Pese a las críticas, la CE mantiene el objetivo de que los vehículos consuman un 10% de biocarburantes en 2020
En su producción se emiten grandes cantidades de CO2 y se contamina el suelo La UE debate si los biocombustibles son tan renovables, verdes y baratos
Fuente: El Mundo
Fecha: 04-02-2008
No se revelan ni tan verdes ni tan baratos ni tan eficaces, pero los biocombustibles siguen siendo una de las grandes apuestas de la UE para la energía renovable de la próxima década. Los Veintisiete estarán obligados a que el 10% de lo que consumen coches o aviones sea fuel derivado de cereales, azúcar o desechos, según el plan contra el cambio climático presentado por la Comisión Europea y a debate durante este año .
Para conseguir una reducción del 20% de emisiones de efecto invernadero en 2020 respecto a 2005, todos los países de la UE deben utilizar al menos ese porcentaje de biocombustible en el transporte. Es la única meta paneuropea incluida en los objetivos nacionales de energía renovable -que varían entre el 10% de Malta y el 49 de Suecia (España se queda en la media, el 20%)- y aprobada hace un año por los jefes de Estado y de Gobierno sin discusión, porque, hasta ahora, no había controversia.
Los métodos tradicionales para obtener etanol, el más común de los combustibles alternativos, no son siempre verdes por mucho que deriven de plantas, ya que su producción también emite dióxido de carbono (CO2), aunque en menor cantidad que el petróleo o el carbón, y amenaza con causar la deforestación para el cultivo de cereales subvencionados y disparar aún más la pobreza en el Tercer Mundo por la subida del precio de los alimentos básicos, como alerta el Fondo Monetario Internacional.
Cultivos industriales
El cultivo, masivo, porque el etanol rinde menos que los combustibles fósiles, necesita tractores y otros vehículos, que generan más polución, fertilizantes de nitrógeno, derivado del gas natural, y grandes cantidades de agua.
La segunda generación de biocombustibles, con los restos de la madera, los residuos animales o la basura urbana, ya se desarrolla en la UE, sobre todo en Alemania, Reino Unido, Italia y España: en Lleida hay una de las mayores plantas de biogás en Europa. Pero los combustibles más prometedores aún avanzan despacio, por lo que la Comisión intenta mejorar los estándares de los actuales, muy variables, entre el etanol obtenido del maíz, el más sucio, en general, o el de la caña de azúcar, más eficaz y limpio si proviene de la agricultura biológica.
El tipo ideal debe ahorrar, al menos, un 35% de emisiones respecto al petróleo y no debe proceder de bosques tropicales, zonas arboladas o parques naturales, según la propuesta de la Comisión. Aún así, una parte del Parlamento Europeo, que también votará el plan, y los grupos ecologistas demandan que el ahorro exigido sea superior, entre un 50 y un 60%, y se quejan de que las obligaciones sólo se apliquen para biocombustibles producidos a partir de enero de este año y no se incluya la prohibición de los nacidos en las praderas, zona de cultivo habitual en Centroeuropa.
La Cámara de los Comunes británica también ha criticado esta elección «prematura» vistos «los importantes riesgos medioambientales asociados con las tecnologías actuales». Aunque un informe de expertos de la Comisión advierte sobre los mismos peligros, el comisario de Energía, Andris Piebalgs, sigue defendiendo esta opción, «la única alternativa al petróleo», que emite más CO2 en su extracción y transporte y daña las economías europeas por su precio en ascenso, el principal motivo por el que compañías como Airbus buscan alternativas (el viernes, su superjumbo hizo el primer vuelo con una mezcla de gas natural).
Greenpeace insiste en que cuando los líderes de los Veintisiete acordaron el objetivo de biocombustibles, en marzo de 2007, pidieron que fueran «sostenibles». «Crecen las evidencias de que esta condición no se puede cumplir», explican los ecologistas en un reciente análisis.
Pese a las críticas de que los requisitos no son suficientemente estrictos, los mínimos entrarán en un mercado descontrolado. Así, la UE no importará combustibles de los agricultores iberoamericanos que se expandan en las selvas vírgenes, algo que ya es ilegal, pero crece ante la impotencia y, a veces, la complicidad de esos países.
Los biocombustibles de la próxima generación, derivados de los residuos urbanos o los purines del ganado, necesitarán poca agua y contaminarán mucho menos, pero su éxito ecológico dependerá de cómo se desarrollen.
Pese a las críticas de que los requisitos no son suficientemente estrictos, los estándares mínimos comunitarios filtrarán un mercado descontrolado. Así, por ejemplo, la UE exigirá una garantía comercial para no importar combustibles de los agricultores latinoamericanos o del Sudeste asiático que se expandan en las selvas vírgenes, algo que ya es ilegal, pero crece ante la impotencia y, a veces, la complicidad de las autoridades locales.
Los biocombustibles de la próxima generación, derivados de los residuos urbano y agrícolas o los purines del ganado, si se perfeccionan, necesitarán poca agua y contaminarán menos, pero su éxito ecológico dependerá de cómo se desarrollen.
«Si estos combustibles de segunda generación no se producen con el objetivo de maximizar los beneficios sociales y ambientales, no tendrán más valor que el etanol de maíz más sucio», aseguran Raya Widenoja y Brian Halweil, del Worldwatch Institute, un centro de investigación de Washington.
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD
SOCIAL EMPRESARIAL DE LA ONU
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