«Para algunas personas, la promoción de los biocombustibles es un golpe de genio. Cuando escuchan la palabra biocombustibles, se imaginan plantas de producción modernas y brillantes, ciudades que pueden volver a respirar libremente y agricultores felices con un buen sueldo en el bolsillo. Para otros, el fomento de los biocombustibles no es un golpe de genio, sino un acto de locura», añadió la Comisaria Fischer Boel, en alusión a activistas que alarman sobre un aumento de precios de los alimentos, la competencia entre alimentos y combustibles, y biocombustibles que no producen suficiente energía como para justificar su producción. «Cuando oyen la palabra biocombustibles, ven selvas tropicales arrasadas y cultivos valiosos utilizados como carburante para todoterrenos».
De hecho, el comienzo del congreso estuvo caracterizado por la presencia de activistas contrarios a los biocarburantes que trataron de bloquear la entrada a la exposición. El grupo activista «Agrofools» convocó una manifestación para expresar sus dudas sobre los beneficios medioambientales de los biocombustibles. «En realidad, los agrocombustibles ayudarán a garantizar la continuidad de nuestra adicción al petróleo y a que el acceso desigual a los recursos continúe como hasta ahora», comentaron desde Agroofols en un panfleto que distribuyeron fuera del centro de exposiciones.
«Los biocombustibles son un tema controvertido y lo mismo ocurre con la política europea sobre este tema», señaló la Sra. Fischer Boel. «Pero, en realidad, tiene una justificación muy sólida y todos los implicados en el sector, ya sean de la Unión Europea como de fuera de ella, pueden estar seguros de que no habrá giros inesperados en esta política. Los biocarburantes no son ni un golpe de genio ni un acto de locura. Son una política real para el mundo real, y estoy convencida de que representan una herramienta nueva y valiosa en la gama de recursos de los que dispone la política.»
Sin embargo, en la sesión de apertura, la Comisaria Fischer Boel y otros oradores subrayaron la importancia de la sostenibilidad en la producción de biocombustibles. Lord Ronald Oxburgh, presidente del fabricante de biodiésel D1 Oils y ex presidente de Shell, predijo lo siguiente: «Los biocombustibles del futuro pueden ser totalmente sostenibles, pero serán más caros, con toda seguridad. La producción sostenible de los biocombustibles depende de una agroproducción integrada, del retorno a los ideales de los siglos XVIII y XIX, cuando no se desechaban frutos, cuando se utilizaban todas y cada una de las partes de un cultivo. Así, en el futuro, habrá una planta que cultivaremos para la alimentación, para materias primas y para combustibles a la vez, en proporciones diferentes, dependiendo de la planta, para satisfacer las necesidades locales.» Lord Oxburgh sugirió también que el material orgánico de los desechos industriales y urbanos, así como las algas, podrían proporcionar una fuente de biocombustibles nueva y más sostenible.
La Asociación Europea de Bioindustrias, EuropaBio, también hizo hincapié en la sostenibilidad de la producción de biocombustibles. La biotecnología puede ayudar a lograr este carácter sostenible, alegaron desde esta organización, mediante técnicas biotecnológicas que aumentan la producción de biomasa por hectárea de tierra, mejoran la calidad de los cultivos para una producción de biocombustibles mayor, desarrollan nuevos cultivos energéticos para que puedan crecer en zonas que en el pasado eran inadecuadas para la agricultura, y desarrollan microorganismos y enzimas para acelerar el proceso de producción de los biocombustibles.
«EuropaBio apoya decididamente el desarrollo de criterios de sostenibilidad para los biocombustibles», añadió el secretario general de EuropaBio, Johan Vanhemelrijck. «No obstante, es muy importante que los criterios de sostenibilidad sean neutros desde el punto de vista tecnológico, transparentes, y que se basen en pruebas científicas y en definiciones claras.»
Al mismo tiempo, en la cumbre europea celebrada durante estos días, los jefes de estado y de gobierno han planteado la posibilidad de reconsiderar la meta de los biocombustibles, según indican informes periodísticos. Los Estados miembros de la UE se han comprometido a utilizar biocombustibles en una proporción del 10% de sus combustibles para el transporte de cara a 2020.
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