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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

jueves, febrero 21, 2008

Inversionistas, inversores y emprendedores destapan las oportunidades que ofrece la energía verde

las nuevas energias limpias

Article Image Inversores y emprendedores destapan las oportunidades que ofrece la energía verde

La mayor parte de los especialistas en energía están de acuerdo en que el calentamiento global es una amenaza seria, y defienden que la tecnología verde está en condiciones de replantear los procedimientos fundamentales del sector energético. Pero, en la situación inicial en la que se encuentran las cosas, especialistas e inversores tienen dificultades para separar la verdad de la exageración en lo que concierne a los beneficios que la tecnología verde podrá proporcionar. A esa conclusión llegaron los representantes de la industria durante el Congreso sobre Energía, organizado por Wharton, donde se discutieron temas como la energía renovable, el petróleo y el gas, las finanzas y la influencia del sector energético.

 

Según varios participantes del congreso, la industria de la energía eléctrica está cargada de incertidumbre. Dijeron que los antiguos participantes del sector, como las compañías de electricidad de propiedad de inversores, aguardan con cautela alguna señal de los políticos, órganos reguladores e incluso del público. Además, quieren saber si Estados Unidos adoptará el sistema conocido como cap-and-trade [que fija un límite máximo de emisiones y crea un mercado de libre cambio de títulos de derecho de emisión de carbono], u optarán por un impuesto que incidiría directamente sobre el volumen de emisión del carbono. También temen hacer una fuerte apuesta por cualquier nueva tecnología, sea eólica o solar, hasta que exista alguna evidencia de que dispone de un amplio respaldo.

 

Al mismo tiempo, los inversores de capital riesgo y nuevos inversores, como Google, invierten grandes sumas de dinero en prácticamente cualquier empresa emergente que se posicione como partidaria de la energía "limpia" o renovable. Como consecuencia, tecnologías cuyo empleo todavía no se han probado a gran escala están aumentado su valor enormemente. Es lo que ocurrió con las acciones de First Solar, de origen americano, cuya revalorización fue del 600% en los últimos doce meses.

 

"No se trata de una burbuja [de energía renovable], pero esa valorización es algo que debe preocupar", dijo Michael Liebreich, CEO de New Energy Finance, consultoría en el área de energía. "Se hicieron nuevas inversiones en energía limpia por valor de 100.000 millones de dólares en todos los sectores y países. Lo que se observa es una inflación enorme en los precios de los activos impulsada por esa liquidez, y no por indicadores básicos de la economía. En el movimiento pendular de temor y ganancia propio del capitalismo, estamos con toda seguridad en el ciclo de la ganancia".

 

"Las personas están tan eufóricas respecto al potencial de la energía solar que invierten sin sentido", afirmó Liebreich. Alemania, un país de relativamente poca incidencia en luz solar, está dispuesta a producir electricidad con la luz del sol. Pero, la energía solar, que aún es cara en relación a las fuentes tradicionales, funciona mejor en lugares donde el sol brilla intensamente y la estructura de transmisión de electricidad es precaria, como es el caso de África y de buena parte de Asia. Alemania "está transformando tierras cultivables en polos de energía solar", dijo Liebreich. "Es un absurdo. Estamos ante una situación en la que un 90% de la capacidad de fabricación de células solares, un segmento en expansión vertiginosa, está trasladándose a Alemania."

 

Algunos defensores de la energía solar prefieren observar las deficiencias de gestión de ese recurso. La energía solar, por ejemplo, es intermitente — sólo funciona cuando el sol brilla — y, en algunas partes del mundo, produce mucho más energía durante el verano que en el invierno. Solamente lo que Liebreich llamó de política "de cartera", que trabaja con diversas fuentes de energía — solar, eólica y nuclear — podrá satisfacer la demanda mundial de energía atenuando, al mismo tiempo, el volumen de emisión de carbono.

 

'Arabia Saudita de los vientos'

A pesar de la importancia del viento y de la energía nuclear, ambos segmentos tienen que hacer frente a obstáculos a corto plazo, "por lo menos en EEUU", diagnosticaron los expertos.

 

En el caso del viento, dijo Tim Rosenzweig, director financiero de UPC Wind, de Boston, es ideal para Estados Unidos, "que dispone de mucho espacio abierto y, en algunas regiones, de célebres vientos de bastante fuerza. A los Estados de Dakota del Norte y del Sur se les apodó los Arabia Saudita de los vientos", señaló.

 

El problema es que las mejores áreas para la instalación de las turbinas — grandes torres laminadas que recuerdan a las hélices de un avión pero sin el fuselaje — y la subsiguiente producción de energía están a mucha distancia de las grandes ciudades. Actualmente, no hay infraestructura adecuada para llevar la electricidad generada por el viento a los millones de personas que viven en las cercanías de Chicago, y mucho menos a la costa Este y Oeste.

 

Pero Rosenzweig recordó que la instalación de las turbinas en las inmediaciones de los pasillos urbanos densamente poblados es una tarea algo espinosa. Las empresas tienen que hacer frente al clásico dilema del NIMBY ("No en mi patio", según las siglas en inglés). Mucha gente simpatiza con la idea de la energía eólica, pero no quiere mirar por la ventana de su casa y toparse con las turbinas. Cape Wind, un "campo de viento" en las cercanías de Cape Cod con gran proyección nacional en los medios de comunicación, es un ejemplo bastante objetivo de un proyecto que lidia a menudo con cuestiones relacionadas con el NIMBY. En ese caso específico, los habitantes de la región se organizaron en un movimiento de protesta — en el que participó también el senador Ted Kennedy — valiéndose de argumentos de orden estético, entre otros. Ante esa realidad, "estamos ahora analizando la región norte del Maine, la tierra de las patatas", dijo Rosenzweig. "Estamos buscando oportunidades en áreas donde las comunidades locales reciben con los brazos abiertos los proyectos de energía eólica, que pueden generar empleos [necesarios]".

 

La instalación de turbinas en lugares más alejados que el escogido para el Proyecto Cape Wind — es decir, fuera del campo de visión de las personas — podría evitar temporalmente las objeciones de Kennedy y otros opositores, sin embargo, eso no es posible. "La tecnología aún no está lista para dar ese salto", afirmó Rosenzweig. "El coste de la instalación de turbinas de viento lejos de la costa es muy alto; el mantenimiento es mucho más caro y la calidad del viento no es gran cosa", añadió. Los posibles ingresos extras simplemente no compensan el coste incurrido.

A corto plazo, los generadores de energía eólica tendrían que lidiar también con la escasez de turbinas. La mayor parte de las turbinas es producida en Europa, que abrazó antes que EEUU la energía eólica. Ante la devaluación actual del dólar, su instalación en territorio americano se hizo demasiada cara. "Los precios de las turbinas subieron más del 60% en los últimos tres años", dijo.

 

Una inversión de 350.000 millones de dólares

La energía nuclear, por su parte, es una tecnología extremadamente confiable, siendo responsable de cerca del 20% de la electricidad consumida en Estados Unidos. (En Francia, los reactores nucleares producen cerca de un 80% de la electricidad consumida en el país). Sin embargo, hace décadas que ninguna compañía de electricidad construye una fábrica de energía nuclear en EEUU debido al alto coste de las instalaciones y a la oposición de la población. La gente empezó a desconfiar de la energía nuclear a partir de los accidentes de Three Mile Island, cerca de Harrisburg, en Pensilvania, y de Chernobyl, en Ucrania. No hubo ningún herido cuando el núcleo del reactor de Three Mile Island se fundió en 1979, sin embargo centenares de personas murieron después de la explosión de la fábrica de Chernobyl, en 1986. El desastre emitió una radiación que se extendió por Europa y obligó a 40.000 personas que vivían en los alrededores a cambiar de residencia.

 

Incluso, hoy en día, funciona un reactor nuclear en Three Mile Island; se trata del "pariente" de aquel que tuvo problemas hace tres décadas. Exelon, de Chicago, líder en la producción de energía nuclear en EEUU, es responsable del funcionamiento del reactor.

 

Dada la preocupación por el calentamiento global, las compañías de electricidad están mostrando un nuevo interés en la construcción de fábricas nucleares. Ya comienzan a presentar propuestas para nuevas fábricas y a solicitar orientación de los órganos reguladores sobre cómo proceder. Nadie pretende correr mucho con esta cuestión como consecuencia de la burocracia, de posibles protestas públicas y de los costes elevados. "El alto coste de las fábricas nucleares casi llevó a la suspensión de pagos a las compañías de electricidad de inversores privados en las décadas de 1970 y 1980", subrayó Mac MacFarland, vicepresidente de desarrollo corporativo de Exelon.

 

A pesar de eso, las empresas trabajan con planes que les permitirán empezar a construir en el momento en que tuvieran las suficientes garantías. Exelon, por ejemplo, está preparándose para solicitar un pedido de construcción de un reactor en Tejas, dijo MacFarland. Si es aprobado, sería una gran inversión financiera, y de tal envergadura que MacFarland cuestiona qué otras empresas estarían en condiciones de seguir los pasos de Exelon. "Sólo el componente accionarial equivaldría a un 6% de nuestra capitalización de mercado, y es bueno acordarse de que somos la mayor empresa del sector. Somos dos veces mayores que la que se encuentra en segunda posición".

 

Aunque no se construya ninguna nueva fábrica nuclear, la industria de energía tradicional tiene que lidiar con cargas financieras extremadamente pesadas. "Será preciso invertir 350.000 millones de dólares en generación de energía en la próxima década", dijo. "La transmisión representa otros 150.000 millones de inversiones necesarias — la infraestructura de distribución en nuestras ciudades se ha deteriorado mucho. Las adecuaciones ambientales en las fábricas existentes costarán 50.000 millones más". Para hacer frente a esos costes, las empresas tendrán que fortalecerse por medio de fusiones. "La industria experimentará una consolidación", dijo MacFarland. "No puede ser de otro modo".

 

De momento, muchas compañías de electricidad evitan hacer cualquier inversión de gran tamaño porque no saben aún si tendrán que hacer frente a un impuesto sobre el carbono o a un sistema de cap-and-trade, señalaron varios de los participantes.

 

El sistema de cap-and-trade limita el volumen total de emisiones de un determinado contaminante y después confiere a las empresas licencias para la liberación de un volumen predeterminado (en este caso, por ejemplo, una tonelada de carbono por licencia). Los órganos reguladores reducen entonces, gradualmente, el número de licencias, obligando a las empresas a reducir el nivel general de polución. Mientras tanto, las empresas pueden negociar sus permisos. Las que sean más eficientes — es decir, que no usaran la totalidad de sus permisos de emisión — pueden vender sus cuotas no utilizadas a las empresas menos eficientes. Eso estimula a las empresas eficientes a reducir constantemente su volumen de emisión (obteniendo así licencias adicionales para que sean comercializadas), al mismo tiempo que dan espacio a las empresas menos eficientes que no consiguen alcanzar su meta de emisiones. Esas empresas decidirán entonces si deben invertir fuertemente en la reducción de sus emisiones o se deben comprar licencias adicionales de otras compañías. Eso permite al mercado decidir donde habrá reducción del nivel de polución.

 

NOx y SOx

En 1990, con la Ley del Aire Limpio, EEUU adoptó un sistema de cap-and-trade para las emisiones de óxido de nitrógeno y de azufre (NOx y SOx) por parte de las fábricas de energía. "Los volúmenes de NOx y SOx se redujeron en un 40%", dijo MacFarland. "Las fuerzas de mercado fueron responsables de eso. Había muchos frutos listos para ser cosechados, y para eso usamos purificadores y quemadores lentos de óxido de nitrógeno".

 

El efecto práctico de un impuesto sobre el carbono o de un sistema de cap-and-trade es el mismo: los dos crean un incentivo financiero para reducir la polución. Los políticos se inclinan más por el cap-and-trade, porque no requiere la creación de un impuesto nuevo; pero, sea cual sea el sistema adoptado, los costes serán traspasados a los precios de la energía, que será más cara. "Mucha gente habla del cap-and-trade como si fuera la solución para el dilema en el que nos encontramos", dijo Jane Sadowski del banco de inversiones Evercore Partners. "Sin embargo, el consumidor también tendrá que soportar los costes de ese sistema".

 

Sea cual sea el método que adopten los políticos, es preciso que actúen bien rápido, dijo Parker Weil, director-gerente del grupo de energía para las Américas de Merrill Lynch. "El error del gobierno es que él no da una señal clara de precios. El gas debería estar más caro, y el carbón también".

 

Es lo que piensa también Barney Rush, CEO de H2Gen Innovations de Alejandría, en Virginia, quien subraya que, bajo algunos aspectos, el impuesto allanaría el campo de disputa entre las fuentes sucias de energía, representadas por el carbón y por el petróleo, y las limpias, como la eólica y en — el caso de su empresa — por el hidrógeno. Actualmente, algunos analistas critican las tecnologías limpias porque dependen de subsidios del gobierno. "Estaría encantado de librarme de todos los subsidios que se dan a la energía renovable si hubiera un impuesto sobre el carbono que fijara el precio de las emisiones en un determinado nivel y después dejara la decisión a los mercados", dijo. "El impuesto sería una forma genérica de dejar claro que las emisiones de carbono tienen un coste".

 

Esto no significa que todas las tecnologías renovables tendrán éxito: algunas tal vez no se presten al uso generalizado. El hidrógeno, que la empresa de Rush explora, tiene la ventaja de ser ubicuo y se puede utilizar en coches y camionetas, señaló.

 

Rush recordó que "el hidrógeno es la tecnología del mañana — y siempre lo será". Hace algunos años, el hidrógeno ganó mucha visibilidad cuando General Motors anunció que fabricaría autos movidos por hidrógeno. Sin embargo, el adelanto en ese sentido ha sido lento, lo que llevó algunas personas a que desconfíen de su potencial. "Desde hace algunos años, las personas prefirieron dejar de lado el asunto", dijo. Es verdad que "el desarrollo de la tecnología de célula de combustible requiere mucho tiempo y esfuerzo", observó Rush, sin embargo la tecnología continúa avanzando, tanto en el sector de transportes como en el de aplicaciones industriales. Honda, por ejemplo, comenzará a alquilar este año, en California, automóviles movidos por hidrógeno por 600 dólares al mes.

 

Rush aseguró que los autos a hidrógeno tendrán éxito. Porque las tendencias internacionales — como el rápido desarrollo de India y de China, cuya población combinada es de más de dos mil millones de personas — no permiten otra elección. "Dentro de 20 o 30 años, el número de coches en China y en India no será diferente de lo que se espera para EEUU", añadió. "Si analizáramos un poco esa demanda, veremos que el combustible utilizado no será de origen fósil. Tendrá que venir de otras fuentes." "No pasaremos a ser, de la noche a la mañana, un mundo libre del carbono", dijo Rush, "pero habrá una transformación en los próximos 20 ó 30 años. El volumen de carbono en ese mix disminuirá lentamente".

Publicado el: 2/20/08
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Saludos
Rodrigo González Fernández
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