La refundación de Casablanca
Eduardo Moraga Vásquez
Pablo Morandé está de vuelta. El descubridor del valle de Casablanca en los años 80, junto a Ignacio Recabarren, maneja desde la viña que lleva su nombre a su casa en Santiago. Es tarde y su ánimo respecto de la actual situación de Casablanca no es de los mejores.
-El precio de la uva esta vendimia cayó notoriamente y hay falta de lluvias y un alza permanente del costo de la energía. La rentabilidad va a estar muy complicada este año, explica Morandé a través de su teléfono manos libres.
Morandé ve cómo su hijo de 30 años vive un momento complejo. Ya no es una joven promesa, aquella que inauguró el concepto de valle de clima frío en Chile y que abrió la posibilidad de producir sauvignon blanc de calidad exportable. A Casablanca ya no se le perdonan sus ripios, como los chardonnay de calidad defectuosa.
Es que hoy la vara está más alta. Le salió gente al camino. Su propio éxito abrió el apetito por otros valles costeros, como Limarí, Leyda o Elqui. De hecho, algunos de los mejores chardonnay del país están saliendo del Limarí. Leyda está dando la pelea con pinot noir y sauvignon blanc.
Para el público, y también para los periodistas ansiosos por nuevas tendencias, Casablanca ya no es sinónimo de novedad.
De las puertas de las bodegas para adentro, la realidad también es compleja. A la coyuntura de bajos precios por la uva se suma la caída de la producción de las parras. El valle que inauguró la viticultura de clima frío está aprendiendo las lecciones de forma dolorosa. Los vicios del boom de plantaciones de mediados de los noventa están repercutiendo en la actualidad.
-Hay problemas serios de enfermedades en las parras. A los 12 años ves parras ya agotadas, y muertas a los 15 años. Hablamos desde virus hasta nemátodos. Eso también golpea la rentabilidad, agrega Pablo Morandé.
¿Todo negro en Casablanca? Para nada. El mismo Morandé responde es un momento ideal para refundarla, "la necesidad fuerza la inteligencia de las personas", argumenta. Ningún otro valle costero tiene su experiencia acumulada; se han cometido errores, es cierto, pero esa es información valiosa.
Además, la asociatividad de las viñas casablanquesas supera con creces la media de la industria chilena y de los otros noveles valles costeros. Esa unión se refleja en aspectos que van desde la instalación de una red meteorológica hasta la capacitación de enólogos y la promoción externa en conjunto. Como en pocos lugares de Chile es posible sentar a los viñateros de la zona a discutir hacia dónde debe ir el futuro.
-Sin duda hay problemas, pero el negocio del vino hay que mirarlo en el largo plazo y no hablo de décadas, sino que de generaciones. Tenemos tres décadas de historia detrás, Borgoña tiene registros sobre producción de los últimos 200 años, más otros 700 años de tradición. La historia acumulada es un activo, nunca un punto en contra. Tenemos información de qué ha resultado y qué no y estamos en una posición óptima para el segundo aire de Casablanca, afirma Rodrigo Soto, enólogo de Veramonte.
A continuación algunos de los puntos clave en la reinvención del primer valle costero de Chile.
Mejorar la calidad de las plantas
Samuel Barros, viticultor de viñas Casablanca y Santa Carolina tiene miedo de parecer disco rayado. A quien quiera y a través de todos los medios advierte de la necesidad de mejorar la calidad de las plantas. Es que en el valle es un tema no menor.
El mejor ejemplo es el chardonnay. Por años, Casablanca marcó la pauta en cuanto a calidad. El problema es que no era muy buena, pero en Chile el punto de comparación era lo que se hacía en los cálidos valles interiores, por lo tanto "pasaba colado". La parra más usada es la conocida como "Clon Mendoza", que en realidad es sólo una selección masal chilena antigua. La llegada de Limarí y sus suelos con presencia calcárea, y en varios casos con el uso de clones modernos, mostró lo que eran chardonnay nacionales de alta calidad y que el emperador caminaba desnudo.
Casablanca fue haciendo su historia a pulso, usando el material que había a mano en ese momento. Lo importante es que hoy está claro que el uso de plantas clonales, de buenos viveros y sanidad probada, es ineludible para sacar vinos de alta calidad. Hay que tener en cuenta que el clima más frío en que se inserta Casablanca castiga y amplifica los errores que se cometen en las plantaciones.
Ignacio Recabarren advierte que en el sauvignon blanc, el caballito de batalla del valle, es necesario ampliar la paleta de clones.
-Una mayor oferta de clones es importante para rescatar la diversidad del valle. Algunos funcionan mejor en ciertas condiciones, eso permite rescatar los lugares y apuntar a vinos de más alta calidad. Sin embargo, en Chile el Estado parece empeñado en poner trabas a la importación de plantas. Necesitamos que el SAG nos apoye, tal como lo hace su símil en Nueva Zelandia con los viñateros de allá.
Hablemos en plural
Hablar de Casablanca como un valle vitivinícola es tanto una verdad como una trampa. Con 5.700 hectáreas plantadas tiene una heterogeneidad importante. En primer lugar, la influencia de los vientos costeros marca una diferencia en las temperaturas entre los extremos poniente y oriente. Lo mismo sucede entre la parte norte y sur, esta zona es más fría por la llegada de vientos desde la zona de Algarrobo.
Otro punto distinto es el tipo de suelos. Los cerros tienen un carácter bastante diferente del plano del valle.
-Acá no hubo glaciación, como al pie de los Andes, por lo que los cerros son muy antiguos, de 75 a 100 millones de años. Esa es una tremenda ventaja, las raíces de las plantas entran rápidamente en contacto con las rocas. Se nota más el terroir. La tarea es saber expresar esa diversidad que hay en Casablanca. Mientras más proyectos jugados por mostrar el terruño existan, más nos vamos a beneficiar todos, explica Grant Phelps, enólogo de Casas del Bosque.
Defensa territorial
La última palabra la tuvo la Corte Suprema. Los viñateros de Casablanca tuvieron que llegar a esa instancia para frenar la instalación de una procesadora de cerdos en el valle. Su gran temor era que las emanaciones de la faenadora impregnaran las parras. Un bouquet probablemente bastante desagradable.
Afortunadamente, el año pasado el máximo tribunal falló a favor de los viñateros. Ciertos pasos que habían seguido los promotores del proyecto no eran los correctos, adujo la corte. Se atajó un gol, pero el partido es de largo aliento.
Hoy no existe una normativa que defina la actividad viñatera en Casablanca. De hecho, no existe en ninguna parte del país. Lo que diferencia a Casablanca del resto de Chile, eso sí, es que es un valle de alto potencial turístico. Allí se puede montar una red de restaurantes y hoteles, algo ya hay, generando una actividad sustentable y que entregue ingresos a los habitantes del valle. Casablanca tendrá, nuevamente que ser pionero para lograr un "ordenamiento territorial", en la jerga de los planificadores, que defienda su carácter viñatero.
Además, es necesario enfrentar el manejo del agua. Casablanca no tiene ríos que lo crucen. Toda el agua se extrae de pozos. El problema es que los acuíferos están en sus mínimos en varios años. Eso exige repensar la relación de las empresas con su entorno.
-Como gremio ya estamos trabajando en ese tema. Las viñas se darán cuenta de que necesitan menor cantidad de agua de la que probablemente estaban ocupando y tomarán las decisiones de riego con mayor precisión. Creo que habrá una mayor conciencia medioambiental. Otro tema importante es trabajar en el almacenaje de agua en invierno y no dejar que se pierda y llegue al mar, afirma Giorgianna Cuneo, presidenta de la Asociación de Viñas de Casablanca.
Entre tintos y burbujas
Miguel Besoaín, socio de Lafken Wines, estudió enología en Dijón, Francia. Luego fue director técnico y enólogo por cinco años en una bodega de Alemania haciendo riesling y gewürztraminer. Hace dos años volvió a Chile, el país que lo vio nacer, con su propio proyecto en el Alto Maipo, zona de buenas cepas tintas. Sin embargo, la experiencia alemana le tiraba. Recorrió Casablanca de punta a cabo para saber si había algo de calidad.
Besoaín partió con pocas expectativas. Casablanca no tiene fama de producir blancos interesantes aparte del sauvignon blanc. Sin embargo, como le quedaba cerca de su bodega santiaguina, decidió insistir. Su sorpresa fue mayúscula.
-Hay buena uva para riesling y gewürztraminer. Lo que pasa es que se pierde porque se mete a otros vinos para mejorarlos. Pasa principalmente porque es difícil vender blancos que no sean chardonnay o sauvignon blanc. Sin embargo, si se usa una enología "a la alemana"; es decir, de vinos más secos, con menos azúcar residual, salen vinos muy interesantes, que pueden dar la pelea a nivel internacional, afirma Besoaín.
La opción de los blancos aromáticos teutones se inserta dentro de una tendencia más general: ampliar la oferta de cepas de Casablanca.
Incluso con las tintas. El sommelier Héctor Riquelme tiene una espina clavada. Uno de los vinos tintos más interesantes de Chile no se vende en el país. Concha y Toro, Ignacio Recabarren mediante, produce para The Wine Society, un club de vinos inglés, un merlot proveniente de Casablanca.
-Ese es uno de los mejores merlot del Nuevo Mundo; sin embargo, no se conoce acá. Me gustaría ver más merlot de Casablanca y que las personas lo conocieran y valoraran. La demanda de tintos con menos alcohol, algo que es más fácil de lograr en zonas más frías, es creciente en el resto del mundo. Hay oportunidades en cabernet franc y syrah, también.
En tanto, Pablo Morandé está en una cruzada personal por las burbujas.
-Tenemos un valle muy bueno para hacer vinos blancos. Una forma de agregarle valor es hacer espumantes. Si apuntamos a una fermentación siguiendo el método tradicional, podemos tener un volumen de oferta significativo. Lo importarte es que podamos mostrarlos en conjunto, como una especie de denominación de origen Casablanca, algo similar a lo que ha hecho Vigno con el carignan. La demanda por espumantes es creciente y la gente está interesada en productos de calidad.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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