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La actividad agropecuaria es la actividad productiva más antigua de la humanidad; este simple hecho implica que es el sector que ha experimentado el mayor número de políticas públicas.

jueves, mayo 11, 2006

DESDE LA FAO AGRICULTURA & DIVERSIDAD

EL FUTURO DE LA AGRICULTURA DEPENDE DE LA BIODIVERSIDAD

La FAO destaca que proteger la biodiversidad y su potencial es decisivo para la seguridad alimentaria mundial

Los científicos han identificado 1,4 millones de especies únicas de plantas y animales en el planeta, hasta la fecha. Pero parece que casi todos los días se incorpora una nueva especie a esa lista.

Esta variedad biológica es esencial para la vida humana, de ella dependen nuestros alimentos, el agua que consumimos, la energía, nuestro abrigo y muchas otras cosas.

Pero con el crecimiento incesante de la población mundial, la biodiversidad corre cada vez más peligro.

El daño más visible es el que se produce en los hábitat naturales. Las especies silvestres desaparecen cuando se destruye el lugar donde viven. La contaminación, la urbanización, la deforestación y la conversión de humedales expulsan a las especies silvestres. Una mala gestión agrícola, forestal y pesquera puede acelerar este proceso de destrucción.

Al mismo tiempo, más del 40 por ciento de la superficie del planeta consta de tierras agrícolas: la biodiversidad es igualmente importante en las tierras de cultivo y en los campos silvestres, así como en los profundos valles de los ríos o en los bosques nubosos de las montañas.

Esta biodiversidad agrícola está compuesta por innumerables plantas cultivadas para consumo alimentario o uso médico humano, variedades agrícolas y especies acuáticas con características nutricionales específicas, especies pecuarias adaptadas a ecosistemas difíciles, insectos que polinizan el campo y microorganismos que regeneran los suelos agrícolas.

Pero también la biodiversidad agrícola corre peligro. La alimentación humana cada vez depende más de un número reducido de cultivos.

Tendencias inquietantes

Hace unos 10 000 años la humanidad puso en marcha un gran experimento. Con la biodiversidad circundante comenzó a cosechar semillas y plantas silvestres y a domesticarlas, seleccionando variedades que producían los mejores alimentos o fibras, o que producían incluso cuando había sequía.

Por la misma época comenzaron a domesticar también a los animales, aprendieron a utilizar su fuerza, a consumir su carne y a beber su leche.

La diversidad vegetal y animal que utilizaron los primeros agricultores les permitió seleccionar variedades de plantas o de animales específicamente destinadas a satisfacer sus necesidades específicas.

Hoy en día, la diversidad genética sigue siendo esencial para mantener la sostenibilidad de la producción agrícola mundial.

Los agricultores y los agrónomos la necesitan para adaptar las plantas a condiciones que están cambiando o para ampliar la producción a zonas nuevas que no estaban en cultivo. La diversidad genética oculta de las plantas encierra la clave de un mejor rendimiento, y de cultivos que no sólo producen más alimentos, sino también alimentos más nutritivos.

Sin embargo, hoy en día cuatro especies vegetales -trigo, maíz, arroz y papas- proporcionan más de la mitad de las calorías de origen vegetal de la alimentación humana, mientras que una docena de especies pecuarias proporcionan el 90 por ciento de las proteínas animales consumidas en el mundo.

Más allá del número de especies utilizadas para producir alimentos -denominada diversidad de especies-, la diversidad genética dentro de las especies también es crucial.

Con todo, la demanda de una población cada vez más numerosa y urbanizada ha alentado a muchos agricultores a adoptar variedades vegetales y animales uniformes y de alto rendimiento. Cuando los productores de alimentos abandonan la diversidad, pueden extinguirse las variedades y desaparecer sus rasgos especializados.

La diversidad aporta beneficios

La acelerada disminución de la variedad genética inquieta a los expertos. Para producir plantas y animales capaces de adaptarse a nuevas condiciones se requiere disponer de una amplia variedad con características muy singulares. Esta variedad también proporciona a los científicos la materia prima necesaria para producir vegetales y animales más productivos y adaptables.

En los países pobres del mundo en desarrollo, que es donde hay más hambre, los agricultores posiblemente necesiten animales más pequeños pero con mayor resistencia a las enfermedades, o cultivos que se dan bien en climas difíciles, en vez de variedades que son muy productivas en buenas condiciones climáticas. En efecto, para los agricultores más pobres la biodiversidad puede ser su mejor protección contra la hambruna.

Disponer de una amplia variedad de plantas y animales también beneficia a los consumidores del mundo desarrollado y de los países en desarrollo. Esto contribuye a una alimentación nutritiva, de particular importancia para las comunidades rurales cuyo acceso al mercado es limitado.

Por último, cuando se deja intactas a las plantas y los animales en su medio ambiente, se conserva una serie de funciones esenciales que proporciona la naturaleza. El ganado, los hongos y los microorganismos descomponen la materia orgánica y transfieren nutrientes al suelo. Las hormigas y otros insectos frenan la propagación de plagas. Las abejas, las mariposas, las aves y los murciélagos polinizan los frutales. Los pantanos y las marismas filtran los contaminantes. Los bosques impiden que haya inundaciones y reducen la erosión. En el mar, los ecosistemas íntegros contribuyen a la estabilidad de las poblaciones de peces y a la salud y seguridad de la captura de mañana.

Garantía de futuro

Para alimentar a una población cada vez más numerosa la agricultura debe producir más alimentos. También es esencial hacerla más adaptable mediante la protección de una gran variedad de especies con características singulares, como las plantas que resisten a la sequía o el ganado capaz de reproducirse en condiciones ecológicas difíciles. Las prácticas agrícolas sostenibles pueden alimentar a la población y proteger el mar, los bosques, las praderas y otros ecosistemas que conservan la biodiversidad.

Son vitales las actividades mundiales de conservación de las plantas y los animales en bancos de genes, jardines botánicos y zoológicos. Pero tiene igual importancia mantener la biodiversidad agrícola y silvestre, donde puede evolucionar y adaptarse al cambio de las condiciones o competir con otras especies. Como guardianes de la biodiversidad mundial, los agricultores pueden crear y mantener plantas y árboles locales y reproducir animales autóctonos, asegurando así su supervivencia.

Más información sobre la biodiversidad agrícola y sobre como trabaja la FAO con los países de todo el mundo para conservarla, se encuentra en los artículos complementarios de esta serie, que figuran como enlace a la derecha

 

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