bacillus Cereus, conocida por producir vómitos y diarreas. Por otro lado, el Laboratorio de Investigación de los Monumentos Históricos (LRMH) del Ministerio de Cultura francés y la Universidad de Nantes, en colaboración con la empresa Calcite Bioconcept, dueña de la patente francesa del sistema, se encargaba finalmente de llevarlo a la práctica. Posteriormente, tras comprobar su éxito, el sistema se ha utilizado en otros edificios de este país, como la catedral de Burdeos, el palacio de Châteaudun (región Centro) o incluso en edificios parisienses del siglo XIX. Asimismo, según sus defensores, se trata de una técnica rentable a corto y largo plazo, ya que requiere menos gasto en personal y estructuras, así como una menor cantidad de materiales, y no necesita tratamientos posteriores. En este sentido, las fases del proceso pueden tardar una semana aproximadamente, tras la cual hay que esperar a que las bacterias hagan su trabajo. Mortero biológico Además de este papel protector, la biomineralización también puede utilizarse en labores de restauración. En este caso, las bacterias se mezclan con polvo de caliza, formando finalmente una especie de "mortero biológico". Con este material, se pueden reparar pequeñas piezas desprendidas o rellenar cavidades u oquedades de la superficie caliza. Asimismo, la mezcla puede ir acompañada de pigmentos para que dicho mortero consiga el mismo color que el material de origen. En cualquier caso, los expertos reconocen que la falta de formación de los especialistas en restauración impide por el momento la generalización de estos sistemas, a pesar del cada vez mayor número de grupos de investigación sobre el tema, especialmente en Italia, Francia, Alemania y Reino Unido. Por ejemplo, científicos de la Universidad Estatal de Milán lograron restaurar con este sistema frescos del siglo XIV atribuidos a Spinello Aretino y expuestos en el claustro del Camposanto de Pisa. En España se han realizado algunos estudios, como en el Laboratorio de Análisis para la Restauración y Conservación de Obras de Arte de la Universidad Alfonso X el Sabio o el Grupo de Estudios Ambientales aplicados al Patrimonio Natural y Cultural de la Universidad de Santiago. Por su parte, la Unión Europea está invirtiendo en diversos programas concretos que giran en torno a este tipo de "biosistemas": Biobrush investiga cómo eliminar los depósitos salinos de los monumentos; Bioreinforce se centra en el reforzamiento de las estructuras pétreas; Coalition se basa en la Biología Molecular para conservar los bienes culturales; Bacpoles estudia los problemas de los microorganismos en la madera; Papylum o Vidrio observan los efectos en el papel y en las cristaleras, respectivamente; etc. Fagoterapia y biodetergentes Las bacterias también pueden ser las causantes de la degradación del patrimonio cultural. En este caso, se aplica la denominada "fagoterapia": Unos virus que infectan y eliminan únicamente bacterias, eliminándolas sin perjudicar el material. Asimismo, otro problema muy común en el mundo de la restauración es la eliminación de manchas y residuos. Aquí, los defensores de los "biosistemas" utilizan enzimas, unas proteínas complejas que provocan unos procesos químicos que permiten eliminar los restos orgánicos sin dañar la obra de arte. Ahora bien, para que el proceso funcione correctamente es necesario cumplir todas las condiciones del tratamiento, porque de lo contrario se puede incluso acabar perjudicando el material. | |