| Francisco José Ayala / DICYT | Francisco José Ayala Carcedo (Madrid, 1934), biólogo de la Universidad de California en Irvine, es uno de los científicos españoles más prestigiosos de la actualidad. Doctorado en la Universidad de Columbia y miembro de asociaciones científicas de varios países, entre sus aportaciones destaca su investigación sobre el reloj molecular evolutivo, una técnica para datar la divergencia entre dos especies. El reconocimiento como científico que ha conseguido en Estados Unidos se materializa en la Medalla Nacional de las Ciencias, que recibió del presidente Bush, además de ser asesor de Clinton. Asimismo, destaca en otros ámbitos del pensamiento, como la Filosofía de la Biología, la Bioética, la relación entre Ciencia y religión o su preocupación por la divulgación científica, sobre todo en un año en el que los evolucionistas como él se define celebran el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de la publicación de su obra más importante, El origen de las especies.
- Después de siglo y medio, ¿la Teoría de la Evolución también ha evolucionado? - Sí, muchísimo, se ha desarrollado y ha avanzado. El concepto fundamental que aportó Darwin sigue siendo el mismo, la teoría de la selección natural, que hace posible la evolución. Sin embargo, ahora existe una teoría matemática alrededor de ella y una gran cantidad de evidencias directas e indirectas a través de todo tipo de organismos que han hecho aumentar inmensamente la disciplina. Lo que Darwin sabía de la evolución es menos del 1% de lo que sabemos ahora, pero sabía lo más importante: la idea de selección natural.
- ¿Darwin ha influido más en la sociedad, en la Filosofía o en la Ciencia? - No creo que haya influido en la sociedad, salvo a través de la Filosofía y de la Ciencia. En la Filosofía ha influido menos de lo que debería y menos de lo que es probable que influya en los años que vienen, porque la Filosofía de la Ciencia ha sido, durante el siglo XX, la Filosofía de la Física y de la Astronomía, pero ahora va camino de ser Filosofía de la Biología, porque es donde están los problemas más importantes. Lo que más ha cambiado con Darwin, evidentemente, es la Biología, porque en esta ciencia es ahora completamente central la Teoría de la Evolución, tanto en sus partes básicas, como la Biología Molecular o la Neurobiología, como en sus partes aplicadas, como la agricultura y la Medicina.
- Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca, declaraba hace poco que vivimos en una sociedad predarwinista porque no adoptamos un punto de vista evolutivo para resolver problemas... - Efectivamente. Las implicaciones filosóficas y prácticas de la Teoría de la Evolución no se han llevado a cabo hasta el punto que podrían haberlo hecho. Ahora se empieza a aplicar a disciplinas como la Química, donde los principios de selección natural ayudan a encontrar moléculas más apropiadas para ciertos propósitos, y la Informática, para encontrar el canal más directo para comunicar información.
- ¿El desarrollo de la Biología Molecular y de la Genética refuerza las ideas de Darwin? - Es fundamental. Darwin postula, con respecto a la Genética, que existen variaciones hereditarias que pueden transmitirse, pero no sabe cuál es el mecanismo, que fue enunciado más tarde por Mendel. En la segunda parte del siglo XX aparece la Biología Molecular, que es esencial para entender la evolución por dos razones. La primera es que demuestra de manera más irrefutable que ninguna otra disciplina que la evolución biológica ocurre, ya que permite medirla. Y la segunda, más interesante aún para nosotros los evolucionistas, es que ahora podemos reconstruir la historia evolutiva de los organismos vivientes simplemente estudiando su ADN, que es más interesante que ningún otro componente del organismo.
- Usted es uno de los pioneros en la aplicación de la Biología Molecular a los procesos evolutivos. ¿Qué podemos esperar de esta especialidad en el futuro? - Resolverá ciertos problemas e identificará otros. Uno de los más importantes es la transformación del cerebro a mente. Sabemos que las neuronas se comunican por medio de señales químicas y eléctricas y la cuestión es cómo estas señales se transforman en pensamientos y deseos, y cómo de la secuencia de todas estas experiencias emerge el sentido del yo, el concepto de que existimos como individuos. Me parece uno de los grandes retos para el siglo XXI.
- ¿Cuáles más se vislumbran? - Por una parte, la transformación de mono a humano. La diferencia entre una especie y otra con respecto a sus genes operativos está entre el uno y el uno y medio por ciento. Sin embargo, somos muy distintos, porque los monos no hacen entrevistas, no publican periódicos, no tienen teléfonos, ni moral, ni estética, ni religión, y su estructura social no es comparable a la humana. En sentidos fundamentales somos diferentes, pero todo eso está basado en un porcentaje muy pequeño del ADN: entender esto es otro gran desafío para el siglo XXI. Por otra parte, un tercer problema es explicar la transformación de la información lineal del ADN en un organismo de cuatro dimensiones, las tres espaciales y la temporal. Ocurre lo mismo que con la información semántica del castellano transmitida a través de la secuencia de letras, pero una cosa son las letras y otra cosa es entender lo que dice. Mucha gente mencionaría un cuarto problema, que yo espero que se resuelva también en el siglo XXI, aunque desde el punto de vista científico y filosófico me parece menos importante, que es el origen de la vida, cómo surge a partir de materia inorgánica.
- ¿Qué preguntas se hace la Filosofía de la Biología? - Los cuatro problemas anteriores también tienen implicaciones filosóficas importantes, pero existen otras cuestiones filosóficas de carácter distinto, como las epistemológicas, cómo se llega a establecer algo como Ciencia válida.
- ¿Y la Bioética? - Evidentemente. El aspecto fundamental es cómo enraizar la ética en la biología humana y éste a su vez tiene dos dimensiones: por qué somos seres éticos que juzgan una acción como buena o como mala y cuáles son las normas para hacerlo. En términos prácticos, la Bioética es central a la vida moderna, porque hay aplicaciones biológicas a la Medicina, la agricultura y la vida humana.
- ¿Puede dar la Ciencia respuestas a la Filosofía? - La Ciencia provee la base sobre la cual opera la Filosofía. A veces las fronteras no están claramente definidas y no hay por qué preocuparse de definirlas claramente, porque los que hacen Ciencia hacen un poco de Filosofía y los que hacen Filosofía hacen un poco de Ciencia. En principio son construcciones intelectuales diferentes, la Filosofía trata del significado de las cosas, mientras que la Ciencia trata de entender cómo las cosas son y se causan.
- Usted pone como ejemplo de grandes revoluciones científicas a Copérnico y a Darwin. ¿Habrá otras del mismo calibre? - La Ciencia no puede predecir el futuro. Habrá hallazgos sobre los grandes problemas científicos y cuando se resuelvan podrán ser considerados revoluciones científicas. En cualquier caso, los que predicen el futuro son los astrólogos, los científicos predecimos el pasado, decimos lo que ha pasado ya, no lo que va a pasar. El futuro no tiene fundamento. El papel del genio
- Pero la Ciencia moderna parece avanzar más por las grandes colaboraciones internacionales que por la inspiración de un individuo. - La inspiración de individuos particulares va a seguir jugando un papel muy importante. Lo que sí se ha producido es una democratización de muchas actividades intelectuales e industriales, pero todavía queda un papel para el genio inspirado que hace un descubrimiento fundamental y algunos aún se pueden identificar en tiempos recientes.
- ¿Qué habría sido de la Ciencia sin Darwin? - Como dijo el evolucionista muy famoso del siglo XX, Theodosius Dobzhansky, el profesor con el que hice mi doctorado, "nada tiene sentido en Biología si no es a la luz de la evolución". Si Darwin no hubiera existido, otro hubiera descubierto el mismo principio de la selección natural que hoy ha impregnado todas las ciencias.
- A pesar de todo, los postulados sobre diseño inteligente parecen estar en auge
- Es una minoría ruidosa en Estados Unidos. Allí la población es muy religiosa y creen que aceptar la evolución implica desterrar a Dios del mundo, cuando no es así. Tienen miedo de manera ingenua de que la Ciencia, que es muy respetada, ponga en peligro la religión. La solución al dilema, que por supuesto no es una solución válida, es rechazar algunas teorías científicas, como la evolución. Hay que explicarles que pueden tener sus creencias y aceptar la evolución. Esto es un problema de educación científica y religiosa, porque la mayor parte del público falla en las dos.
- De hecho, usted defiende que el creacionismo es un argumento contra Dios. - El creacionismo es un argumento contra la existencia de un Dios personal benevolente. Una de las muchas razones es que los organismos están mal hechos en general. Los parásitos sólo viven destruyendo a quien les hospeda y pensar que se han diseñado intencionadamente para ese propósito implica darle atributos al Creador que no son deseables para quien crea en un Dios personal. Uno de mis ejemplos favoritos es la mandíbula humana, que no es suficientemente grande para los dientes, de manera que nos tienen que sacar las muelas del juicio o nos tienen que enderezar los dientes. Un ingeniero que hubiera diseñado la mandíbula humana sería despedido al día siguiente, pero hay quien quiere echarle la culpa a Dios de eso.
- Si es un problema de educación, ¿esto significa que se explica mal a Darwin? - Muy mal, aunque comienza a hacerse mejor en algunos lugares. Además, como toda educación no termina al dejar el colegio, sino que sigue a lo largo de la vida y ahí son los periodistas los que desempeñan un papel importante. Por eso es bueno cuando escriben sobre evolución y sobre otras materias científicas.
- Como en este año dedicado a Darwin
- Sí, llama la atención, hace que se escriba más sobre Ciencia en general y la necesidad de la educación científica. Los eventos contribuyen mucho porque hacen que haya noticias en los periódicos que aumentan el conocimiento del público en general.
- ¿Qué opinión tiene de la labor científica de la prensa? - Poco favorable en términos universales, porque la mayor parte de los diarios raramente discuten la Ciencia y menos de manera científica. Los periódicos americanos dedican de promedio mucho más espacio al horóscopo que a la Ciencia, a pesar de que el horóscopo no tiene ningún fundamento serio. Es el camino fácil, es decir, es más fácil hablar de un partido de fútbol que de literatura y más fácil hablar de literatura que de Ciencia. Requiere más esfuerzo, más gente especializada y seria, así como maneras de presentarlo al público. La Ciencia se puede presentar de manera interesante, pero no es sencillo. Los artículos científicos no tienen por qué ser aburridos y eso es lo que los periodistas hacen bien, escribir de manera interesante.
- Entre unas cosas y otras, ¿vivimos en una sociedad analfabeta en Ciencia? - Al borde del analfabetismo científico. Hay que mejorar en el colegio y en el periodismo, porque los adultos no van a ir a al colegio. Hay un círculo virtuoso, porque cuanto más se escribe de Ciencia, más interés tiene la gente en ella. No hay que tener periodistas que sean buenos científicos, sino que escriban bien sobre la Ciencia.
Fecha: 21 de junio de 2009 Autor: Salamanca24Horas.
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