13 Marzo ´08- En la helada isla noruega de Svalbard se ha excavado una cámara subterránea para almacenar muestras de semillas de todo el mundo. Es fruto de una colaboración internacional entre científicos y gobiernos y reúne valiosos recursos genéticos que podrían ayudarnos a adaptar el abastecimiento de alimentos al cambio climático.
La tercera parte de la biodiversidad de los cultivos se ha perdido durante el último siglo, por lo que se necesita una acción drástica para evitar que los cultivos alimentarios restantes sigan el mismo camino. Tal acción se puso en marcha a finales de febrero de 2008, cuando abrió sus puertas la Bóveda Global de Semillas (Global Seed Vault).
A las pocas horas de la gran inauguración se habían catalogado, codificado y almacenado unas 268.000 muestras que contenían más de 100 millones de semillas individuales provenientes de 220 países. Estas muestras fueron enviadas por veinte institutos de investigación y colecciones nacionales de semillas. La cámara subterránea podría llegar a contener más de dos mil millones de semillas.
Esta cámara fue construida por Noruega. Los costes han sido sufragados por el gobierno y por donaciones privadas, incluyendo unos 13 millones de euros del Reino Unido, 8 millones de Australia, 7 millones de Alemania y 4 millones de Estados Unidos.
Mientras que la temperatura dentro de la cámara es de alrededor de cero, la temperatura óptima para el almacenamiento de semillas es de -19°C. Enormes refrigeradores han estado funcionando en la cámara subterránea desde noviembre.
Más de 150 metros por debajo del permafrost, el túnel de entrada a la cámara de semillas está diseñado para soportar explosiones y terremotos. Un sistema automatizado proporciona una gran seguridad; no puede entrar ninguna persona que no tenga todos los códigos de entrada.
Tantas precauciones se deben a los daños y la destrucción sufridos anteriormente por bancos nacionales de semillas. Los de Afganistán e Irak fueron destruidos por saqueadores interesados en los contenedores plásticos en los que se guardaban las semillas. En Filipinas, un tifón atravesó el muro de un banco de semillas y destruyó muchas de las muestras.
Este banco no sólo conservará muestras que pueden perderse debido al aumento de la temperatura mundial, sino que también facilitará el estudio de la genética de los cultivos. El tener tantas muestras catalogadas y en un mismo sitio ayudará a los científicos que deseen dar con material genético y cepas de plantas que soporten mejor las modificaciones del medio ambiente, por ejemplo, maíz con tallos resistentes a vientos fuertes.
Las frías temperaturas de Svalbard garantizarán también la protección de las muestras en caso de corte del suministro eléctrico. «Estamos dentro de una montaña en el Ártico porque queríamos un lugar realmente seguro y autónomo», afirmó Cary Fowler, presidente del Global Crop Diversity Trust, el grupo sin ánimo de lucro que dirige las instalaciones.
Los laboratorios de semillas están comenzando ahora a convertirse en una prioridad. Si en el pasado podían considerarse dominio de aficionados y agricultores, hoy hay una mayor concienciación con respecto a que el cambio climático podría conducir a un momento en el que estos laboratorios sean esenciales para la supervivencia humana. |
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