La escasez de cereal dispara el precio de productos básicos como el pan, la leche y los huevos
El escenario económico mundial amenaza con hacer estragos en la cesta de la compra. La explicación, algo compleja, hay que buscarla en dos frentes: por un lado en el fuerte encarecimiento de cereales y piensos por la demanda creciente de trigos, cebadas y oleaginosas para producir biodiésel y bioetanol -combustibles ecológicos que se están llevando gran parte de estas cosechas- y, por otro, en la irrupción de pujantes países emergentes como India y China al mercado global. La mezcla de ambos ingredientes está generando un cóctel explosivo que ya deja huella en los costes de alimentos de primera necesidad como el pan, la leche, los huevos y la carne. Es el efecto dominó de la economía globalizada.
En lo que al cereal se refiere el 'quid' de la cuestión hay que buscarlo en el espectacular despegue que están experimentando los biocarburantes, elaborados a partir de maíz, caña de azúcar, sorgo, remolacha, soja o aceite de girasol y palma. De hecho, las petroleras españolas deberán comercializar a partir de 2009 sus gasolinas y gasóleos con una mezcla de biocombustibles que, al menos, deberá suponer el 3,4% del total. Esta exigencia se ha convertido en un filón para los agricultores pero a su vez está dificultándole las cosas a los ganaderos, que están viendo como se disparan las tarifas de los piensos, también elaborados a base de cereales como el trigo. Basta un dato: según sus cifras, el maíz se ha encarecido cerca de un 60% y el trigo y la cebada cuestan hasta un 50% más que en 2006.
Es la ley de la oferta y la demanda: al destinarse parte de la producción a otros usos no alimentarios, cae la oferta y con ella los precios suben por las nubes. Una realidad que ya está elevando los costes de la harina y, por ende, del pan. Los panaderos aseguran que la harina de trigo, su principal materia prima, se ha convertido casi en un producto de lujo. «Desde enero hemos sufrido siete subidas de precios, que ya acumulan un incremento del 87%. Esta situación no tiene precedentes por lo que cada industria está haciendo sus números para ver cómo afrontarla. En mi caso para cuadrar las cuentas tendría que subir la barra un 15%», denuncia el presidente de la Asociación Provincial de Panaderos de Málaga, Enrique Huertas, quien no descarta que este incremento se traslade a las panaderías en breve.
La estampa se repite con la leche, otro alimento básico perjudicado por el déficit de cereales y por la nueva demanda de los países asiáticos, que están mejorando su capacidad adquisitiva. Central Lechera Asturiana, por ejemplo, ha anunciado que prevé aumentar sus precios un 6%. El grupo Leche Pascual ya los encareció un 5% en junio y estudia más subidas tras el verano. Y se espera que el resto de la industria siga el mismo camino.
Luis Calabozo, presidente de la Federación Nacional de Industrias Lácteas, asegura que el coste de la leche cruda se ha incrementado un 20% y que la industria transformadora no tiene márgenes para asumirlo. «Ante este escenario es previsible que el brick tradicional, que está entre 80 y 85 céntimos, aumente entre un 15 y un 17% su precio y que acabe el año rondando el euro», expuso a este periódico.
Todos estos repuntes son pequeños granitos de arena que pueden acabar dañando seriamente la ya de por si deteriorada economía doméstica. Baste un ejemplo: teniendo en cuenta que el consumo medio de leche en España ronda los 90 litros por persona al año y que según el Instituto Nacional de Estadística, los españoles gastan como media 72 céntimos por litro, una subida del 15% supondrá para una familia de cuatro miembros un gasto anual extra de unos 45 euros. Y eso sólo en leche. A esa cifra habría que añadir el encarecimiento del queso, yogures o huevos, por citar sólo algunos.
Los costes de producción de huevo en España han subido más de un 20% desde enero, según la patronal del sector, por el crecimiento de los precios de los cereales que se utilizan para alimentar a las gallinas. La industria cárnica también está padeciendo los altos costes de la materia prima. La carne de ave, por ejemplo, ya ha subido un 8,2% frente a 2006. Y el efecto dominó amenaza con derrumbar nuevas fichas¿
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