El proyecto que regula la venta y publicidad de la "comida chatarra" ha generado un gran debate al interior del Congreso y en particular en la Cámara Alta. Al punto que se generó un proceso que está fuera de reglamento y es que, a solicitud del gobierno, se llegó al acuerdo de que la iniciativa vuelva a una comisión mixta para intentar encontrar consenso en un par de artículos que impiden, a juicio de la derecha, su aprobación. Pero también dejó de manifiesto el divorcio que se ha producido entre el oficialismo y uno de los institutos que más influencia ejercía sobre el sector: Libertad y Desarrollo. Desde el inicio del gobierno de Sebastián Piñera, esta instancia no ha logrado imponer su orientación en los distintos proyectos de esta administración, perdiendo ascendiente en la UDI, particularmente, pero también en Renovación Nacional.
El pasado martes 12, el director ejecutivo del LyD Luis Larraín, en una columna en el diario El Mercurio, manifestó el profundo rechazo del instituto al mencionado proyecto. Bajo el título de "Quitarle un caramelo a un niño", explica los efectos que, a su juicio, podría provocar la aprobación de la polémica iniciativa, acuñando la idea de que se podría generar "la creación de un mercado negro de dulces al interior de los colegios". O plantea, sin ningún complejo, "el establecimiento de un estado policial contra la ingesta de golosinas". Y advierte que "quienes creen en la libertad y en la responsabilidad de las personas deben hacerles frente a iniciativas como ésta".
Sin embargo, seguramente para sorpresa de los representantes de la entidad, el senador Pablo Longueira (UDI) admitió en el debate de ayer miércoles en la Sala, que su sector y la oposición tenían, en su opinión, el 95 por ciento de coincidencias respecto del proyecto, por lo que instó a sus pares a buscar acuerdo en el mínimo en que aún existen diferencias.
Aunque en el oficialismo aún hay quienes estiman que ese giro no es tan radical, ya que el ascendiente del LyD nunca ha sido tan fuerte, también están los reconocen que sí lo era y que, efectivamente, ahora que la Alianza es gobierno, el think tank más influyente de la derecha ha perdido algo de poder. Entre los primeros, figura el senador Hernán Larraín (UDI), quien no duda es sostener que "Libertad y Desarrollo ha sido siempre un marco de referencia muy importante, pero eso no significa que hayamos seguido sus sugerencias en todos los ámbitos". Como ejemplo, el parlamentario explica que una excepción la constituye justamente el proyecto sobre negociación colectiva en el sector público, patrocinado por él mismo y que ayer fue rechazado por la Sala de la Cámara Alta.
Chahuán tiene la convicción de que ya que "somos gobierno, tenemos que dar señales de gobernabilidad tender puentes y estos se construyen no desde posiciones ideológicas herméticas, sino a través de abrirse, confrontar ideas y llegar a acuerdos. Ese es el desafío que tenemos por delante. Los institutos son importantes, pero el criterio político lo es más".
El senador añade que "no tenemos necesariamente que coincidir en un 100 por ciento", ya que en el Congreso "muchas veces tenemos que tomar decisiones políticas y, por lo tanto, tenemos que llegar a acuerdos". Con lo que, el parlamentario, hace una diferencia entre el rol del instituto y la tarea a la que se ven enfrentados diariamente los legisladores a la hora de analizar un proyecto de ley.
Otra cosa es con guitarra
Quien plantea más nítidamente la línea que separa el rol que ahora debe asumir la Alianza, en el marco de coalición gobernante, y la posición que defendía cuando era oposición, es el senador Andrés Chadwick (UDI). Para el parlamentario, LyD "cumple un rol, y está muy bien que lo desarrolle, en términos de ir marcando líneas en los ámbitos económico, social y político, según su visión. Pero otra cosa es con guitarra". A su juicio, el hecho de ser gobierno requiere que su programa y los proyectos que presente para cumplirlo sean aprobados, lo que necesariamente pasa "por llegar a acuerdos con personas que no piensan igual a uno y para ello hay que tener flexibilidad".
Desde el punto de vista de Chadwick "ahora se requiere más flexibilidad porque el rol de ser gobierno es diferente al de ser oposición. Ya que cuando se es oposición, uno puede mantenerse más en su pensamiento original que cuando se es gobierno". El parlamentario gremialista grafica su argumento, señalando que "si Libertad y Desarrollo tuviese a su cargo el Ministerio de Hacienda o de Desarrollo Social tendríamos los mejores proyectos, pero sin aprobar".
La posición de Andrés Chadwick muestra con nitidez que al mirar las cosas desde La Moneda cambia la perspectiva. Su análisis es compartido también por el senador de RN Francisco Chahuán. Ambos muestran el pragmatismo político con que un importante sector del oficialismo ha decidido actuar, desde que Piñera se instaló en La Moneda. El legislador de Renovación Nacional no sólo coincide con su par gremialista, sino que agrega un elemento adicional al análisis de por qué la Alianza se ha desmarcado de Libertad y Desarrollo este último año. En su opinión, esto se debe "no sólo a que somos gobierno, sino porque somos minoría en ambas cámaras y es necesario sacar adelante proyectos para los que se requieren acuerdos nacionales".
Chahuán tiene la convicción de que ya que "somos gobierno, tenemos que dar señales de gobernabilidad tender puentes y estos se construyen no desde posiciones ideológicas herméticas, sino a través de abrirse, confrontar ideas y llegar a acuerdos. Ese es el desafío que tenemos por delante. Los institutos son importantes, pero el criterio político lo es más", sentencia.
Un acuerdo en medio del debate
Así las cosas es que ayer miércoles el oficialismo logró llegar a un acuerdo con la Concertación, en el Senado. En un hecho inédito, se decidió convocar a una nueva comisión mixta a fin de resolver dos aspectos del proyecto que regula la venta y publicidad de la comida chatarra en que la oposición y el oficialismo no coinciden. Si la Cámara de Diputados lo acepta, se volverá a analizar la prohibición de vender comida chatarra en los establecimientos educacionales de nivel universitario, por un lado; por otra parte, también se reevaluará la prohibición de publicitar sucedáneos de la leche materna.
Se logre o no un acuerdo sobre estas materias, el proyecto se votará en paquete cuando vuelva a la Sala. Y no se descarta pedir un veto al gobierno para las materias que haya que resolver