El director ejecutivo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Rodrigo Vega, estimó que de aquí al año 2010 el "país podría estar utilizando a escala comercial biocombustibles derivados de la agricultura" y que "para ese año nuestros combustibles fósiles ya podrían incorporar entre un 5 y un 10% de etanol proveniente de la industria agrícola nacional".
La proyección la realizó durante un encuentro con medios especializados, para los cuales aportó antecedentes y estimaciones de la producción de biocombustibles en Chile.
"La tecnología para producir bioetanol a partir de maíz, trigo y otros cultivos ya existe y se pueden comprar fábricas de etanol llave en mano de diversos proveedores. Lo mismo ocurre con la tecnología para producir biodiésel de oleaginosas que se producen actualmente en Chile. Por ende, la meta de producir etanol de aquí al Bicentenario es perfectamente posible, incluso a más corto plazo" declaró.
El representante de FIA indicó que los biocombustibles "constituyen una oportunidad para la agricultura chilena" y que "su producción traerá trabajo y crecimiento económico para el sector silvoagropecuario, además de reducir la contaminación del aire y el efecto invernadero global".
"Más allá del año 2010 el país debe prepararse para producir biocombustibles de segunda generación, como se denomina a los que se obtienen de materias lignocelulósicas, que son los rastrojos agrícolas como la caña del maíz, paja de trigo y otros, pastos, hierbas y madera, especialmente residuos de la industria forestal y desechos de la silvicultura, como podas y raleos no comerciales. Estas son materias primas con escaso o nulo valor en la actualidad, que pueden ser aprovechadas para producir biocombustibles líquidos y gaseosos en biorrefinerías integradas. Estas tecnologías se están desarrollando en el mundo y calculamos que tendrán aplicaciones comerciales a partir del año 2010 en adelante" precisó.
Vega indicó que "frente a los altos precios del petróleo y la incertidumbre del abastecimiento del gas argentino, la necesidad de buscar alternativas energéticas se vuelve patente. Considerar otras fuentes de combustibles renovables, entre las que se destacan los biocombustibles derivados de la agricultura, resulta prioritario para reducir nuestra vulnerabilidad energética como país".
De acuerdo al director de FIA, los beneficios medioambientales de los biocombustibles frente a otras alternativas energéticas son fundamentalmente dos: por una parte reducen las emisiones de material particulado y gases de azufre y carbono, lo que incide en la mejor calidad del aire, y en segundo lugar, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global, debido a que los cultivos agrícolas capturan CO2 del aire para crecer y lo liberan cuando se cosechan, pero en los años siguientes se repite el ciclo de captura y liberación de CO2, con lo que las emisiones se anulan. "Los biocombustibles constituyen una energía limpia, amigable con el medio y alcanzable para la producción agrícola chilena en el corto plazo" resume Vega.
Impactos en la Agricultura
El director de FIA explicó que la institución que depende del Ministerio de Agricultura se encuentra en un proceso de estudio de los temas y materias que es necesario clarificar y analizar para facilitar la toma de decisiones sobre una política de Agroenergía y Biocombustibles. "FIA está contribuyendo a que se respondan numerosas preguntas claves relacionadas con la cadena de producción, que va desde la siembra, cosecha y almacenamiento de la materia prima hasta la elaboración, transporte y almacenamiento en los lugares de expendio, incluidos los controles de calidad correspondientes" indicó Vega.
El ejecutivo agrega que desde FIA también se está promoviendo el perfeccionamiento y capacitación de profesionales e investigadores que puedan incorporarse al desarrollo de los biocombustibles de segunda generación.
El impacto en la agricultura será beneficioso, declaró. "Una mayor demanda por la producción agrícola creará más empleo en el campo y en la agroindustria derivada y mayores inversiones en nuevas fábricas, junto con más requerimientos de transporte y almacenamiento" detalló.
"Por ejemplo, se podrían adaptar especies vegetales que no están en el país o, que estando presentes, no son utilizadas con fines comerciales, como es el caso del ricino, la jojoba y otras. En el caso de los biocombustibles de segunda generación, se pueden abrir grandes posibilidades comerciales para desechos y residuos lignocelulósicos que en la actualidad no tienen uso comercial. Al respecto, puede ser una gran oportunidad para la madera de mala calidad presente en el bosque nativo nacional" explicó.
"En la actualidad, se estima que la producción de bioetanol de maíz y biodiésel de raps es la que cuenta con mejores perspectivas. No obstante, la obtención de biocombustibles lignocelulósicos, o de segunda generación, son los que tendrían mayor potencialidad en Chile", estima el director de FIA.
Política Nacional de Biocombustibles
El ejecutivo explicó que para avanzar en el tema es necesario debatir e implementar una Política Nacional de Biocombustibles, que debería definir, por ejemplo, porcentajes de mezclas de biocombustibles con los combustibles fósiles existentes en el mercado y los plazos de aplicación, así como incentivos tributarios para los inversionistas del sector industrial y para los productores agrícolas interesados en implementar la tecnología. También, señala, el país debería establecer normas y sistemas de control de calidad de los biocombustibles y las mezclas, especialmente en los lugares de expendio, así como el tratamiento tributario de estos recursos.
"Es necesario iniciar un debate que apunte a definir esta política nacional. Los productores agrícolas, los inversionistas en industrias transformadoras y los consumidores deben conocer las normas para actuar en consecuencia" declaró el ejecutivo.
Rodrigo Vega mencionó que entre los temas que el sector deberá definir están el evaluar el balance energético de los biocombustibles derivados de los cultivos tradicionales y nuevas variedades, esto es, cuánta energía fósil (petróleo) se consume en la cadena para producir una unidad de biocombustible. También indicó- se deberán identificar las especies vegetales que no están presentes en el país y que parecen promisorias y probar su posible adaptación a las condiciones de suelo y clima nacional.
De acuerdo al ejecutivo, la investigación deberá incluir también un análisis de la disponibilidad y uso actual de suelos, riego, mano de obra y técnicas de producción, a nivel regional y nacional, para prever posibles situaciones de competencia entre alimentos, agroexportación y biocombustibles. También analizar y comparar la eficiencia económica y limpieza ambiental de las diferentes tecnologías que se ofrecen en el mercado internacional para elaborar los biocombustibles, con el fin de racionalizar su adquisición. "Es conveniente analizar la experiencia de los países que ya han establecido el uso de los biocombustibles, considerando situaciones positivas y negativas en su aplicación. En este plano, deberemos observar con mucho detalle lo sucedido en países líderes en aplicación de biocombustibles, tales como Brasil, Estados Unidos, Europa, Canadá, entre otros países" finalizó.
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