el arte de coleccionar vinos
Vendimia y enoescapadas
Es volver a ver 'Entre Copas' y que te entren ganas de agarrar el fin de semana, a un amigo, un coche y lanzarte a recorrer bodegas. Es inmediato. Hacía días que había vuelto a ver la película, y a pensar en lo bueno que es siempre Alexander Payne y sonó el teléfono. Alguien dijo: "¿Te vienes a Marqués de Riscal, a aprender en el Aula de la Ciudad del Vino?". Yo, que llevo una empollona dentro (y fuera) escucho la palabra "aprender" y me agito.
Así que varios días después de volver a ver 'Entre Copas', me embarcaba en mi road movie enológica particular. Esta vez no era en California, sino en La Rioja. Por cierto: qué manía la de vender la zona como el Valle de Napa o la Toscana… La Rioja no es nada de eso ni falta que le hace.
El hotel Marqués de Riscal es una meca para todo hotelófilo. Controvertido y fotogénico es un lugar que no se parece a nada. Bueno sí, al Guggenheim, que para algo lo hizo también Frank O. Gehry. Pero en cuestión de hoteles y en Hispanistán, a nada. Y para la snob que llevo dentro es un plus. Aunque no hubiera tenido que salir de la habitación, iluminada por Tolomeos y con vistas a Elciego, me hubiera compensado la experiencia.
Pero es que, además, iba a aprender. Aprender, esa palabra tan sexy. Tras dos días y medio en el Aula ya puedo responder a preguntas como ésta:
- ¿Por qué un vino puede saber a frambuesas?
- Porque las frambuesas no saben a frambuesas: saben a todo lo que hay en la tierra que la planta absorbe, pura química. Esas sustancias son las que penetran en la raíz de la vid y terminan apareciendo en el vino.
Un experto lo respondería mejor, pero me he dado por enterada. He probado vinos prefiloxéricos, he catado vinos defectuosos, he realizado mis propios coupages caseros y hasta he realizado, y oh, là, là, una cata de champagnes Laurent-Perrier. Catar champagne es algo que todo bípedo debería hacer una vez en la vida.
La mala noticia es que el Aula no está abierta para todos. Aún. Son empresas o clubs de vinos como Verema los que dan acceso a ella. La buena noticia es que cualquiera puede visitar la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal y terminar el tour con la correspondiente cata. O usarlo como centro de operaciones para recorrer la zona y otras bodegas y pueblos. El otoño, la estación más denostada pero más bonita del año, es la época.
Y , justo ahora, estamos en vendimia, el momento de mayor energía en tierras de vinos. Es el momento de buscar dos días, un coche (o el Vinobus), un amigo e irse de bodegas. Es fácil, evolucionado y pone en contacto con la Naturaleza. Y en La Rioja, en, Ezcaray, se pueden comprar fabulosas mantas de mohair. Este dato es importante.
Y a la vuelta de toda enoescapada hay que volver a ver 'Entre Copas' (con vino siempre en la mano) y, así, entrar en bucle.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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