En este sentido, la filosofía “biologista” está calando hondo en los planteamientos agrícolas europeos y la revista Nature, en su edición de abril, se hacía eco de la solidez con que los defensores de la agricultura biológica reivindican sus propuestas en los esquemas políticos y las leyes de mercado.
Europa, año 2010
Los responsables agrícolas de la Unión Europea apoyan la proliferación de granjas biológicas como ejemplo de sistema de producción respetuoso con el medio ambiente. Los Estados miembros han sido requeridos a promocionar la agricultura y la ganadería biológicas con estrategias concretas. Países como Dinamarca, Alemania, Italia y Reino Unido disponen de sistemas internacionales de evaluación del impacto de las políticas de promoción de la agricultura biológica, a través de los cuales valoran la posición de sus productos en el mercado y las ventajas económicas de su funcionamiento, al tiempo que definen un modelo de desarrollo aplicable a todos los países.
Desde el ámbito de la política, buena parte del éxito de la agricultura biológica se debe a su planteamiento de respeto al medio ambiente. Estudios de impacto ambiental han despejado toda incógnita sobre la degradación causada por la agricultura y la ganadería convencionales en relación con los planteamientos biológicos. La adaptabilidad de estos últimos a unas determinadas condiciones ambientales y climáticas, su integración en los ecosistemas, el carácter innovador de sus planteamientos y su defensa de conceptos tales como una calidad de vida animal, han seducido a la opinión pública, gobernantes locales, medios de comunicación y políticos parlamentarios.
Pero la comunidad a la que más interesa dirigir estas campañas de propaganda es la de los propios agricultores, a quienes los biologistas tratan de convencer en términos de rendimiento de las inversiones planteadas, posición de los productos en los mercados, transparencia de gestión y garantías para el sector privado.
POSIBLES EFECTOS BENEFICIOSOS PARA LA SALUD
Un estudio publicado recientemente en el European Journal of Nutrition ha provocado un intenso debate en el Reino Unido. Se trata de un informe que concluye que el consumo de alimentos biológicos disminuye el riesgo de infartos de miocardio, ictus y cáncer. Tanto los profesionales de la medicina como las agencias de alimentos no habían prestado hasta hoy demasiada importancia a las diferencias entre productos agrícolas biológicos o convencionales en términos de prevención de enfermedades. El mismo John Krebs, responsable de la British Food Standards Agency, niega credibilidad al estudio y asegura que los alimentos convencionales son “tan o más salubres que los de origen biológico”.
Sin embargo, John Paterson, bioquímico de la Dumfries and Galloway Royal Infirmary, y responsable del citado estudio, ha criticado la ligereza con que Krebs arremete contra el informe y ha defendido su investigación.
Paterson y un equipo de investigadores de la Universidad de Strathclyde han demostrado que las sopas vegetales de origen biológico contienen seis veces más ácido acetilsalicílico que las sopas vegetales convencionales. “No es ningún secreto que dicho ácido, responsable de la acción antiinflamatoria de la Aspirina®, protege al organismo frente a la rigidez de las arterias y el cáncer intestinal.” El experto subraya no ser “ningún iluminado de la causa biologista”, al tiempo que garantiza que existe una diferencia estadísticamente significativa entre el efecto protector de unos productos y otros.
El estudio del European Journal of Nutrition confirma que el nivel medio de ácido acetilsalicílico detectado en 11 marcas de sopa vegetal biológica comercializada en el Reino Unido se aproxima a 117 nanogramos por gramo, comparado con los 20 ng/g hallado en 24 marcas de sopa de origen no biológico. Como curiosidad, la tasa más elevada de ácido acetilsalicílico (1.040 ng/g) se asoció con una sopa escocesa a base de zanahoria y coriandro.
El ácido salicílico se produce de forma natural en determinados vegetales a modo de defensa frente al estrés ambiental y las enfermedades. Según Paterson, los pesticidas empleados en la agricultura convencional impiden a los vegetales la potenciación de mecanismos de autodefensa como la producción de ácido acetilsalicílico y, en consecuencia, su nivel es muy inferior que en los productos de agricultura biológica.
“Hace años, llevamos a cabo un estudio de niveles de sangre en una comunidad de monjes budistas que se alimentaban exclusivamente a base de vegetales de origen biológico, comparando los resultados con otros de voluntarios alimentados con productos convencionales y en cuya dieta la cantidad de vegetales cedía espacio a la carne. Los niveles de ácido acetilsalicílico eran sensiblemente superiores.”
Tras estudiar estos datos la Food Standards Agency ha suavizado su postura: “No puede contestarse el beneficio atribuido al ácido acetilsalicílico contenido en los vegetales de origen biológico que se refiere en estos estudios, pero creemos conveniente reunir aún más información.”, manifestó un portavoz de la agencia británica. Antes de posicionarse este organismo prefiere promover otro estudio que refuerce la evidencia proporcionada.
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