Una investigación divulgada este lunes sobre el calentamiento global en la historia de la Tierra llegó a la conclusión de que se multiplicó el consumo de alimentos por parte de los insectos y, por ende, sugiere que el cambio climático actual acelerará el daño de las cosechas y la deforestación.
Los investigadores, que estudiaron el impacto del anterior calentamiento en la flora prehistórica, hallaron que provocó un gran daño en la vegetación debido a un incremento de la alimentación de los insectos.
Las plantas prehistóricas parecen haber sido víctimas de un intenso ataque de una población de insectos extrañamente abundante y voraz.
Los científicos creen que el incremento de las temperaturas causó una migración de insectos desde los trópicos a nuevos hábitat en latitudes tradicionalmente más frías, mientras que niveles más altos de dióxido de carbono dificultaron su acceso a los nutrientes que contienen las plantas.
"Nuestro estudio muestra convincentemente que hay un vínculo entre la temperatura y el consumo de hojas de los insectos", dijo Ellen Currano, una estudiante de posgrado de la Universidad estatal de Pensilvania.
"Cuando aumenta la temperatura, también se incrementa la diversidad del daño causado por la alimentación de los insectos en las (diferentes) especies de plantas", agregó la autora principal del estudio publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Currano y sus colegas examinaron más de 5.000 fósiles de hojas que hallaron en la cuenca del Bighorn en Wyoming (oeste de Estados Unidos), que datan del período conocido como máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM), y los años inmediatamente anteriores y posteriores.
El PETM es el nombre que recibe un período de calentamiento abrupto ocurrido hace unos 56 millones de años y que coincidió con una triplicación temporal del dióxido de carbono en la atmósfera. Las temperaturas aumentaron 4 y en algunos lugares hasta 10 grados Celsius.
Los científicos dicen que ese período de cambio climático es comparable al actual calentamiento global, que resulta en gran parte de la emisión de gases de efecto invernadero.
Currano y sus colegas encontraron que las hojas fosilizadas del PETM habían sufrido, a causa de la alimentación de los insectos, un mayor daño que las hojas de los años anteriores y posteriores a ese período geológico.
La evidencia sugiere que una mayor diversidad y número de predadores se alimentaban de las plantas -y se alimentaban con más intensidad- que antes y después.
Investigaciones anteriores muestran que los animales amplían las áreas en las que viven cuando las temperaturas se elevan. También se ha comprobado que las plantas que crecen bajo mayores concentraciones de dióxido de carbono tienen menos nutrientes, y por ello los insectos deben comer más.
Para saber "si lo que pasó entonces es ilustrativo de lo que puede pasar hoy, debemos esperar a ver si los insectos de los trópicos y subtrópicos se desplazan a latitudes más al norte y al sur, y (si se constata) un mayor daño en las plantas que crecen en esas regiones", concluyó Currano.