El entusiasmo hoy es palpable entre funcionarios y ex funcionarios estadounidenses y latinoamericanos, centros de estudios regionales e instituciones multilaterales alrededor de esta tesis: la búsqueda estadounidense de alternativas al petróleo podría llevar a niveles de cooperación sin precedentes en el Hemisferio Occidental, con los beneficios estratégicos, sociales y ambientales prometidos por tanto tiempo por los promotores de la integración comercial.
Como lo explicó en su discurso sobre el Estado de la Unión el mes pasado, el presidente Bush quiere reducir el consumo de gasolina en un 20 por ciento en 10 años, lo que requerirá 35 mil millones de galones anuales de combustibles alternativos para el 2017. Expertos en el tema coinciden que para alcanzar esa meta, Estados Unidos necesitará proveedores extranjeros de biocombustibles, particularmente etanol, el biocombustible más usado hoy en día.
América Latina se encuentra en una posición única para ser el principal proveedor de etanol. A pesar de un subsidio estadounidense de 50 centavos por galón a sus productores de etanol y un arancel de 54 centavos por galón al etanol importado, productores latinoamericanos y del Caribe suministraron casi el 10 por ciento del consumo estadounidense el año pasado. De hecho, el 80 por ciento de la producción mundial de biocombustibles en el mundo proviene de las Américas.
BRASIL, PAÍS CLAVE.- La mayor parte del etanol importado por Estados Unidos viene de Brasil, el mayor exportador mundial y líder de la industria de biocombustibles. Con más de 30 años de experiencia en etanol de caña de azucar, Brasil ha logrado independizarse del petróleo más que cualquier otro país, al reemplazar el 40 por ciento del consumo de gasolina por etanol.
Pero al igual que Estados Unidos, Brasil podría pronto verse en dificultades para satisfacer su creciente necesidad de biocombustibles. Adicionalmente, la demanda mundial está en aumento como consecuencia de que por lo menos dos docenas de países están considerando nuevas disposiciones de uso de biocombustibles.
NUEVA ALIANZA ENERGÉTICA.- Debido a que la demanda sobrepasará su capacidad productiva, Estados Unidos y Brasil están a punto de desarrollar una nueva alianza energética. Los mismos dos países que en años recientes han estado enfrentados por prioridades económicas y comerciales, paralizando la integración comercial hemisférica, ahora ven crecer sus industrias de biocombustibles como aliados en vez de contendores, según Marcos Jank, presidente del Instituto brasileño de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales. En las palabras de Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, la bioenergía se está convirtiendo en "un gran punto de encuentro de las Américas".
Parte de sus intereses comunes será motivar a otros países para que contribuyan a aumentar la producción. En ese sentido, Guatemala, Perú y Colombia, grandes cultivadores de caña de azúcar en la región, podrían beneficiarse del boom en la demanda de etanol. Los tres, considerados productores muy eficientes, extraen más azúcar por hectárea que Brasil, cuyos productores a su turno son ocho veces más eficientes que los productores estadounidenses de etanol de maíz. Colombia también, como el quinto principal exportador de aceite de palma, podría convertirse en fuente de biodiesel.
¿UN NUEVO GOLFO PÉRSICO?.- "En la medida en que haya una demanda global, América Latina será el Golfo Pérsico de los biocombustibles, con la diferencia de que América Latina es mucho más estable como fuente de energía", dijo David Rothkopf, alto funcionario comercial durante la administración
Clinton y autor de un nuevo informe solicitado por el BID sobre la bioenergía en las Américas. Según el estudio, nuevas inversiones por $200 mil millones de dólares serán necesarias para que los biocombustibles lleguen a representar un 5 por ciento del consumo mundial de combustibles en el 2020.
Todavía no es claro hasta que punto Estados Unidos y Brasil planean compartir tecnología, establecer estándares comunes de producción, desarrollar infraestructura y eliminar barreras arancelarias a lo largo de la región. La administración Bush ha programado dos reuniones el mes entrante con el Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva incluida una sesión en Camp David donde se espera que ambos líderes hagan el lanzamiento oficial de la nueva alianza energética.
Históricamente, el interés en combustibles alternativos ha decaído tan pronto caen los precios del petróleo. En esta ocasión, afirman los expertos, el aumento en el precio mundial del petróleo el año pasado, agregado a una fatiga general causada por la inestabilidad de proveedores de petróleo y a una creciente preocupación por el calentamiento global, mantendrán el interés de los inversionistas públicos y privados a largo plazo. Ciertamente, Brasil es el mejor ejemplo de los beneficios de mantener vivo ese interés. El país sudamericano aventaja a los demás países por haber conservado su programa de biocombustibles a pesar de las fluctuaciones en los precios del petróleo.
RIESGOS.- Debe quedar claro que los combustibles alternativos no están libres de riesgos ni son una panacea para la independencia del petróleo o la protección ambiental. El año pasado, por ejemplo, la producción de etanol en Estados Unidos disparó el precio del maíz en un 80 por ciento, lo que causó que el precio de productos alimenticios básicos aumentara.
Si bien todo el entusiasmo generado por esta nueva cooperación debe moderarse en vista de estas consideraciones, los biocombustibles están destinados a jugar un importante papel en nuestro futuro consumo energético y eso debería presagiar buenas cosas para las Américas.
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Marcela Sánchez es columnista del diario El Estandar.
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