| | Si uno sale hoy por los wine bars y los restaurantes de moda en Londres, Nueva York, Milán o París, los vinos que ofrecen la mejor relación precio calidad tienden a ser o australianos o chilenos. Se paga más por los neozelandeses, pero se trata de una oferta reducida y minoritaria: la oferta de vino chileno es mayor y cubre los sectores barato, medio y (cada vez más) alto del mercado. Fue precisamente Londres la puerta de entrada del vino chileno al gran mundo. Se puede generalizar que casi cualquier botella chilena, de cualquier franja de precios, ofrece una relación calidad/precio satisfactoria. Es un gran logro para un país tan alejado de sus principales mercados, y cuyo "boom" impresiona a todos. Los vinos chilenos están, sin duda, entre los más fiables del mundo.
Para ser justos con Chile, hay que reconocer que ha avanzado a pasos agigantados durante la última década. Cuando estuve allí por primera vez, en 1990, las bodegas exportaban por poco dinero su vino, en la mayoría de los casos por razones obvias. Los blancos eran unos vinos fatigados, los tintos muy secos y a la antigua usanza y la idea de que Chile podría producir vinos que se vendieran a más de 70 dólares la botella era realmente una quimera. La única región que gozaba entonces de reputación internacional era la del Valle de Maipo, debido fundamentalmente a su proximidad a la capital, Santiago. Pero ha comenzando a crear "acentos" regionales nuevos procedentes del desarrollo de nuevas áreas y de la reestructuración de las ya existentes. Mientras que la región de Maipo sigue siendo excelente para la cabernet sauvignon, la mayoría de los mejores blancos de Chile se vienen produciendo actualmente en el Valle de Casablanca, muy cerca del Océano Pacífico. Algo más al sur, una zona mucho más cálida, la del Valle de Colchagua, se está revelando como importante fuente de vinos tintos con cuerpo, elaborados a base de merlot, de syrah y de esa especialidad chilena que es el carmenère. Las uvas. Chile es conocido por las "cuatro grandes" variedades de uva: chardonnay, sauvignon blanc, cabernet sauvignon y merlot y sin lugar a duda por su emblemático carmenère. Cada vez se ve más gewürztraaminer, sémillon, syrah, malbec, cabernet franc, pinot noir, viognier y carmenère en los estantes. Si la fuerza de los vinos de Chile reside en su fiabilidad, han tomado el paso correcto al ofrecer una mayor variedad de tipos de vino y así han logrado competir con Australia por el puesto de líder entre los países productores de vino del Nuevo Mundo. Pero, sin ser tan específicos con el tipo del cepaje, lo cierto es que los chilenos están en medio de un excelente "boom".
Hoy podemos hablar de Chile como uno de los países con mejor producción vinícola, capaz de conquistar los mercados más importantes tales como Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Alemania, pasando en pocos años de exportar del 10% al 60% en la actualidad. La evolución del vino chileno ha gozado de una afortunada mezcla de buena suerte e inteligente planificación.
Y buena parte de la planificación llegó de la mano de inversiones extranjeras que llegaron a profesionalizar a la zona. Uno de los pioneros fue el famoso bodeguero español Miguel Torres. Cuando Torres llegó con su nuevo equipo, muchos de los productores locales respondieron sorprendidos, pero todos sintieron inquietud y el escalofrío de la incertidumbre. Los que pudieron, empezaron a copiar y a invertir: de esta manera, desencadenaron la revolución chilena. El primer vino que incrementó notablemente la calidad del cabernet chileno fue famoso (y altamente exportado) Casillero del Diablo de la bodega Concha y Toro. Con la aparición de este vino, los consumidores británicos empezaron a darse cuenta de lo que en verdad estaba ocurriendo en Chile. La última fase del "boom" chileno es ahora el de los vinos súper-premium. Liderado sin duda por las bodegas Clos Apalta y reforzado por Seña (colaboración de Errázuriz Panquehue con el productor californiano Robert Mondavi), Montes Alpha M y una manada de otros vinos, Chile hoy en día nos ofrece una creciente cantidad de vinos por los cuales el mercado está dispuesto a pagar más, en algunos casos significativamente más. Con el desierto de Atacama (seguramente el más seco del mundo) al norte, el océano más grande (el Pacífico) al oeste, con el Estrecho de Magallanes, el Estrecho de Drake, el mar de Bellingshausen y la Antártida al sur y una muralla de piedra de seis kilómetros de altura (los Andes) al este, Chile tiene todas las defensas necesarias contra las plagas que suelen devastar a los viñedos. A estas ventajas naturales se le suma la buena calidad de los vinos y la imparable vocación exportadora, un mix que hace de Chile uno de los vinos más distribuidos en el mundo. debybeard@casabeard.com |
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