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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

lunes, abril 17, 2006

MINISTRO ROJAS: AGRICULTURA DEBE ADAPTARSE A LAS NUEVAS EXIGENCIAS DE CALIDAD DE LOS MERCADOS INTERNACIONALES

 

En entrevista con radio Cooperativa, el Secretario de Estado destacó las inmejorables posibilidades de nuestro país para consolidarse como potencia agrícola y alimentaría, pero enfatizó la necesidad de que nuestra industria siga trabajando en pos de alcanzar los estándares de calidad exigidos por los consumidores extranjeros. Respecto del impacto de la baja del dólar para el sector, Rojas apuntó que si bien esto implica una merma para las inversiones locales, debe ser asumido como una oportunidad para dar un salto en competitividad, innovación y agregación de valor de nuestros productos. Resaltó como prioritario dotar de herramientas concretas de mejoramiento de la calidad productiva a las más de 200 mil familias de pequeños agricultores que hoy existen a lo largo de Chile.

 

 

El ministro de Agricultura, Álvaro Rojas, afirmó que "Chile va a ser una potencia agroalimentaria" sintetizando de esta manera las posibilidades y desafíos que se vislumbran para el sector de cara la bicentenario.

 

En entrevista dada a radio Cooperativa dijo que "tenemos acuerdos con las principales economías del mundo, un sistema eficiente de control de plagas y en general una estructura agropecuaria instalada que nos da muchas posibilidades competitivas en términos de calidad y credibilidad".

 

Sin embargo, y a manera de seguir consolidando la imagen de nuestros productos, el Secretario de Estado destacó como área prioritaria de trabajo para estos 4 años, potenciar el sector alimentación. "Hoy, los grandes consumidores de nuestro productos se ubican en los mercados internacionales. Estos consumidores son personas sofisticadas que requieren de calidad de productos. Ellos apoyan su compra en ciertas propiedades alimentarias, sanitarias y ambientales de los productos, además de favorecer a empresas socialmente responsables. La mayor expresión de esta exigencia, tiene relación con el concepto de trazabilidad (una exhaustiva hoja de vida del producto desde su origen hasta el destino final), lo que implica que nuestra agricultura debe adaptarse a esta nueva realidad", acotó.

 

Esta adaptación a las norma internacionales, debe concebir también, a juicio de Rojas, un trabajo focalizado en el mejoramiento de la calidad de los productos de la pequeña y mediana agricultura, de forma que nuestro país no propicie un agro de baja categoría. Sentenció que "no puede existir 2 tipos de agro en Chile, un moderno y otro poco desarrollado con cerca de 200.000 familias agricultoras (cerca del 10 % de la población chilena). Por ello necesitamos empoderar a este segmento con los instrumentos adecuados para que puedan modernizarse. Ellos además son los protectores de nuestro patrimonio cultural, de lo chileno, y lo tradicional ya lo sabemos, es perfectamente posible de globalizar".

 

En lo referente al mercado interno, el titular de Agricultura desmitificó el hecho de que en Chile se consuman productos agrícolas de mala calidad o residuos de las exportaciones. De hecho argumentó que hoy existen en Chile altos estándares de calidad para los productos destinados al consumo interno y en condiciones de precio 5 veces mejores que en los mercados extranjeros.

 

Consultado por el impacto que la baja del dólar significará para el sector, Álvaro Rojas señaló que "es un hecho que nos golpea fuertemente. Por un lado, implica menos retornos para los exportadores y también una merma para los pequeños y medianos agricultores por cuanto se pueden importar productos a menor costo desde otros mercados. A mediano plazo esto significa una baja de las inversiones".

 

No obstante, destacó su confianza en que esto pueda ser suplido dando un salto en competitividad, innovación y agregación de valor de nuestros productos. "Dentro de esta línea, existe una fuerte tendencia mundial a que el agro aporte nuevas fuentes energéticas a la industria energética. De hecho, ya hay países que aprovechan por ejemplo el maíz o el trigo para la producción de metanol o los raps y la soya para la fabricación de aceite para motores. Entonces, países no productores de petróleo como el caso nuestro, pueden generar sus propios petróleos a partir de la agricultura. El Estado tiene un rol fundamental en la generación de políticas de innovación del sector agrícola".

 

Sobre el primer mes de gestión de la Presidenta Bachelet, el Ministro Rojas rescató el énfasis que se ha hecho en lo social, fundamentalmente con la puesta en marcha de una serie de medidas que apuntan directamente a beneficiar a los sectores más desprotegidos de nuestro país.

El Ministro de Agricultura, saludos Rodrigo González Fernández, agriculturablogger.blogspot.com; consulta

 

COMO "COMPLEJA Y DESAFIANTE" CALIFICÓ EL MINISTRO DE AGRICULTURA LA SITUACIÓN DEL SECTOR PROVOCADA POR LA BAJA DEL DÓLAR

Un llamado al sector agrícola a aprovechar la baja del dólar para realizar inversión tecnológica, hizo el ministro del  sector Alvaro Rojas, al término de la reunión que sostuvo con el Presidente del Senado, Eduardo Frei Ruiz- Tagle para analizar la situación que enfrenta el agro por el desfavorable tipo cambiario. El Secretario de Estado, calificó la situación como "compleja término de la reunión celebrada en la presidencia de la Cámara Alta, en el ex Congreso Nacional, en Santiago, el ministro Rojas,  calificó la situación como "compleja y desafiante".

De tan compleja que es la situación hay que pensar en los biocombustibles renovables, que permitirían una real alternativa a disminuir los problemas de energía, de empleo, de geopolítica, de contaminación, etc. Entoncesm agricultures de Chile a pensar en grande y solicitar al Gobierno una Politica de Estado en materia de biocombustibles.

Saludos Rodrigo González Fernández, biocombustibles.blogspot.com

 

CIUDADANOS SIN CONFIANZA

Franky  , Francisco Rubiales, de votoenblanco, en España ha escrito este artículo que lo comparto con ustedes. Francisco es doctor en periodismo y ha señalado ya reiteradas veces que nuestras democracias están enfermas.

 Las investigaciones sociológicas que se realizan en los países occidentales reflejan una preocupante y progresiva pérdida de confianza de los ciudadanos en sus líderes, en sus instituciones y en el mismo sistema democrático. Numerosos filósofos y sociólogos coinciden en señalar esa pérdida de confianza como uno de los problemas más graves del ser humano en el siglo recién iniciado.

 

Demasiadas experiencias y acontecimientos recientes han minado la confianza de los seres humanos en sus semejantes, en sus líderes y en el futuro. Europa entera está hoy políticamente alterada porque los "noes" de Francia y Holanda a la Constitución pusieron de manifiesto el creciente distanciamiento entre los políticos y los ciudadanos, entre los dirigentes políticos y los votantes.

 

Hay demasiadas razones para desconfiar: el sida ha inyectado desconfianza en las relaciones sexuales; el síndrome de las vacas locas nos hizo desconfiar de los alimentos; los atentados de Nueva York y Madrid inundaron de inseguridad y miedo la vida cotidiana; el estallido de la burbuja tecnológica nos obligó a escapar de la bolsa de valores; cuando descubrimos que las grandes empresas mundiales falseaban sus cuentas y auditorías, la duda y la sospecha invadieron el mundo profesional; la neumonía asiática hizo que millones de personas desconfiaran hasta del aire que respiraban y caminaran enmascaradas por las grandes urbes; la mentira reincidente, el mercantilismo y la pérdida de valores democráticos han convertido en extraños a unos medios de comunicación, considerados hasta hace poco como el principal baluarte de la fe ciudadana en el sistema; el comportamiento de los políticos a lo largo del siglo XX, plagado de guerras, exterminios, éxodos, crimenes de estado, terrorismo estatal, ingeniería social demente y mil desmanes más, ha hundido en la ciénaga la fe de los ciudadanos en sus dirigentes.

 

El fenómeno de la desconfianza se ha instalado en nuestro mundo con una fuerza tal que habría que retroceder a los tiempos convulsos del hundimiento del Imperio Romano o a la estupefación generada por la revolución de Copérnico para encontrar semejanzas. La desconfianza que nos envuelve no es un sentimiento leve ni debido únicamente a las leyes cíclicas, sino un trauma generado por cambios vertiginosos y profundos en la civilización.

 

Mientras que la economía y la comunicación avanzan hacía la globalización y las tecnologías de la información hacen posible un mundo pequeño con una portentosa capacidad de relacionarse, los seres humanos se refugian cada vez más en su interior y aprenden a vivir en el temor y la desconfianza. Es, probablemente la mayor paradoja de nuestra cultura: nunca antes el mundo fue más global, pero tampoco nunca antes el ser humano fue más solitario y receloso.

 

Son muchos los que opinan que nada ha dinamitado más la confianza de los humanos que la conmoción generada por el deterioro de las religiones, con especial protagonismo del integrismo islámico, capaz de asesinar masivamente en nombre de Dios, y de la perversión sexual y pederastia de centenares de sacerdotes católicos, a los que la fe en Dios y el ministerio sacerdotal no les impidió abusar sexualmente de miles de jóvenes inocentes en oscuros internados y en templos siniestros y opacos.

 

Estos nuevos desgarros en la confianza de los ciudadanos vienen a sumarse a los terribles embates padecidos a los largo del siglo XX, en el que la seguridad del hombre frente a sus instituciones quedó resquebrajada por factores como las dos guerras mundiales más cruentas de la Historia, el recurso sin piedad a la ingeniería social, practicado por regímenes totalitarios, las tensiones de la guerra fría y la utilización sistemática del asesinato por parte de muchos Estados para librarse de sus opositores.

 

Hasta los medios de comunicación han dejado de ser fiables para el ciudadano, consciente ya de que la mayoría de los periodistas y de los medios en los que tarabajan sirven hoy a algún tipo de poder y son más leales a sus pactos y alianzas con partidos políticos, gobiernos y grupos económicos que a los ciudanos y a la democracia.

 

Sin confianza en los liderazgos religioso y político, sin poder asirse a la prensa como independiente defensora de la verdad, el mundo se debate tristemente en la desconfianza, la desilusión y la confusión.

 

Sin embargo, a pesar de que los acontecimientos citados han tenido fuerza más que suficiente para demoler la confianza humana, ha sido la soledad el factor que ha dinamitado con mayor eficacia la seguridad y la fe del hombre en el mundo que habita. El ciudadano del siglo XXI se siente sólo ante el peligro, aislado en la multitud urbana, pequeño e impotente al lado de las grandes instituciones y empresas, inerme frente al Estado y sin poder apelar siquiera al apoyo que a lo largo de los siglos le ha prestado la comunidad, organizada en tribus, clanes, estirpes, fratrías, cofradías, hermandades, gremios, pe?as y otras agrupaciones. Ni siquiera la familia, bastión que supo aportar fuerza y solidez en épocas pasadas, es capaz hoy de mitigar los estragos de la soledad.

 

Del ciudadano, Francisco Rubiales , saludos desde votoenblanco, Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com