Por sí solo, el consumo ya no es capaz de movilizar a casi nadie. Los afectos y desafectos de los consumidores se están haciendo mucho más sociales y compartidos. Exigen ciertos modelos de comportamiento, respeto y forma de hacer. Por eso resulta tan decisiva la transparencia y la capacidad empresarial de adecuarse a las exigencias de los clientes, en un diálogo bidireccional que debe ser tan fluido como constante.
El auge de la responsabilidad social corporativa en las empresas se explica desde ese nuevo compromiso mutuo. En el ámbito de la alimentación, el mandato es velar por las necesidades saludables de los consumidores, y a la vez impulsar la sostenibilidad medioambiental y unas condiciones personales y profesionales dignas y éticas entre quienes componen la cadena de valor.
En ese sentido, las buenas prácticas deben ser definidas e implementadas desde el Consejo de Administración de la empresa. No se trata de un aspecto más del negocio, sino de una reflexión crucial de la misión, la visión y los valores con los que esa compañía quiere ser reconocida. Por eso los Consejos de Administración deben implicarse proactivamente, y también por eso dedican una atención creciente a la Responsabilidad Social Corporativa y a las buenas prácticas aplicadas en su día a día.
En los últimos años se han generalizado avances en materia de Responsabilidad Social tanto en formación, diversidad e igualdad de género como en lucha contra el fraude, biodiversidad, cambio climático, economía circular o prevención de la contaminación. Es un requisito ético que ha ido extendiendo su radio de acción, y que ya suele extenderse hasta los detalles y resquicios aparentemente más triviales de la actividad industrial.
Está claro que, en el ámbito alimentario, el cuidado de los animales, de acuerdo a sus características y a su correspondiente etología, es un aspecto no menor de ese compromiso empresarial con la responsabilidad social. Desde hace muchos años, la Organización Mundial de Sanidad Animal viene reivindicando en todo el mundo la necesidad de elaborar unas normas homologables internacionalmente sobre el bienestar animal, construidas sobre bases científicas y desde el consenso entre los países miembros, con sus diferencias culturales y religiosas.
Desde la práctica y la metodología científicas, la reflexión sobre el bienestar animal se ha ido abriendo paso desde la ética veterinaria y una red internacional de expertos. La Organización Mundial de la Salud Animal ha desarrollado distintos Programas Avanzados de Bienestar Animal y varias Estrategias Regionales de aplicación. Europa es una de las zonas más avanzadas, y se espera que desde los 53 países europeos miembros se desarrollen legislaciones y políticas adaptadas al bienestar animal.
Buena parte de esas medidas se refieren al bienestar de los animales en el transporte y el sacrificio para el consumo humano y a las especiales condiciones de los peces de cultivo. En Calidad Pascual acabamos de añadir un componente más a esa aproximación multidisciplinar al bienestar animal, al conseguir que nuestras 348 granjas hayan obtenido el certificado AENOR de bienestar animal, desde la convicción de que ese buen trato repercute positivamente en el sabor de la leche que recolectamos.
Esta certificación ha sido posible gracias al trabajo continuado y consolidado durante los últimos 30 años con nuestros ganaderos, construyendo un modelo de gestión y de relación propio y diferencial con este grupo de interés clave para nuestra competitividad que nos ha permitido cumplir con los requisitos de este sistema para toda nuestra recogida de leche.
La certificación AENOR está desarrollada junto al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y se basa en el referencial europeo Welfare Quality®, estándar utilizado para las evaluaciones en granja. En síntesis, este modelo de acreditación pionero en Europa evalúa cuatro principios básicos: buena alimentación, buen alojamiento, buen estado de salud y comportamiento apropiado para las necesidades de la especie. Demuestra, por tanto, la preocupación de nuestra empresa por el cuidado de los animales como pilar básico de su cadena de valor.
Muchas otras empresas y muchos otros casos pueden ejemplificar el esfuerzo de toda la industria agroalimentaria española por renovar la confianza y la implicación de los consumidores hacia productos cada vez más saludables y sensibles a los valores compartidos, la ética y las necesidades reales del conjunto de la sociedad. Desde luego en Pascual estamos convencidos de que, con bienestar en la granja, la leche siempre sabe mejor.
Joseba Arano, director de Gestión Ética,
Responsable y Excelente en Calidad Pascual