BIOQUÍMICA
Elaboración de biocombustibles mediante algas incluso en climas fríos
Las algas son organismos de gran utilidad en varios aspectos clave de la transición hacia una bioeconomía, que no dependa de los recursos fósiles, no renovables. Incluso en un clima frío como el de Finlandia, las algas pueden ser usadas para producir biocombustibles y otros productos químicos, además de utilizarse para capturar las emisiones industriales de dióxido de carbono. El proyecto ALGIDA, coordinado por el Centro de Investigación Técnica de Finlandia (VTT), ha explorado la viabilidad práctica del cultivo de algas en Finlandia, con miras a su aprovechamiento en las aplicaciones expuestas.
Los productos obtenibles de las algas son adecuados no sólo para elaborar biocombustibles sino también pigmentos, componentes para cosméticos e hidrogeles. Las algas también se utilizan en la fabricación de suplementos nutricionales, especialmente los de ácidos grasos omega-3. La biomasa de algas es apta para producir biofertilizantes.
Cultivar algas para elaborar biocombustibles es todavía una práctica bastante limitada al laboratorio. Su cultivo es aún más difícil en climas fríos donde hay poca luz diurna en el invierno.
El cultivo de algas en climas fríos es caro, en comparación con la producción de biomasa agrícola o la de madera. Pese a todo, los resultados del proyecto ALGIDA indican que es posible el cultivo rentable de algas en Finlandia y en países con condiciones climáticas similares.
La vía más fácil de producción basada en algas ante las bajas temperaturas ambientales y la escasez invernal de luz solar en Finlandia y otras naciones parecidas es la de cultivarlas allá donde haya procesos industriales que generen calor difícil de aprovechar. Casi cualquier fábrica genera calor que se acaba desperdiciando. A menudo, las aguas sucias que vierte la industria al alcantarillado están calientes, como suelen estarlo las provenientes de los hogares. El propósito del proyecto ALGIDA ha sido explorar el crecimiento de algas en las aguas residuales de Finlandia y optimizarlo.
Las pocas horas de luz en el invierno son un problema, pero las algas son capaces de adaptarse a condiciones variables de crecimiento, siempre y cuando dispongan del calor suficiente. Básicamente existen dos opciones para una fuente de carbono en el cultivo de algas: Una es el dióxido de carbono presente en el aire, más fácil de captar allá donde haya chimeneas de las que broten emisiones industriales. La otra opción es la de los desechos orgánicos.
El equipo de Mona Arnold, del VTT, ha demostrado que es factible cultivar algas recurriendo al dióxido de carbono en verano, cuando la luz está disponible, y a residuos de azúcares en invierno.
Los productos obtenibles de las algas son adecuados no sólo para elaborar biocombustibles sino también pigmentos, componentes para cosméticos e hidrogeles. Las algas también se utilizan en la fabricación de suplementos nutricionales, especialmente los de ácidos grasos omega-3. La biomasa de algas es apta para producir biofertilizantes.
Cultivar algas para elaborar biocombustibles es todavía una práctica bastante limitada al laboratorio. Su cultivo es aún más difícil en climas fríos donde hay poca luz diurna en el invierno.
Crecimiento de algas en un laboratorio del VTT. (Foto: VTT)
El cultivo de algas en climas fríos es caro, en comparación con la producción de biomasa agrícola o la de madera. Pese a todo, los resultados del proyecto ALGIDA indican que es posible el cultivo rentable de algas en Finlandia y en países con condiciones climáticas similares.
La vía más fácil de producción basada en algas ante las bajas temperaturas ambientales y la escasez invernal de luz solar en Finlandia y otras naciones parecidas es la de cultivarlas allá donde haya procesos industriales que generen calor difícil de aprovechar. Casi cualquier fábrica genera calor que se acaba desperdiciando. A menudo, las aguas sucias que vierte la industria al alcantarillado están calientes, como suelen estarlo las provenientes de los hogares. El propósito del proyecto ALGIDA ha sido explorar el crecimiento de algas en las aguas residuales de Finlandia y optimizarlo.
Las pocas horas de luz en el invierno son un problema, pero las algas son capaces de adaptarse a condiciones variables de crecimiento, siempre y cuando dispongan del calor suficiente. Básicamente existen dos opciones para una fuente de carbono en el cultivo de algas: Una es el dióxido de carbono presente en el aire, más fácil de captar allá donde haya chimeneas de las que broten emisiones industriales. La otra opción es la de los desechos orgánicos.
El equipo de Mona Arnold, del VTT, ha demostrado que es factible cultivar algas recurriendo al dióxido de carbono en verano, cuando la luz está disponible, y a residuos de azúcares en invierno.
Fuente:
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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