La matriz energética en Chile debe ser lo más diversificada posible para que restricciones en algún tipo de generación no tengan un impacto importante en el suministro.
Por Adolfo Zaldívar Larraín, Presidente del Senado
Presidente del Senado, Adolfo Zaldívar
En los últimos 10 años hemos visto como el Sistema Interconectado Central (SIC), que abastece de electricidad desde Taltal hasta la isla de Chiloé, ha sufrido racionamientos o períodos de alto riesgo de tenerlos. Primero, la sequía de los años 1998 y 1999 nos dejó la lección que había que aumentar la participación de las centrales térmicas en la matriz energética (conjunto de centrales que abastecen el sistema), para reducir el riesgo de racionamiento lo que, sumado al gas barato que producía Argentina, llevó a que durante unos cinco años el sistema sólo se desarrolló mediante centrales a gas.
Desde hace unos cuatro años estamos soportando una disminución en la importación de ese combustible, lo que nuevamente nos ha puesto en situación de riesgo por tener que reemplazar combustibles y centrales que estaban proyectadas con uso de gas.
La conclusión clara es que la matriz energética debe ser lo más diversificada posible para que restricciones en algún tipo de generación no tengan un impacto importante en el suministro.
La operación del sistema requiere centrales hidráulicas que aprovechan la energía de la naturaleza y centrales térmicas que apoyan la generación hidráulica o la reemplazan en épocas de bajos caudales.
Las centrales hidráulicas de pasada generan de acuerdo al agua que viene por el río. Si es época de estiaje, la central ocupará sólo una parte menor de su capacidad instalada. En el caso de una central hidráulica de embalse, ésta puede aprovechar mejor el recurso hídrico ya que si el caudal del río es mayor que el que puede generar, puede guardar agua en el embalse para generarla cuando el aporte del río caiga bajo la capacidad de generación de la central.
El consumo de energía eléctrica es variable hora a hora y día a día, por lo que el conjunto de centrales debe generar según cambia la demanda. Si se tuviera sólo centrales de pasada (sin embalse) la operación requeriría más centrales térmicas, de carbón, gas o petróleo, para abastecer la demanda variable.
Es de consenso general que las centrales de pasada afectan menos el medio ambiente que las centrales de embalse; sin embargo, las centrales de embalse permiten disminuir más centrales térmicas y la consiguiente emisión de gases a la atmósfera. Hay que agregar que, en general, las centrales térmicas se instalan cerca de los centros de consumo por lo que sus emisiones podrían afectar en alguna medida a la población.
Por lo tanto, no es posible decir a priori que no deben instalarse centrales de embalse. Hay que sopesar tanto los efectos sobre el medio ambiente que provocan como los que evitan, además de los efectos sobre el costo de la energía que pagan los consumidores.
Por otra parte, la demanda eléctrica crece en Chile a una tasa entre 6 y 7 % anual, lo que significa que cada diez o doce años hay que duplicar la potencia instalada en centrales.
Esto implica que hoy conviene instalar en el SIC unos 500 MW al año para tener un servicio seguro y económico. Con el crecimiento, en el 2018 se necesitarán unos 1.000 MW cada año. En el SING sucederá algo proporcional.
Como se ve, el crecimiento es exponencial y será necesario tener muchos proyectos en desarrollo y echar mano a todas las soluciones de aporte masivo.
Las centrales que pueden aportar cantidades sustanciales de potencia para abastecer la demanda son las convencionales, es decir, centrales hidráulicas de pasada y embalse, las térmicas de carbón o petcoke y los ciclos combinados que usan gas o diesel. También podrían servir las centrales nucleares y las geotérmicas, que todavía no se instalan en Chile.
Las centrales eólicas, solares, biomasa y otras tecnologías alternativas que se ven más amigables con el medio ambiente no son soluciones para el consumo masivo no sólo porque todavía son muy caras sino porque hasta ahora estas unidades son de pequeño tamaño aportando un porcentaje muy bajo de la oferta total.
En el año 2018 el SIC debería tener instalados unos 18.000 MW, casi 10.000 MW adicionales a los que hay hoy. Las centrales de Aysén -de construirse- aportarían 2.400 MW, es decir, un cuarto de lo que se necesita agregar a esa fecha.
Algunos piensan que siendo un aporte que no resuelve por sí solo el problema de abastecimiento, podría evitarse hacer esas centrales y reemplazarlas por otras hidráulicas de pasada para afectar menos el medio ambiente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la necesidad de centrales será cada vez mayor, por lo que más tarde o más temprano serán ocupados todos los lugares aptos. Si se piensa en centrales de tamaño medio, unos 200 MW, se necesitaría construir unas 12 centrales para reemplazar la potencia de las cuatro de Aysén, cada una afectando menos terreno que una de embalse pero que en conjunto podría resultar en un área similar o mayor que la de los proyectos de Aysén. Además, habría que instalar más centrales térmicas de apoyo para suplir la poca flexibilidad de operación o poner más potencia instalada que si se dispusiera de embalses.
El efecto medio ambiental más importante que tendrían las centrales de Aysén será producido por la línea de transmisión que se deberá construir hasta Santiago. Dada la distancia y la cantidad de energía que transportará, es técnica y económicamente más conveniente hacerla en corriente continua de 500 kV lo que requiere una franja de servidumbre menor que las líneas de corriente alterna existentes hasta la fecha en el país.
Es muy importante que la línea de transmisión que se construya tenga capacidad disponible para transmitir más potencia que la de los proyectos actuales para que otros proyectos aprobados no tengan que construir otra línea similar, con el doble de efecto ambiental.
En resumen, las centrales de Aysén forman parte de la solución de abastecimiento de los próximos diez o veinte años y su eventual construcción debe ser sopesada con los costos ambientales que producen y evitan, además de los efectos que tendrán en la tarifa que pagarán los consumidores.
Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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