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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

martes, julio 15, 2008

COLECCIONAR VINOS: Los buenos vinos de mi tierra

José Mª Segovia Cabrera

Los buenos vinos de mi tierra

ENTRE LAS MUCHAS carencias con las que la madre naturaleza me ha castigado y aquellas otras que he ido adquiriendo pacientemente a lo largo de los años, una de las más relevantes y penosas es el desconocimiento de eso que ahora que somos tan cultos se llama "enología" y que no es sino el saber qué demonios es lo que le han dado a uno de beber en el restaurante que nos cuesta un riñón, porque en la barra del bar ya sabe uno desde niño lo que pedir y juzgar lo que le dan, si bien la preferencia de uno es el whisky con agua, aunque mi cuñado Opelio, exquisitito en tantas cosas, lo prefería con Apolinaris,

Porque esto del vino, la verdad, es bastante complicado, si bien afortunadamente han pasado para siempre los años en que todo dependía del llamado "maestro", cuya ciencia toda era más bien infusa, heredada y siempre basada en herencias, manías y supersticiones, bien lejos de la técnica actual, que con una buena materia prima y un terreno adecuado a aquella, el enólogo siempre consigue un buen vino. Nuestra tradición vinatera es secular y todos conocemos que allá por los tiempos de Shakespeare nuestro vino de malvasía era apreciado en todo el mundo y consumido hasta en la corte de Inglaterra. Pero aquella realidad se perdió un mal día y aún recuerdo con espanto aquellas tardes y noches de fiestas del Cristo lagunero de los últimos años 30 donde el vino que nos daban y que decían era de Tacoronte, era una verdadera calamidad, tanta que la juventud de aquellos años abandonó el vino y se dedicó al whisky, que llegó a ser la bebida más consumida, mientras que en la Península era poco menos que desconocida en aquellas décadas de penuria, sacrificio y trabajo duro.

En esta mi ignorancia supuso recientemente una gran esperanza una serie de artículos que en este periódico publicaba el malogrado José Chela, con quien sostuve alguna correspondencia al respecto y me introdujo en la denominación de origen Tacoronte-Acentejo y en la revista que esta publica. Porque aunque uno está lejos de ser un experto en este extraño y bíblico mundo, incapaz de comprender toda una terminología que abarca desde las tonalidades del vino, sus características olfativas "en nariz" y esos sabores que dicen afrutados, de madera y hasta mineral, lo que sí ha hecho a lo largo de los años y de batacazo va y viene, es hacerse su propia composición, y así prefiero el tinto al blanco, el seco al espumoso, y me limito a comer con carne y pescado tan sólo mi vinito de Rioja y punto. Y allá donde voy pido mi vino de siempre, y todos tan contentos.

Tuve la ocasión de presenciar ahí, en Santa Cruz y con mis dos hermanos el encuentro de la Eurocopa España-Italia en la espléndida casa de un gran amigo del menor de ellos, donde la victoria española fue alentada siempre por un excelente vino tinto de Tacoronte-Acentejo, un Domínguez cuarta generación, para mí todo un descubrimiento; uno, encerrado siempre en el Rioja, viene a descubrir, en el ocaso de la vida, extraordinarios sabores locales que, sorprendentemente, se han visto confirmados la semana pasada por partida doble. En primer lugar, el suplemento semanal de diario ABC del sábado 28 de junio incluye un razonado y esclarecedor artículo debido a la pluma de su crítico Juan Fernández-Cuesta, donde bajo el titular de "Viaje a Tenerife. Un tesoro encontrado" hace una detallada descripción de los más destacados vinos de esta tierra nuestra, cuyas viñas se extienden a lo largo de los municipios de Santa Úrsula, La Matanza, La Victoria, El Sauzal, Tacoronte, Tegueste, El Rosario, La Laguna y Santa Cruz, y donde junto a los vinos Domínguez, que define como integrantes de la bodega más completa de las Islas, menciona así mismo los vinos Viña Norte, con especial mención al tinto dulce Humboldt -quizás el mejor de España, dice- y al blanco Evento, de Monje, o el tan prestigioso Cráter. El viaje del crítico madrileño tenía como objetivo la descripción de cinco de las 10 denominaciones de origen con que contamos en nuestras Islas, con detalladas visitas a parajes que van desde La Laguna al Batán, o desde Santa Cruz a El Sauzal, con descripción de las uvas listán negro, o negramoll, o tintilla, que dan origen a vinos afrutados, con sabor a madera y a mineral, cuyas viñas se extienden desde casi el nivel del mar hasta los 1000 metros de altitud. Y así como ha definido a Domínguez como la bodega más completa con su selección negramoll, así también resalta la Batán como la más pequeña de España. Y no deja el cronista de resaltar con sorna, pero con justicia al referirse a un turismo "que inunda las playas y desconoce sus cepas".

Y una semana después, el conocido maestro enólogo Enrique Calabuig en el suplemento Fin de Semana del diario económico Expansión, firma una crónica que enuncia como "Tacoronte-Acentejo. Los grandes vinos de Canarias", en la que junto con la descripción de nuestros vinos jóvenes y "tradicionales" y, como no podía ser menos, deshacerse en elogios de los Crater, Magma, Humboldt, Domínguez 4ª Generación, la Crianza 2004 de El Lomo, Brocca y Cuevas de Lino, se extiende en una advertencia inicial en la que proclama que ahora al viaje a Canarias, aparte de las playas, el Teide, las papas arrugadas, los mojos y el pescado, ha de incorporársele como gran atracción los vinos de Tacoronte-Acentejo, a los que llama los grandes vinos de Tenerife y de toda Canarias. Conviene resaltar de su escrito el hecho que menciona de las 14.000 hectáreas que ocupan los viñedos frente a las 8.000 de las plataneras, por el vuelco que ello supone, imagino yo, en la economía insular. Y menciona así mismo que el consumo actual de vino en Canarias asciende a 28 millones de litros frente a los 10 millones de producción local, lo que justifica, indica, "que los estupendos vinos de Canarias haya que probarlos allí, aunque algunos bodegueros de alto nivel se estén planteando llevar los vinos a la Península, donde sin duda triunfarán por su calidad".

Y termina su crónica, y yo estas líneas, diciendo que: "pasar por Canarias y no pedir estos vinos es como estar en Jabugo y no probar el jamón". No cabe mayor elogio. Parece ser que se empieza a hacer justicia a nuestros vinos, tanto por extraños como por nosotros mismos. Y es justo reconocer el gran esfuerzo realizado en este sentido por Cabildos y ayuntamientos y el reconocimiento que todos debemos a este común esfuerzo, que hemos de saldar, propongo, con un buen vaso de vino, o los que sea.


CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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