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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

miércoles, octubre 23, 2013

transgénicos

28 naciones cultivan semillas transgénicas para el mercado 

Brasil, el segundo productor mundial. En el Centro de Tecnología Canavieira, en Sao Paulo, se hacen experimentos con caña de azúcar. 

Jaime Plaza / EL COMERCIO 
 Roxana Cazco  Corresponsal en Madrid Miércoles 23/10/2013

 Maíz, soya y algodón son los tres grandes productos transgénicos del mundo. Estados Unidos lidera la producción de estos alimentos -llamados también biotecnológicos- (unidos a la canola, remolacha azucarera, alfalfa, papaya y calabaza) con 69,5 millones de hectáreas en plantaciones. Le siguen dos países latinoamericanos, Brasil -reconocido en el sector como "el motor de crecimiento" de los cultivos modificados genéticamente (MG)-, con 36,6 millones de hectáreas; y Argentina, que tiene 23,9 millones de hectáreas de siembra transgénica. El informe Situación anual de los cultivos biotecnológicos 2012, del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-Biotecnológicas (ISAAA, en sus siglas en inglés) incluye además a Canadá, India, China, Paraguay, Sudáfrica, Pakistán y Uruguay en el 'top ten' de la producción. "Los transgénicos están demonizados por las organizaciones ecologistas", dice a EL COMERCIO Juan Orellana, profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Madrid. Para él, son productos más ecológicos y suponen una mejora económica y productiva para la agricultura. "Además, tienen controles de calidad y pureza -previos a la comercialización- mucho mayores que los convencionales", añade. Se controla por ejemplo que no incluyan sustancias alérgicas y que generen solo las proteínas para las que fueron elaborados. La regulación en Europa la fija una directiva común a todos los países miembros. Más ecológicos -explican los expertos- porque la manipulación genética de una planta permite que desarrolle mecanismos de defensa frente a las plagas o a las malas hierbas. Lo cual reduce el uso de pesticidas, herbicidas y otras sustancias tóxicas que afectan al medioambiente. "Un cultivo normal no es resistente a estas amenazas, necesita un abanico de herbicidas y recibir más dosis de tratamiento", aclara Orellana. "Aunque suena mal decirlo, la planta transgénica lleva su propio insecticida incorporado, el insecto no puede prosperar en ella". España es el país con más cultivos biotecnológicos de Europa y representa el 90% de su producción. Por ello, la mirada de la ONG Greenpeace se dirige a la Península. "No hay voluntad política de pararlos, pese a la evidencia de riesgos para la salud y el medioambiente", señala a EL COMERCIO Luis Ferreirim, responsable de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace España. Efectos sanitarios -añade- demostrados por los propios estudios de las multinacionales transgénicas, las cuales están obligadas a realizarlos para lograr la autorización de comercialización. "Se demostró en ratones que afectaban al hígado y al sistema sanguíneo", explica el portavoz, quien denuncia que los informes carecen de transparencia al ser elaborados por las propias compañías y de forma confidencial. El catedrático Orellana discrepa. "No hay ningún documento científico, como puede ser de una Universidad, que demuestre la nocividad de los transgénicos para la salud". Pero los perjuicios de estas plantaciones no tradicionales se extienden, a juicio de los ambientalistas, a los propios cultivos. Consideran que al ser organismos vivos, los MG pueden reproducirse con otras especies y contaminar los cultivos aledaños. "La siembra de maíz modificado a través de la polinización cruzada puede contaminar los cultivos ecológicos provocando que los agricultores pierdan su calificación de ecológicos", argumenta el vocero de la ONG ecologista. Estas serían las razones, según Greenpeace, por las cuales países como Francia o Alemania prohíben la producción de transgénicos. Pero paradójicamente avalan el consumo -son grandes importadores-, lo cual ayuda a desmontar la teoría del riesgo sanitario. "Esa prohibición responde más a decisiones políticas", sugiere el profesor de la Politécnica madrileña. "Tiene que ver con una defensa de las empresas europeas de semillas frente a políticas científicas mucho más realistas. No tienen tecnología suficiente y se ven amenazadas por las biotecnológicas". Además, las compañías tradicionales se ven reforzadas por el rechazo generalizado de la población al consumo de transgénicos. "Es una palabra extraña, somos muy conservadores en los temas alimenticios y cualquier cambio genera cierta reticencia al principio", explica a este Diario Esteban Alcalde, director de la Fundación Antama, que promueve el conocimiento de los productos "mejorados genéticamente". Cuestiona que las campañas detractoras se centren en las plantas cuando la modificación genética ya está presente en las medicinas (muchas de ellas vacunas en sangre), en los detergentes o en la cerveza, "pero nadie habla de ello". Prohibir estas plantaciones -a juicio de Alcalde- perjudica a los agricultores europeos que deben producir a mayores costes que sus pares estadounidenses. Pero la reticencia hacia los transgénicos también tiene relación con la oposición a las grandes multinacionales. Las biotecnológicas lo son y solo seis acaparan el 60% del mercado mundial de semillas y el 76% de agroquímicos: Monsanto, Dupont, Bayer, Syngenta, Basf y DowAgro Sciences. Se acusa a la primera de ejercer un monopolio en Estados Unidos que deja poco margen a las compañías de semillas no modificadas. A ello se suma el hecho de que algunas de estas empresas elaboran organismos resistentes a los herbicidas pero también fabrican esos herbicidas. Monsanto es una de ellas. Precisamente Greenpeace centra sus sospechas en la multinacional estadounidense y es su mayor adversario en la lucha contra los transgénicos. El 2014 saldrá el primer salmón modificado La ONG ecologista Greenpeace exige que se etiqueten todos los productos que contengan transgénicos aun en pequeñas dosis. La directiva europea establece el etiquetado a partir del 0,9% de contenido modificado. Lo cual excluye a gran parte de los alimentos cárnicos que se venden al consumidor. Las investigaciones se centran en la producción animal modificada genéticamente. Y EE.UU. ya anuncia para el próximo año su primer salmón transgénico. Haga click aquí para ver la infografía. CALIFIQUE 1 2 3 4 5 

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/mundo/cultivos-transgenicos-mercado-alimentos_0_1016298371.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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