(Los Andes). Durante años se afirmó que los vinos argentinos tenían una excelente oportunidad de crecer en el exterior pues los consumidores valoraban la alta calidad de los mismos en relación con su precio. O lo que es lo mismo, que al comparar cada peso gastado en los vinos argentinos con los competidores, se sorprendían por el producto que bebían. Al principio pudo ser un resultado cambiario, pero con el tiempo, esta relación se mantuvo más allá del deterioro progresivo del tipo de cambio. Más aún, con la crisis internacional, este atributo se hizo particularmente decisivo en algunos mercados como el norteamericano. La crisis empujó a muchas familias a recortar sus gastos y cambiar sus hábitos de compra. El vino no fue ajeno y tuvo una importante caída de demanda global. Sin embargo, no a todos los vinos les impactó por igual. Hubo desplazamientos de todo tipo. Los consumos fuera del hogar cayeron sustancialmente.
Los bebedores de vinos de alto precio cambiaron por una menor frecuencia de compra y se desplazaron hacia vinos de precios más bajos. Otros, optaron por sustituirlos por otras bebidas. Antes que probar nuevas marcas, muchos prefirieron concentrarse en las conocidas. Como se ve, desplazamientos en todas direcciones. Hubo entonces ganadores y perdedores. Durante los últimos años, la exportación de vino embotellado argentino se ha ido concentrando en franjas de precios más elevadas. En 2008, las dos categorías que concentraron la mayor facturación al exterior fueron la Ultra Premium (entre 40 y 360 dólares FOB la caja de 12 botellas) y la Super Premium (entre 27 y 40 dólares la caja). Entre ambas concentran el 60% de la exportación. Más interesante aún, es que estas franjas de precios son las que han mostrado la más altas tasas de crecimiento en los últimos años. Además, son las que mejor performance exhiben por la crisis, pues son las que reciben la demanda de consumidores habituados a consumir en franjas más elevadas de precios. Con la crisis también hubo concentración entre los exportadores argentinos. La preferencia de los consumidores de privilegiar el consumo de marcas conocidas tuvo derivaciones negativas para muchas bodegas que son relativamente jóvenes en la exportación y sus marcas no están aún posicionadas. Enseñanza Una buena relación calidad- precio tiene su recompensa. La clave es una alta eficiencia productiva y un culto a la calidad del producto. Los consumidores premian este comportamiento pero hay que aclarar que con tanta competencia, castigan duramente a quienes no lo respetan. Argentina tiene no menos de dos años por delante para continuar posicionándose en estos segmentos y los productores deberán ser extremadamente cuidadosos si ante la presión de costos internos buscan recuperar márgenes bajando la calidad. Por Javier Merino - Director de Área del Vino Fuente: Diario Los Andes, Argentina |