Por Mario Osava
Crédito: UN DPI Photo | |
Un ejemplo es la oficina en África de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), cuya nueva sede será inaugurada este domingo en Accra por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en visita oficial a Ghana, quien además abrirá la XII Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Brasil ya se adelantó a muchas de las recomendaciones de la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD, por sus siglas en inglés), dijo a IPS Paulo Galerani, coordinador técnico de la Embrapa en África.
IAASTD es un panel patrocinado por el Banco Mundial y cinco agencias de la Organización de las Naciones Unidas, integrado por investigadores y expertos de gobiernos, de la sociedad civil, del sector privado y de la comunidad científica, que divulgó un informe global y cinco regionales el miércoles, tras su aprobación en una sesión plenaria intergubernamental en la ciudad sudafricana de Johannesburgo la semana pasada.
Los detallados informes incluyen un diagnóstico muy crítico del rumbo que tomó la agricultura en el mundo, dejando más de 800 millones de hambrientos, pobreza y daños ambientales, así como escenarios futuros en el marco del cambio climático y recomendaciones sobre el papel de los sistemas de conocimiento, la ciencia y la tecnología agrícolas.
Galerani, quien estuvo presente en la reunión de Johannesburgo, destacó la tecnología de producción de etanol de caña de azúcar como un adelanto en la pretendida búsqueda de mayor eficiencia y bajo costo en biocombustibles que contribuyen a mitigar el cambio climático, aunque sea un tema polémico en la actualidad.
Brasil, especialmente la Embrapa, una red de 41 centros de investigación, también logró muchos avances en biotecnología que permiten reducir el uso de agrotóxicos y fertilizantes, así como ampliar la resistencia de siembras a sequías y a enfermedades, acotó.
Son avances en conocimientos y tecnologías que Brasil se dispone a "transferir y adaptar" a África, que así podrá beneficiarse de ellos sin despender "tanto tiempo" de su propio desarrollo, señaló el investigador.
La Embrapa en África, instalada en julio de 2006, contribuye al desarrollo en dos frentes: el de la pequeña agricultura, aprovechando la experiencia de distintos centros que actúan en el semiárido del nordeste brasileño, y el de la agricultura comercial, explicó a IPS el jefe de la oficina en Accra, Claudio Bragantini.
En el primer caso, se trata de países de menor desarrollo, con potencial productivo pero en pequeña escala, con una realidad similar al del semiárido brasileño, donde hay gran concentración de la denominada agricultura familiar, que en Brasil pasó a beneficiarse de un gran aumento de crédito blando y apoyo técnico últimamente.
En el segundo, son "países que tienen muchas sabanas disponibles, con buena topografía y posibilidad de gran producción", como la zona del Cerrado, que se extiende por gran parte del centro de Brasil, observó Bragantini. Angola, Congo y Zambia son algunos ejemplos, añadió.
El sector privado manifestó pronto un gran interés en aprovechar la tecnología brasileña, para "mi sorpresa y placer", dijo el agrónomo brasileño, que vivió en otros dos países africanos en décadas anteriores y reconoció gran diferencia en la actitud de los agricultores actuales.
La transferencia de tecnología empezó por la capacitación a través de la cooperación técnica bilateral o de mecanismos que involucran organismos internacionales. Pero luego se amplió a los grandes agricultores africanos, interesados principalmente en los conocimientos brasileños de biocombustibles, agroindustria de productos variados y ganadería, recordó Bragantini.
"La revolución verde (aún) no ocurrió en África. Recién empieza a diseñarse", y por eso la gran importancia actual de un apoyo de países mas desarrollados, comentó.
Agroenergía es una gran apuesta brasileña, con frecuentes giras del presidente Lula y acuerdos firmados en el continente. Su gobierno y los empresarios brasileños enfrentan, sin embargo, el gran desafío de neutralizar las críticas a los biocombustibles, acusados de provocar el alza de precios de alimentos.
Brasil parece haber perdido la batalla de la información, sin lograr que la opinión pública mundial reconozca la diferencia entre su etanol, hecho de caña de azúcar para sustituir gasolina hace mas de 30 años, y el estadounidense, que tiene el maíz como materia prima y acentuó desequilibrios en el mercado mundial de alimentos.
Pero Lula está convencido de que los biocombustibles son una oportunidad para el desarrollo agrícola africano, reduciendo el hambre y la pobreza al generar ingresos y mejor calidad de vida rural, además de contribuir a la mitigación del cambio climático, por sustituir combustibles fósiles. Atendería así a los tres objetivos del IAASTD, si la producción se hace de forma sustentable.
Embrapa, que tuvo un papel decisivo en el auge agrícola de Brasil, país que duplicó su producción en 10 años ampliando el área cultivada en sólo 20 por ciento, constituye el gran instrumento tanto para el desarrollo brasileño, con sustentabilidad ambiental y social, como para la ayuda a regiones mas pobres.
La IAASTD, sin embargo, no exime a Brasil ni al resto de América Latina de duras críticas, por disponer de la mayor extensión de tierras cultivables y dejar millones sumidos en la pobreza y en el hambre, con mucha tierra concentrada en pocos propietarios.
La evaluación tuvo mucha influencia "ideológica" de la sociedad civil en el inicio, como la tendencia al rechazo absoluto de los transgénicos y los biocombustibles, pero al final se logró un cierto equilibrio, contemplando las preocupaciones de los gobiernos, admitiéndose nuevas tecnologías con los cuidados debidos, apuntó Galerani.(FIN/2008)
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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