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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

domingo, noviembre 08, 2015

PABLO RODRIGUEZ GREZ :¿ UNA TORMENTA PERFECTA ?


Domingo 08 de noviembre de 2015

¿Una tormenta perfecta?

Pablo Rodríguez: "Chile atraviesa por un trance difícil. Súbitamente hemos ido perdiendo el horizonte que hace algunos años se proyectaba con cierta claridad..."

Chile atraviesa por un trance difícil. Súbitamente hemos ido perdiendo el horizonte que hace algunos años se proyectaba con cierta claridad. Los partidos políticos, la Iglesia Católica, los empresarios, las relaciones exteriores, la vida sindical, la seguridad, el modelo educacional, el respeto hacia el Estado de Derecho, etcétera, que hasta ayer constituían bastiones de la institucionalidad, parecen haber colapsado de manera inesperada. ¿Qué nos sucede? ¿Enfrentamos, acaso, una nueva crisis moral como aquella denunciada por don Enrique Mac-Iver al comenzar el siglo XX? No es fácil desnudar sus causas ni advertir su evolución en el futuro. Lo cierto e indesmentible es que debemos asumir esta nueva realidad.

Desde luego, todo indica que existe una disputa, cada vez más evidente, sobre el ordenamiento político, económico y social a que aspiran las grandes mayorías. Quienes procuran su reemplazo, no obstante ser aparentemente minoritarios, han conseguido ponerlo en tela de juicio, magnificando sus debilidades, explotando sus errores y acallando sus éxitos. De este modo, se han ido erosionando sus bases, generando una atmósfera de inseguridad y desconfianza incompatible con su buen funcionamiento y, lo que es peor, generando un ambiente de descontento que abre paso a descabelladas aventuras populistas.

Este problema se agrava, todavía más, porque la ciudadanía no está preparada para resolver el derrotero que debemos seguir con suficientes conocimientos. De allí la conveniencia de un plan de educación cívica que objetivamente, sin sesgos ideológicos ni aprovechamiento partidista, permita dotar, a quienes están llamados a decidir nuestro destino, del bagaje teórico mínimo que supone una definición de esta naturaleza. ¿Será esto posible? Me temo que nada de ello ocurrirá mientras no se conozca el rol que jugará la empresa privada y el que corresponderá al Estado; se reafirme el compromiso leal de las autoridades con el cumplimiento de la ley; y se confirmen las garantías que se brinda al ejercicio de los derechos fundamentales. Por lo mismo, subsistirá la incertidumbre y seguiremos estancados en todos los planos del quehacer nacional.

El cuadro descrito cobra mayor importancia en el proceso de desintegración territorial del Estado en que se encuentran empeñados grupúsculos perfectamente individualizados. Es un hecho que los países limítrofes, como Perú y Bolivia, se afanan en desmejorar las deterioradas relaciones diplomáticas y consulares, al extremo de llegar a la injuria y la ofensa, más allá de las contiendas judiciales. Desgraciadamente, la mesura de nuestras autoridades se confunde con tolerancia y debilidad, todo lo cual redunda en beneficio de la campaña internacional de que somos víctimas y que a largo plazo influirá fatalmente en la sensibilidad de un tribunal de La Haya, más político que jurídico.

A lo anterior debe unirse lo que sucede en la VIII y IX Región, hondamente conmovidas por una guerrilla larvada, que se incrementa día a día y que cuenta con un apoyo externo celosamente camuflado. Como si lo señalado no fuere suficiente, un movimiento separatista está siendo alentado en el territorio insular, orgullo de todos los chilenos, con los riegos que esto implica. Súmese a lo mencionado la inseguridad que gravita en todas las personas y en todos los hogares, y el panorama no puede ser más oscuro.

Chile no progresa. Confluye en ello, además de la indefinición que reclamamos, la crisis mundial que golpea preferentemente a los países emergentes. Todo nuestro esfuerzo, entonces, debería volcarse en estimular el crecimiento económico y generar un sistema tributario que hiciera posible redistribuir el ingreso, desterrando de esta forma los excesos a que arrastra un desarrollo desigual y la acumulación injusta de la riqueza. Asimismo, poner el peso del desarrollo en los hombros de la empresa privada, porque el Estado es un pésimo administrador, y porque puede controlarse la actividad de los particulares mediante el estricto cumplimiento de la ley. ¿Acaso las investigaciones que conmueven a la ciudadanía en este momento no son consecuencia del buen funcionamiento de los controles instituidos en el sistema? Lo fundamental, en esta situación, es fortalecer el Estado de Derecho y organizar la vida ciudadana al amparo de las normas legales.

No se me califique de pesimista. Tengo fe en Chile, en sus reservas morales y en su capacidad para enfrentarse a la adversidad. Pero es urgente salir al encuentro de los problemas y no "bajarles el perfil" para no alterar la tranquilidad pública, estrategia muy atractiva, predilecta entre los burócratas, pero de alto costo para el país.

Pablo Rodríguez




























































































Fuente:emol

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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LA ESTUPIDEZ HUMANA CON SERGIO MELNICK

DESDE EL BLOG DE SERGIO MELNICK

DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE DE 2015Gente

Cipolla: la estupidez humana

LA IDIOTEZ no es lo mismo que la estupidez. Einstein sostuvo que había "dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y del primero no estoy seguro". El historiador y economista italiano, profesor de Berkeley Carlo Cipolla, trató de entender el curioso fenómeno de la estupidez humana. Así logró encontrar algunas reglas de la estupidez que ocurren en todas las sociedades, y fueron publicadas en su libro Las leyes fundamentales de la estupidez humana.  "Un estúpido, dice, es una persona cuyos actos tienen consecuencias negativas en la vida de otra persona o grupo de personas sin que eso le traiga algún tipo de beneficio a él mismo, pudiendo incluso dañarlo". Día a día son quienes entorpecen las actividades de los otros.

Cipolla describe cuatro tipos de individuos: los incautos (helpless), los inteligentes, los malvados y los estúpidos.  Incluso los malvados, a pesar de ser detestables, son racionales. Perjudican a otros, pero obtienen algún beneficio. Siempre habrá algo que negociar, o formas de protegerse.

La primera regla de Cipolla es que las personas siempre subestiman la cantidad de estúpidos que los rodean. Otra regla básica es que estos se distribuyen uniformemente en todas las actividades y tipos de ser humano; no depende de sus cualidades. Los hay en todas las profesiones, clases sociales, género, en todo nivel de educación, lúcidos, normales e idiotas, incluso premios Nobel, profesores y guías espirituales. Muchas veces la persona que siempre parecía inteligente y racional termina por ser un verdadero estúpido. Los estúpidos siempre aparecen en los momentos y lugares más inesperados e inconvenientes para destruir los planes del otro. Entre otros factores, las personas no son iguales, algunas son estúpidas y otras no. Esto, señala el autor, es una característica impuesta por la naturaleza y no por factores culturales. El ser estúpido es una particularidad que se tiene o no, tal como el tipo de sangre, el color de piel o de cabello.

La sociedad humana es de relaciones, entre los cuatro tipos de individuos. En cada relación siempre hay beneficios o pérdidas. Cada uno tiene una cuenta corriente con los demás. El ideal es ganar-ganar, propio de los inteligentes. Un estúpido es aquel que siempre perjudica al otro sin beneficiarse o incluso perjudicándose a sí mismo. No hay nada que hacer, por ello la única estrategia es arrancar a perderse. No tienen arreglo, no tienen racionalidad alguna. Uno siempre saldrá perdiendo. Son enormemente peligrosos, más aun cuando tienen cualquier poder a su disposición. La gente estúpida es peligrosa porque para las personas racionales es muy difícil comprender la lógica de ese comportamiento irracional. El malvado, en cambio, es predecible y por eso es posible defenderse de él. Pronosticar las acciones de un estúpido no es posible, por lo tanto atacará y herirá sin razón, sin un objetivo y sin un plan, en el lugar menos esperado, a la hora menos apropiada. No es posible predecir cuándo el estúpido dará su próximo golpe. El ataque de un estúpido casi siempre ocurre cuando tenemos baja la guardia.

La estupidez entonces es el tipo de personalidad más peligrosa que existe. Un estúpido es más peligroso que un malvado o un corrupto. Cuando los estúpidos entran a escena el cuadro siempre cambia completamente y para peor. Ellos causan daño sin dejar ningún tipo de ganancia o beneficio. La riqueza se destruye y la sociedad empobrece.

De acuerdo a Cipolla, la historia confirma que sin importar el periodo, un país progresa siempre y cuando haya personas suficientemente inteligentes (los que construyen y generan beneficios) en el poder y que sepan mantener a los estúpidos activos al margen, sin permitirles así destruir lo que los inteligentes han logrado. En un país con economía en retroceso existe la misma cantidad de estúpidos que en otro que progresa, pero la cúpula de la sociedad cuenta con más estúpidos y malvados, mientras que el resto de la sociedad está conformada por incautos. Tal configuración fortalece las consecuencias destructivas de los estúpidos y todo el país finalmente se va al diablo.

Este grupo es más poderoso que la mafia. Es un grupo no organizado, que no se rige por ninguna ley, jefe, estatuto o presidente y consigue estar en perfecta sintonía como si fuera guiado por una mano invisible, de modo que las actividades de cada uno contribuyen a reforzar y ampliar la eficacia de la actividad de los otros miembros. Como la cantidad de estúpidos está uniformemente distribuida, dice Cipolla, las elecciones son una ocasión de perjudicar a todos los demás sin obtener beneficio alguno. La burocracia es otro gran fomentador del poder de la estupidez. El inteligente, el malvado y el incauto saben que lo son; el estúpido simplemente no se da cuenta.

Hasta aquí la teoría de Cipolla, que la he resumido como este la presenta. Los comentarios y posibles interpretaciones son ahora de su exclusiva responsabilidad, pero recuerde que la distribución es homogénea en la sociedad.














































































































































































































Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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