Sábado 24 de Marzo de 2012
Desequilibradas relaciones con el gobierno argentino
Nuestros presidentes una y otra vez se esfuerzan por enaltecer las relaciones con Argentina. Aunque parezca excesivo, no les queda otra. "Bienvenido, amigo Néstor", fue el vocativo del Presidente Lagos en un banquete ofrecido en La Moneda, iluminada por los últimos fluidos del gas trasandino que su cónyuge cerró definitivamente. Generosa fue la Presidenta Bachelet con su apoyo efusivo a la Presidenta Fernández. Hace pocos días, el Presidente Piñera rindió un caluroso homenaje a la Mandataria vecina en el palacio presidencial y antes había decretado tres días de duelo nacional por la muerte de su cónyuge. ¡Y qué ha sucedido desde el último banquete!
Nuestro apoyo a la soberanía argentina sobre las Malvinas se ha reforzado. Persisten las trabas a las limitadas exportaciones chilenas. Se mantiene la competencia desleal, con subsidios energéticos, de las importaciones de productos argentinos, que superan en más de tres mil millones de dólares a los despachos a ese mercado. Se ha caducado el permiso de explotación petrolera para una filial de la empresa estatal Enap con la española Repsol. Continúa asilado en Buenos Aires un prófugo que participó en el asesinato del senador Jaime Guzmán. Sigue vigente la congelación de las tarifas eléctricas de intereses chilenos en la capital federal, con pérdidas de centenares de millones de dólares, que incluyen inversiones previsionales de millones de chilenos. Al igual como ocurriera con el tratado gasífero, los de extradiciones, de protección de inversiones y de libre comercio no han podido contener esos excesos ni logrado las legítimas indemnizaciones y compensaciones.
La Presidenta Fernández no trepida en recurrir a la confiscación, a desarticular el Estado de Derecho, alterar arbitrariamente el orden económico y desconocer tratados internacionales para contener los daños de sus políticas económicas intervencionistas.
Hace pocos años, en la desesperación, la Mandataria echó mano a los ahorros previsionales de más de nueve millones de trabajadores. A miles de trabajadores chilenos que trabajan en Argentina les confiscó sus fondos previsionales. Ahora la Presidenta ha puesto una lápida a la autonomía del Banco Central argentino, logrando acceder a sus reservas internacionales.
Con el Tratado de Paz y Amistad de 1984 se inició un período de recuperación de las confianzas recíprocas. Con un simple decreto de corte de gas se retrocedió una década, y desde entonces las condiciones de los indispensables lazos económicos han empeorado.
La generosidad de nuestros mandatarios, los valiosos esfuerzos diplomáticos y de la sociedad civil chilena y argentina y el impulso empresarial son encomiables, pero no pueden ocultar la desazón ni, especialmente, cómo el enorme potencial de las relaciones con Argentina se ve obstaculizado por el populismo, el intervencionismo y las transgresiones al Estado de Derecho de sus gobiernos. No basta con las buenas relaciones políticas si no hay consideración con las económicas.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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