Biocombustibles: experiencia con cártamo para
biodiesel en el sur de Córdoba
Federación Agraria Argentina (FAA) esta llevando a cabo un ensayo comparativo de
variedades de cártamo, para la producción de biodiesel. El estudio se realiza en el
Ipem 211 San Carlos, de la localidad de Jovita, en el departamento General Roca, al
sur de la provincia de Córdoba. El cártamo es considerado actualmente un cultivo
secundario, poco desarrollado y utilizado como alternativa en provincias del
noroeste.
El ingeniero Daniel Caraballo, ingeniero agrónomo a cargo de este proyecto,
sostiene que el cárcamo podría servir para elaborar este tipo de biocombustible
porque, entre otros aspectos "no compite con cultivos estivales, es rústico y da
aceite".
El módulo de ensayo en Jovita apunta a un análisis de variedades. Se utilizaron
ocho materiales diferentes de cárcamo en bloques al azar con tres repeticiones, que
fueron sembrados en forma tardía el 26 de junio, ya que según Caraballo, la época
ideal de implantación va desde fines de abril a principios de mayo. La cosecha se
realizará a mediados de noviembre.
Entre las variedades utilizadas figuran algunas semillas viejas que se rescataron en
el Inta Ascasubi y otras más nuevas introducidas en los últimos meses. Las
variedades más antiguas tienen una alta concentración de ácidos grasos
poliinsaturados (linoleico).
En cambio, las de mejor desarrollo genético producen un aceite de alto porcentaje
de ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico), de mejor calidad para consumo.
Además, tienen mejor resistencia al frío y al estrés hídrico.
"De todos modos, está claro que a mayor agua, mejores rindes. Incluso, si el
cultivo antecesor es maíz, el cártamo puede entregar entre 20 y 35 quintales por
hectárea", aseguró Carballo. En cuanto al manejo, si bien se trabajó mucho tiempo
con 60 plantas por metro cuadrado y una distancia de 70 centímetros entre hileras,
ahora el modelo es de 35 centímetros o menos.
La planta desarrolla una raíz pivotante que penetra hasta tres metros de
profundidad, por lo que aprovecha al máximo los nutrientes y el agua acumulados
en el suelo. Esa condición le da más chances en áreas con baja fertilidad, con pisos
pobres, de baja materia orgánica y hasta levemente salinos.
En el otro extremo, el cultivo implantado en áreas con napas freáticas puede llegar
a un rinde de 40 quintales por hectárea. Con respecto a la sanidad, se recomienda
usar un cura semilla para control de hongos como verticilum o fusariun, en especial
en lotes manejados con siembra directa y alto contenido de materia orgánica.
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2Queda por delante resolver los aspectos técnicos de la cosecha, ya que la planta
desarrolla espinas y eso dificulta la tarea de recolección.
La alternativa de cártamo podría sacar del ostracismo al cultivo en las zonas
marginales para implantar colza.
Rodrigo González Fernández
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