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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

miércoles, mayo 11, 2016

GONZALO ROJAS Girardi y la felicidad

Girardi y la felicidad

"Los primeros, los políticos que procuran la felicidad de sus conciudadanos, habitualmente invocan alguna teoría. Siempre tienen algo detrás: una religión, o una doctrina, o una ideología o, al menos, uno que otro sentimiento humanitario, producto de alguna experiencia personal..."

La buena fe hace pensar que la mayoría de los políticos busca que las personas sean felices. O algo así. 

Alguno habrá que quiera otra cosa, como la exaltación de su ego o el placer asociado a su poder. Pobre: se comerá frío el plato con que la vida se vengará de él. Se han visto vivos cargando esos adobes. 

Los primeros, los políticos que procuran la felicidad de sus conciudadanos, habitualmente invocan alguna teoría. Siempre tienen algo detrás: una religión, o una doctrina, o una ideología o, al menos, uno que otro sentimiento humanitario, producto de alguna experiencia personal. 

El senador Guido Girardi postula ciertamente una teoría de la felicidad. Y es meritorio que con frecuencia la exprese, a diferencia de muchos colegas suyos en el congreso -tantos hombres de derecha entre ellos- que prefieren un lenguaje chato y plano. 

Girardi se define como ecologista, partidario de los derechos civilizatorios básicos, de la alianza entre las cúpulas partidarias y los ciudadanos. No es poco para estos tiempos de planicie conceptual. 

Lo más interesante es que viene procurando desde hace años que su teoría de la felicidad se concrete en la vida de las personas humanas, de los animales y de los vegetales: derechos sexuales y reproductivos, aborto, matrimonio igualitario, medioambientalismo, derechos animales en virtud de su dignidad, estatus de seres sintientes para las plantas, etc. 

Pero la teoría de la felicidad subyacente a los planteamientos de Girardi no es en realidad el ecologismo bajo ninguna de sus formas, sino el naturalismo materialista, esa creencia de que existe un solo gran ser cósmico, autogenerado y autodeterminado, en el que aún se expresan algunas fallas de coordinación entre sus diversas manifestaciones, debido a algo así como un proceso de ensayo y error en que la culpabilidad fundamental de los desaciertos la tiene el mismo ser que diagnostica, el humano (porque de los lobitos marinos no se conoce aún teoría alguna sobre el tema). 

Si Girardi fuera en realidad ecologista, si tuviera un verdadero logos sobre la tierra, procuraría marcar cada día más las diferencias entre los humanos y el resto de la realidad, justamente para que sean sus conciudadanos los que puedan gozar de "derechos civilizatorios básicos", de acuerdo a la especial dignidad humana, es decir, para que todos puedan nacer; para que, a continuación, los nacidos puedan gozar de la más básica ecología celular, la familia, formada por un padre y una madre; y para que todos puedan crecer alimentándose adecuadamente de animales y plantas. 

Gran parte de eso está en Laudato si' , la ecología certera del Papa Francisco; otro poco en la aportación de Eugenio Tironi, en su "La felicidad no es cosa de otro mundo". 

Pero Girardi va en la dirección exactamente contraria, va camino de un naturalismo materialista integral, cuyos próximos pasos acercarán sus proyectos al mundo de Huxley. Algo, en todo caso, por ahora no cuadra: la insistencia del senador en el peso de su propia individualidad: "fuimos nosotros, construimos, creamos, somos, pusimos, soy el autor, he presentado, hemos hecho, acabo de presentar": son los modos en que Girardi afirma su actividad creadora, todavía curiosamente fuera del magma cósmico en el que se siente llamado a integrarse. En el naturalismo de su teoría de la felicidad, atención senador, todavía falta disolver a su propia persona como un simple e indiferenciado átomo. 

Si no fuera por los enormes sufrimientos que esas tesis ya causan a las personas, si no fuera por el dolor que el propio Girardi podría experimentar como consecuencia de su acción, sería interesante verlo sentado comiéndose ese plato siempre frío. 



























































































Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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MARIO VARGAS LLOSA LA LIBERTAD

Vargas Llosa y la libertad

Por Magdalena Piñera el 10 de mayo de 2016

Foto de mediatheque.lindau-nobel.org

Mientras algunos solo valoran la libertad para hacer negocios, comprar y vender, otros solo aprecian la libertad para manifestarse públicamente o elegir determinadas formas de vida. Algunos solo echan de menos la libertad cuando la oprime una dictadura de derecha pero callan y miran para el lado cuando la asfixia una de izquierda.

Mario Vargas Llosa, el creador de maravillosas novelas y cuentos, y autor de brillantes ensayos y crónicas, cumplió en marzo pasado 80 años de vida. Ocho décadas de imprevisible trayectoria porque a pesar de su historia y de las experiencias sociales de su generación, abandonó las ideas de izquierda para abrazar la cultura de la libertad. Imprevisible porque aunque ya era un escritor aclamado y reconocido, fue capaz de bajar del pedestal de celebridad para meterse frontalmente en la política, asumiendo nada menos que una candidatura presidencial. Imprevisible porque con sus 80 años, lejos de llevar la reposada vida de un jubilado, sigue avanzando adelante sin pausas y sin dormirse en sus bien ganados laureles.

Hace poco se publicó "Ideas en libertad" un libro escrito en homenaje al cumpleaños del genial escritor peruano y español. En este texto, 80 hombres y mujeres provenientes no solo del mundo de la literatura sino también de la política, el periodismo, la economía, la educación y la cultura, ámbitos que, entre otros, han sido tocados e influenciados por la vasta obra de Vargas Llosa. El común denominador de los ochenta testimonios es la libertad como idea y principio moral, social, político y económico. Libertad cuya defensa y promoción han motivado gran parte del trabajo artístico e intelectual del Premio Nobel de Literatura de 2010.

Hace unos años tuve el honor de conocerlo, y hace pocos días, también pude entrevistarlo. Nos habló de su preocupación por el populismo tanto de izquierda como de derecha que asola a Latinoamérica, y que hoy también está presente en Estados Unidos en la candidatura de Donald Trump. También nos confesó su deseo de escribir la segunda parte de "El pez en el agua" y nos contó sobre cómo concibe el amor. Escuchándolo es posible constatar que su compromiso por la libertad es total y no admite excepciones ni oportunismos, tal como lo demostró en su viaje a China el 2011 cuando consultado por una reportera de TV de un canal oficialista sobre cuál era su palabra favorita en español, respondió: "Libertad" añadiendo porque "resume las mejores aspiraciones de los seres humanos". En esa ocasión Vargas Llosa reconoció el gran desarrollo económico chino pero también tuvo coraje para expresar que esperaba que ese desarrollo también tuviese un correlato político.

Y es que en la concepción de la libertad de Vargas Llosa hay una lección sobre cómo ella deber ser comprendida porque hay quienes tienen una mirada hemipléjica de la libertad. Mientras algunos solo valoran la libertad para hacer negocios, comprar y vender, otros solo aprecian la libertad para manifestarse públicamente o elegir determinadas formas de vida. Algunos solo echan de menos la libertad cuando la oprime una dictadura de derecha pero callan y miran para el lado cuando la asfixia una de izquierda. Otros promueven la libertad sexual pero niegan la libertad de cultos y de conciencia, censurando la participación política de quienes profesan determinadas confesiones religiosas. Finalmente hay quienes creen defender la libertad pero en realidad la degradan al confundirla con simple autonomía o con la posibilidad de hacer o decir cualquier cosa.

La libertad humana tiene diversas facetas y se manifiesta de múltiples maneras pero ella es una sola. Es el único medio que permite a las personas crecer, realizarse plenamente y alcanzar sus fines, y por esa razón debe ser siempre respetada y amparada por el Estado y por la sociedad civil íntegramente sin reservas, cálculos ni dogmatismos, en todo lugar, tiempo y circunstancia.

Felicidades entonces a Mario Vargas Llosa y bienvenida sea la libertad en todas sus formas y para todos los chilenos.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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