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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

martes, diciembre 23, 2008

RICARDO ARIZTIA EN REVISTA DEL CAMPO

RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ: A LOS GREMIOS AGRICOLAS Y A TODOS EN GENERAL , LES FALTA CAPACITARSE EN LOBBYING
Ricardo Ariztía: "No basta con hablar de ser potencia, sino hay que actuar"


Patricia Vildósola E.

Desde que dejó las tareas gremiales, Ricardo Ariztía ha optado por aparecer poco en los medios. Sin embargo, el empresario agrícola, expresidente de la SNA y de la CPC no para. A sus actividades como agricultor suma su participación en consejos y directorios, como los del Inia y de la Asociación de Riego y Drenaje, y sigue siendo un referente para el sector. Y mantiene su visión crítica de cómo está, qué requiere y para dónde debe ir la agricultura.

—¿Cree factible el proyecto de ser potencia agroalimentaria?

—Aunque nunca he entendido bien cuáles son las ventajas que significa ser potencia agroalimentaria, pareciera que con las dificultades que existen (ver recuadro) se va haciendo difícil, ya que están presentes en toda la cadena productiva. Hay varios países que nos ganan por paliza en exportaciones agrícolas. Entonces, no basta con hablar de ser potencia, sino que hay que actuar como tal y no creerse el cuento así no más.

—Pero ¿tienen los agricultores la capacidad de responder a ese desafío?

—Los agricultores tenemos una capacidad de reacción empresarial que la hemos demostrado en varias oportunidades, por lo tanto estamos preparados para competir en el mundo globalizado. Por supuesto que hay cambios generacionales, aumento de tamaño de propiedad, economía de escala. Creo sí que, aunque cueste entenderlo, se acabó la agricultura nostálgica y de los recuerdos. Es lamentable para muchos, pero la vida es así.

Las falencias públicas

—¿Cuenta el país con una política agrícola ad hoc a las necesidades actuales?

—Sí, o si no no estaríamos exportando US$12.000 millones anuales y generando 800.000 o un millón de empleos. Lo que nos preocupa es el futuro, las medidas que no se adoptan. Los mercados se nos ponen cada vez más difíciles por aumentos de costos de fletes y competimos con países que se encuentran más cerca de los centros de consumo, que tienen mejor calidad de productos y pueden vender más barato que nosotros. Entonces, debemos trabajar en diversos frentes para mantener el liderazgo.

Dentro de esta idea es conveniente señalar que hay que terminar con la exportación de productos agroindustriales y frescos de segunda calidad. Nos echamos abajo los precios nosotros mismos y de paso desprestigiamos nuestros productos haciéndo más difícil la venta siguiente. La calidad es elemental y sobre todo ahora.

—¿La acción del Minagri está enfocada a los grandes temas país del sector?

—En el tiempo ha funcionado bien y la prueba es que cada vez que se anuncia un cambio de ministro aparecen las oposiciones de los dirigentes. Pero sin intención de ser irónico, el ministerio y sus servicios están excesivamente enfocados a la pequeña agricultura a través de sus subsidios asistenciales. Entiendo este problema de difícil solución y no lo critico, pero termina confundiendo los roles. Por ejemplo, no podemos tener un ministro repartiendo fardos de pasto en Temuco, mientras se desarrolla un importante seminario en Santiago sobre agroindustria y alimentación con excelentes expositores que le permite a la autoridad estar informada de lo que sucede. Claramente para el ministerio actual las prioridades no son los grandes temas país.

Hay otro aspecto muy importante: el Minagri no tiene una coordinación fluida con otros ministerios para las inversiones y solucionar inconvenientes; por ejemplo, con el de Obras Públicas en infraestructura vial, portuaria, recursos hídricos. Con el de Salud, en procesos de control de mataderos, inocuidad. Con el del Trabajo, en la búsqueda de soluciones a temas laborales. Esto muchas veces no permite avanzar en aspectos importantes.

—¿Cómo debiera ser la relación del sector público con el privado?

—Como es actualmente. Hay buena comunicación, buena relación, hay constantes reuniones y participación de los privados, pero caen en el denominador común de la efectividad de las medidas que se toman o propuestas que se aprueban, las que luego quedan atrapadas en la burocracia o el sectarismo político del Estado.

—¿Tiene Chile una acción adecuada en temas de comercio internacional como el de las bandas de precios y el marketing order?

—Son temas para los que debemos estar preparados y organizados para reaccionar permanentemente. Hoy son los que nombra. Mañana serán otros que en alguna parte del mundo estarán inventando para crear barreras paraarancelarias. Aquí se ven los gallos, con organizaciones gremiales de peso, financiadas, y con expertos de alto nivel para entrar al debate y no ser sobrepasados con medidas como marketing orders propuestas por organizados productores californianos; o mezclas de harinas con las cuales los vecinos violan los aranceles de entrada con el beneplácito de nuestras autoridades afectando a los productores chilenos.

—¿Cuál es la fórmula para enfrentar la actual coyuntura internacional de crisis financiera?

—Con mucha cautela e información al día para lograr mantenerse activo y productivo. No hay más recetas y se puede comprobar con los constantes vaticinios de los economistas que uno no sabe si son mensajes interesados para determinados objetivos o es realmente la verdad. Hay que tratar de hacer las cosas bien de acuerdo a las circunstancias y moverse con cuidado, bajos costos y muy bien informado.

Cómo está Chile en innovación

—¿Qué pasa en Chile con la inclusión de nuevas tecnologías como los OGM?

—Si no se consideran, seguiremos perdiendo competitividad. En el mundo aún no se han demostrado efectos nocivos en los seres humanos por el consumo de transgénicos. Y nuestros competidores que los tienen nos seguirán desplazando en rendimiento o menores costos. Hasta los europeos los producen y consumen. En Chile producimos semillas transgénicas pero sólo para exportación, ya que no las podemos sembrar, y se exportan a EE.UU. donde producen el maíz que nosotros les compramos para alimentación del ganado. ¿Qué le parece?

Primero se opusieron los agricultores del sur quienes finalmente se convencieron de su error. Ahora hay que trabajar con las autoridades del próximo gobierno, ya que no nos olvidemos que hay un compromiso político de éste de no tocar este tema.

—¿La innovación e investigación agroalimentaria es la adecuada para un país que pretende dar un salto?

—Acabo de participar en un seminario organizado por FIA para discutir este tema, lo que indica que hay preocupación por buscar nuevos caminos. Creo se ha manoseado mucha la palabra innovación como solución a los problemas que nos hacen perder competitividad.

Se gasta mucho tiempo de nuestros investigadores concursando para obtener recursos. Existe mucha duplicidad de funciones para asignar estos recursos. Bien merece este tema seguir analizándose y hay piso para ponernos de acuerdo, con mayor participación académica, privada y pública. En todo caso hay un aspecto a mi parecer vital si queremos investigación, y es que definitivamente se respete la propiedad intelectual y se otorguen beneficios tributarios que motiven de verdad a los privados.

Productivos: No hemos podido mejorar la productividad y eficiencia a todo nivel, pero especialmente en la obra de mano y mandos medios. Existe una pasividad que debemos trabajar muy fuerte para motivar, fidelizar, capacitar a nuestro personal, batallando muchas veces en contra de la política laboral llena de rigideces que se manifiestan en no permitir una movilidad laboral acorde con la agricultura y modernidad actual. Nos rige la misma ley laboral de un mall en Santiago o una industria. Nuestros trabajadores están de acuerdo con nosotros y no con la ley que los perjudica.

Políticas: Claramente falta que la autoridad entienda cómo perdemos posiciones en los mercados porque otros no cometen los errores nuestros. Competimos con países que, además de estar más cerca de los mercados, cuentan con gobiernos que se preocupan de facilitarles su gestión. En el caso nuestro se requiere ser insistente en apertura de mercados, agilidad para resolver problemas, eficiencia y actitud proactiva. Muchas veces a los funcionarios del Estado les cuesta entender que todos debemos tirar la carreta en el mismo sentido.

Inversiones: Cuando hay inversiones atractivas siempre hay capital para desarrollarlas y hoy día podemos observar cómo se está invirtiendo en agricultura con tecnología de punta, en riego, variedades que requieren menos obra de mano, cosechas mecanizadas. Todo apunta a invertir donde se necesite la menor cantidad de empleo. ¿Qué significa esto? Que los que han sembrado la odiosidad, excesivo papeleo de contratación, van a obtener inversiones que requieren menos empleos, y eso es malo para Chile.

En infraestructura ¿Le parece razonable que tengamos no menos de 50 mil kilómetros de caminos de tierra y mal mantenidos?. La inversión en caminos por ejemplo le inyecta una plusvalía y productividad de una magnitud espectacular a la tierra agrícola y de paso frena la migración del campo a la ciudad.

En imágen país: nos damos vuelta en inversiones menores mientras nuestros competidores muestran sus países y sus producciones con energía. Acá se avanza a una velocidad de los años sesenta. Hasta el momento lo que hay son sólo reuniones de salón y poco avance. Y la necesitamos más que nunca ante la incertidumbre de los mercados mundiales.

La unión de los gremios

El gremialismo del sector ¿es un contrapeso o un referente para el sector público o está demasiado atomizado?

—Creo que la organización gremial por sector productivo ha sido muy efectiva como lo demuestran organizaciones de la fruta, vinos, aves y cerdos. Pero si éstas y todas las otras organizaciones trabajaran bajo el alero de una institución madre como debería ser la SNA, los resultados serían muy superiores. Lamentablemente no es fácil, aparecen caudillos como en todas las actividades, provocando una atomización y así no se logra una línea de acción coordinada, bien analizada y elaborada con una sola voz y al no lograrlo se termina por darle el paso al juego político de las autoridades a las que obviamente les conviene "dividir para reinar". Entonces se pierde, fuerza, presencia, unidad de acción y altos costos de oficinas gremiales por todas partes. Da gusto ver las organizaciones gremiales australianas, neozelandesas con una nitidez jerárquica que les genera muchos beneficios.

Falta mucho en este aspecto y pareciera que no se valora la importancia y alta rentabilidad que significa tener organizaciones gremiales poderosas, bien representadas en el Parlamento como lo eran antes. Ojalá las generaciones nuevas despierten en este sentido.


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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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