El pasado 7 de julio se celebró en todo el mundo el Día de la Conservación del Suelo, una buena excusa para ver el estado de uno de los mayores enemigos de la conservación de la superficie de la Tierra, el proceso de desertificación. Los expertos insisten en diferenciar entre la desertización y la desertificación. La primera de ellas, según explica el responsable de la Campaña de Aguas de la oenegé Greenpeace, Julio Barea, es la pérdida natural de salitres en el suelo, el avance del desierto. Cuando nos referimos a desertificación, añade Barea, "hablamos del mismo proceso provocado por la acción del hombre". La desertificación está íntimamente ligada con la biodiversidad y con el cambio climático.
Según la ONU, España es el país más árido de Europa. Un tercio de su superficie sufre una alta desertificación y un 6% se ha dañado de forma irreversible. Para luchar y controlar la desertificación, el Ministerio de Medio Ambiente creó el Programa Nacional contra la Desertización que, en un estudio de 2001, señala como las zonas más dañadas por este fenómeno, la cuenca mediterránea y las Islas Canarias. Entre las acciones humanas que fomentan este proceso, destacan la sobreexplotación del agua, la tala de árboles o la agricultura intensiva, entre otras cuestiones, a las que hay que añadir la desertización natural y el cambio climático.
Los expertos coinciden en afirmar que la sobreexplotación del suelo es la principal razón de este proceso. Así, el experto en desertificación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Gabriel de Barrio, asegura que "la desertificación no viene dada por períodos de sequía o de catástrofes, sino que viene inmediatamente después de un periodo bueno. La gente se anima ante el buen momento y empieza a sobreutilizar los recursos". Pese a esto, el investigador asegura que hay veces en las que el concepto desertificación puede llevar a confusión. En zonas como Castilla-La Mancha o Aragón se da una desertificación derivada, es decir, son zonas que potencialmente deberían estar ocupadas por bosques y que en su día fueron talados o mal gestionados y ha dado lugar a zonas con una vegetación pseudoesteparia que tardará siglos en recuperarse pero que no se pueden considerar desertificados. De Barrio se refiere al desierto de Tabernas como ejemplo de zona que también se cree afectada por este proceso y que, sin embargo, es así por causas naturales.
Con respecto a la Comunitat Valenciana, el experto asegura que su problema es la dependencia de un agua que no siempre tiene disponible, "la desertificación implica la degradación irreversible de recursos naturales como consecuencia de haberlos extraído en tasas no sostenibles". "Este problema a nivel nacional no aparece en la Comunitat Valenciana", añade.
Prevenir la explotación
La desertificación es un proceso de degradación por el que el suelo puede llegar a tardar siglos en regenerarse, de ahí que en muchas ocasiones se diga que es irreversible. Para de Barrio, "llega un punto en que el hombre no la puede manejar. Hay que prevenirla en lugar de esperar a que haya sucedido para buscar soluciones".
Tanto el investigador del CSIC como el responsable de Greenpeace aseguran que, debido a que este fenómeno suele producirse por sobreexplotación, es necesario una mejor planificación y revisión de los modelos energéticos y agrícolas. Esto incluiría una producción agrícola y ganadera adecuada a las necesidades ya que los excedentes siempre se obtienen abusando de los recursos naturales.
Al mal uso del agua y del suelo -o, lo que es lo mismo, la sobreexplotación de ambos como causantes de la desertificación-, hay que añadir los efectos del cambio climático. Se estaría hablando en este punto de desertificación natural. Según datos de Greenpeace, el cambio climático produce que los periodos de sequía se alarguen, con una disminución del 20% de las precipitaciones y, por ello, un aumento de la frecuencia de los incendios naturales y de su intensidad.
La desertificación, aliada con la subida del nivel del mar provocada por el cambio climático, puede llegar a provocar que ecosistemas como Doñana, el Delta del Ebro, las Tablas de Daimiel o las Lagunas de Villafáfila acaben por desaparecer.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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