| (El Mercurio).- Los temblores generaron preocupación en el numeroso público presente, incluyendo a siete mandatarios extranjeros. El acto duró menos que lo usual, y aunque el libreto se mantuvo inalterable, se produjeron algunas descoordinaciones.
En una ceremonia atípica, marcada por la tensión que generó en el público asistente una serie de fuertes réplicas del terremoto, y que fue menos extensa de lo acostumbrado -duró 36 minutos, frente a los 45 de hace cuatro años-, Sebastián Piñera se convirtió a las 12:17 horas de ayer en el 38° Presidente de Chile, tras recibir la banda presidencial de manos del nuevo presidente del Senado, Jorge Pizarro, y la piocha de O"Higgins por parte de la Mandataria saliente, Michelle Bachelet.
Media hora antes, mientras el aún gobernante electo se trasladaba hacia el Congreso Nacional desde el Palacio de Cerro Castillo junto a su esposa, Cecilia Morel, comenzó a sentirse el más fuerte temblor registrado desde el devastador sismo del 27 de febrero. Los relojes marcaban las 11:40 horas y el Servicio de Geología de Estados Unidos cifraba la intensidad de la réplica en 7,2 grados en la escala de Richter.
A esa hora, la sede del Legislativo estaba colmada de invitados, entre ellos los mandatarios de Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay, Colombia, Uruguay y Ecuador, el príncipe Felipe de Asturias y delegaciones americanas, asiáticas y europeas.
Sentada en las tribunas del segundo piso, la esposa del senador Eduardo Frei, Martita Larraechea, y la mujer del senador Camilo Escalona, Ximena Tricallota, se levantaban angustiadas buscando la salida. Varios hicieron lo mismo. Abajo, el heredero al trono español se acercaba a la puerta principal y algunas delegaciones extranjeras se negaban a ingresar.
Pese a que por los parlantes el locutor llamaba a la calma, asegurando que estaban tomadas todas las precauciones y que las vías de evacuación estaban debidamente señalizadas, no lograba calmar la inquietud de quienes observaban cómo las enormes lámparas que colgaban del techo y los floreros se movían.
A las 11:56 una segunda sacudida -de 6,9 grados- volvía a generar temor en el público. Piñera ya se encontraba en un salón contiguo esperando la llegada de Bachelet, quien se aproximaba en el Ford Galaxy descapotable y saludaba a la gente agolpada en la calle.
El locutor no cambió el libreto previamente diseñado. Pero algunos asistentes escuchaban con temor cómo los carabineros presentes eran notificados por sus radios que el Servicio Hidrográfico de la Armada (SHOA) había decretado alerta de tsunami entre la V y la X región.
Mientras en las calles de Valparaíso, Viña del Mar y otras ciudades costeras, la gente corría a pie o en sus automóviles buscando refugio en los sectores más altos, en el Congreso algunos parlamentarios recibían papelitos alertándolos del posible maremoto, pues los celulares tienen su señal bloqueada en el lugar.
La normalidad volvió cuando Bachelet ingresó al Salón de Honor, desatando una fuerte ovación. Pero una tercera réplica, de 6 grados, bajó momentáneamente el tono de los aplausos. Los guardaespaldas apostados en el recinto pedían por sus auriculares que los choferes se mantuvieran en sus vehículos "por cualquier cosa que pueda pasar". La Presidenta argentina, Cristina Fernández, intercambiaba impresiones con su par colombiano Álvaro Uribe, ambos con rostro tenso.
"¡Bravo, bravo!", exclamó Cecilia Morel cuando el secretario del Senado, Carlos Hoffman, mencionó por primera vez el nombre de su marido, antes de levantarse para ir a buscarlo.
"¿Lo sigo a usted?", le preguntaba un nervioso Piñera al funcionario mientras éste lo conducía hacia la entrada del salón. Al hacerlo, el ambiente se llenó nuevamente de aplausos mientras Piñera se salía del protocolo y comenzaba a saludar a los presentes en la primera fila a ambos lados de la alfombra roja que conducía hacia la testera.
Era la primera de varias descoordinaciones y salidas de protocolo que marcarían los siguientes minutos.
Un silencio incómodo que precedió a la entrega de la banda presidencial fue roto por gritos desde las tribunas en apoyo a quien se iba y otros hacia quien llegaba. "¡Vuelva lueguito Presidenta!" y "¡grande Seba!" se escuchaba mientras se producía el momento cúlmine del acto.
Una salida algo presurosa de Bachelet con sus ministros y el juramento al nuevo gabinete marcaron los minutos finales de una ceremonia atípica que, a la emoción y solemnidad, sumó una tensión que Piñera trató de combatir bromeando con algunos de los aún nerviosos dignatarios que lo saludaron después en Cerro Castillo, a quienes afirmó que los temblores se los había enviado la Concertación "para moverme el piso".
Fuente / El Mercurio |
Piñera asume como Presidente en una corta ceremonia marcada por las réplicas del terremoto
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