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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

jueves, mayo 12, 2011

Ronald Bown, presidente de Asoex: Política cambiaria, ¿quo vadis?

Ronald Bown, presidente de Asoex: Política cambiaria, ¿quo vadis?

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Lunes, 09 de Mayo de 2011 00:00
 
Usar el tipo de cambio para amortiguar la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo.

Con el tipo de cambio en niveles cercanos a los $ 460, el sector exportador no cobre, los sustituidores de importaciones y el turismo, entre otros, se encuentran en una situación extremadamente crítica, no sólo producto de factores externos, sino también por la ausencia de una política cambiara alineada a un indispensable desarrollo armónico del país.
 


Desde 2005 las condiciones mundiales cambiaron radicalmente. El auge de los commodities  ha llevado el precio del cobre por encima de US$ 4 por libra, China se apresta a ser en cinco años la economía más grande del planeta y las economías avanzadas no saben cómo salir de sus crisis. Pero nuestro esquema macroeconómico se mantiene inmutable, rígido, como si eso fuera un acierto, cuando en verdad es una desventaja.


 
En este nuevo contexto, en el cual la inflación externa es provocada porque China e India han comenzado a demandar demasiado de todo, nuestras autoridades parecen tratar de combatirla a través del constante deterioro el tipo de cambio. ¿No existen otras herramientas o ideas para ello?
 

Este tipo de políticas se enmarca en un contexto en el que las decisiones se adoptan pensando sólo en el corto plazo: el presupuesto fiscal rige por un año, el Banco Central se preocupa de la inflación a 24 meses y el gobierno ejerce sólo por cuatro años, de tal modo que nuestras autoridades se enfocan demasiado en indicadores mensuales como el Imacec, el IPC, el desempleo, etc., y abandonan la mirada de largo plazo y los intereses permanentes de nuestra nación.
 


Usar el tipo de cambio como amortiguador de la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo, lo que se traduce en una mayor tasa de interés y se refleja en menor actividad y menor empleo. Chile aún no tiene ni la productividad ni la flexibilidad suficientes para alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza con este tipo de políticas. Por esta vía, estamos condenados a caer "en la trampa de los países de ingreso medio", que nunca logran salir de esta condición.
 


Sin duda nos hace falta una mayor creatividad en el área económica y monetaria. Deberían ser nuestras autoridades las primeras en plantearlas y no sólo limitarse a monitorear la evolución de las variables económicas y requerir del sector privado una mayor productividad. Como industria frutícola hemos permanentemente realizado todos los esfuerzos necesarios por mejorar nuestra competitividad, sin embargo, no existe actividad económica formal que pueda soportar una caída en el tipo de cambio como se ha producido en el país en el último tiempo.
 


Chile no sólo necesita una política cambiaria antiinflacionaria. Necesita una política cambiaria de largo plazo, pro-desarrollo, pro-competitividad y pro-exportaciones. Esto implica, entre otras cosas, considerar un precio del cobre inferior los US$ 2 la libra en todas las decisiones (incluido el presupuesto de la nación), minimizar permanentemente el diferencial de tasas de interés interna y externa, moderar el crecimiento del gasto público y diseñar políticas públicas en las cuales el desarrollo armónico y equitativo del país sea la gran meta.
 

Ronald Bown, presidente de Asoex: Política cambiaria, ¿quo vadis?

 

Lunes, 09 de Mayo de 2011 00:00

 

Usar el tipo de cambio para amortiguar la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo.


Con el tipo de cambio en niveles cercanos a los $ 460, el sector exportador no cobre, los sustituidores de importaciones y el turismo, entre otros, se encuentran en una situación extremadamente crítica, no sólo producto de factores externos, sino también por la ausencia de una política cambiara alineada a un indispensable desarrollo armónico del país.

 



Desde 2005 las condiciones mundiales cambiaron radicalmente. El auge de los commodities  ha llevado el precio del cobre por encima de US$ 4 por libra, China se apresta a ser en cinco años la economía más grande del planeta y las economías avanzadas no saben cómo salir de sus crisis. Pero nuestro esquema macroeconómico se mantiene inmutable, rígido, como si eso fuera un acierto, cuando en verdad es una desventaja.



 

En este nuevo contexto, en el cual la inflación externa es provocada porque China e India han comenzado a demandar demasiado de todo, nuestras autoridades parecen tratar de combatirla a través del constante deterioro el tipo de cambio. ¿No existen otras herramientas o ideas para ello?

 

Este tipo de políticas se enmarca en un contexto en el que las decisiones se adoptan pensando sólo en el corto plazo: el presupuesto fiscal rige por un año, el Banco Central se preocupa de la inflación a 24 meses y el gobierno ejerce sólo por cuatro años, de tal modo que nuestras autoridades se enfocan demasiado en indicadores mensuales como el Imacec, el IPC, el desempleo, etc., y abandonan la mirada de largo plazo y los intereses permanentes de nuestra nación.

 



Usar el tipo de cambio como amortiguador de la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo, lo que se traduce en una mayor tasa de interés y se refleja en menor actividad y menor empleo. Chile aún no tiene ni la productividad ni la flexibilidad suficientes para alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza con este tipo de políticas. Por esta vía, estamos condenados a caer "en la trampa de los países de ingreso medio", que nunca logran salir de esta condición.

 



Sin duda nos hace falta una mayor creatividad en el área económica y monetaria. Deberían ser nuestras autoridades las primeras en plantearlas y no sólo limitarse a monitorear la evolución de las variables económicas y requerir del sector privado una mayor productividad. Como industria frutícola hemos permanentemente realizado todos los esfuerzos necesarios por mejorar nuestra competitividad, sin embargo, no existe actividad económica formal que pueda soportar una caída en el tipo de cambio como se ha producido en el país en el último tiempo.

 



Chile no sólo necesita una política cambiaria antiinflacionaria. Necesita una política cambiaria de largo plazo, pro-desarrollo, pro-competitividad y pro-exportaciones. Esto implica, entre otras cosas, considerar un precio del cobre inferior los US$ 2 la libra en todas las decisiones (incluido el presupuesto de la nación), minimizar permanentemente el diferencial de tasas de interés interna y externa, moderar el crecimiento del gasto público y diseñar políticas públicas en las cuales el desarrollo armónico y equitativo del país sea la gran meta.

 

Fuente:La Tercera

 

Ronald Bown, presidente de Asoex: Política cambiaria, ¿quo vadis?

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Lunes, 09 de Mayo de 2011 00:00
 
Usar el tipo de cambio para amortiguar la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo.

Con el tipo de cambio en niveles cercanos a los $ 460, el sector exportador no cobre, los sustituidores de importaciones y el turismo, entre otros, se encuentran en una situación extremadamente crítica, no sólo producto de factores externos, sino también por la ausencia de una política cambiara alineada a un indispensable desarrollo armónico del país.
 


Desde 2005 las condiciones mundiales cambiaron radicalmente. El auge de los commodities  ha llevado el precio del cobre por encima de US$ 4 por libra, China se apresta a ser en cinco años la economía más grande del planeta y las economías avanzadas no saben cómo salir de sus crisis. Pero nuestro esquema macroeconómico se mantiene inmutable, rígido, como si eso fuera un acierto, cuando en verdad es una desventaja.


 
En este nuevo contexto, en el cual la inflación externa es provocada porque China e India han comenzado a demandar demasiado de todo, nuestras autoridades parecen tratar de combatirla a través del constante deterioro el tipo de cambio. ¿No existen otras herramientas o ideas para ello?
 

Este tipo de políticas se enmarca en un contexto en el que las decisiones se adoptan pensando sólo en el corto plazo: el presupuesto fiscal rige por un año, el Banco Central se preocupa de la inflación a 24 meses y el gobierno ejerce sólo por cuatro años, de tal modo que nuestras autoridades se enfocan demasiado en indicadores mensuales como el Imacec, el IPC, el desempleo, etc., y abandonan la mirada de largo plazo y los intereses permanentes de nuestra nación.
 


Usar el tipo de cambio como amortiguador de la inflación implica que Chile hace un esfuerzo mayor que el resto del mundo, lo que se traduce en una mayor tasa de interés y se refleja en menor actividad y menor empleo. Chile aún no tiene ni la productividad ni la flexibilidad suficientes para alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza con este tipo de políticas. Por esta vía, estamos condenados a caer "en la trampa de los países de ingreso medio", que nunca logran salir de esta condición.
 


Sin duda nos hace falta una mayor creatividad en el área económica y monetaria. Deberían ser nuestras autoridades las primeras en plantearlas y no sólo limitarse a monitorear la evolución de las variables económicas y requerir del sector privado una mayor productividad. Como industria frutícola hemos permanentemente realizado todos los esfuerzos necesarios por mejorar nuestra competitividad, sin embargo, no existe actividad económica formal que pueda soportar una caída en el tipo de cambio como se ha producido en el país en el último tiempo.
 


Chile no sólo necesita una política cambiaria antiinflacionaria. Necesita una política cambiaria de largo plazo, pro-desarrollo, pro-competitividad y pro-exportaciones. Esto implica, entre otras cosas, considerar un precio del cobre inferior los US$ 2 la libra en todas las decisiones (incluido el presupuesto de la nación), minimizar permanentemente el diferencial de tasas de interés interna y externa, moderar el crecimiento del gasto público y diseñar políticas públicas en las cuales el desarrollo armónico y equitativo del país sea la gran meta.
 

Fuente:La Tercera

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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
 
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